Argentina: herencia 'reperfilada'; las falacias de Macri-Lacunza y el default de Letes y Lecaps
El pasado mes de agosto ha sido solamente comparable a diciembre de 2001 -en materia económica y financiera...
El pasado mes de agosto en la República Argentina ha sido solamente comparable a diciembre de 2001 -en materia económica y financiera; con la salvedad de que al menos no debieron lamentarse víctimas fatales, como sucediera ya dieciocho años atrás.
Así las cosas, el 12 de agosto, la caída de las acciones argentinas fue vertical. El Merval se hundió un 48% medido en dólares estadounidenss al tipo de cambio oficial, lo que consignó la segunda mayor caída mundial en un solo día desde 1950; y a ello se sumó una devaluación del peso de un 25% en una jornada. En las dos semanas siguientes, la bolsa porteña se desplomó un 58% en dólares, aunque se recuperó ligeramente, tras registrarse un lógico rebote técnico durante los primeros días del mes de septiembre.
No obstante, a fines de agosto, y tras una fallida ronda de renovación de Letes y Lecaps (letras en dólares y pesos del Tesoro Nacional), surgió la alarma en el gobierno, al renovarse solo el 10% de lo ofrecido al público -escenario que derivó en una licitación prácticamente desierta. De tal suerte que, el 28 de agosto pasado, el flamante Ministro de Economía, Hernán Lacunza, anunció el denominado 'reperfilamiento' de los vencimientos de bonos públicos de corto plazo, presentes en manos de personas jurídicas. Estos poseen el 10% de los mismos, principalmente fondos comunes de inversión. Puesto en limpio, la Administración Macri defaulteó títulos de corto plazo en moneda extranjera (dólares) y, lo que resulta más insólito, defaulteó títulos en moneda nacional, prolegómeno inédito en la historia económica nacional.
Lacunza declamó que se pagaría la totalidad de las Letes y Lecaps a personas fisicas pero, maliciosamente, omitió una porción de la letra chica que hace al comentado reperfilamiento: hasta el 31 de julio. Toda persona física que adquirió Letes y Lecaps en el mercado secundario (sin licitación primaria) a partir del día 1° de agosto, fueron reperfiladas como si se tratase de personas jurídicas, quedando efectivamente confiscadas por el Gobierno Nacional sus tenencias en dólares y pesos. Estos habrán de pagarse en tres cómodas cuotas del 15%, a la fecha de vencimiento; un 25% en tres meses, y un 60% en seis meses. La citada medida no solo perjudicó significativamente a tenedores individuales, sino que consignó un cóctel Molotov literal en perjuicio de los FCI (Fondos Comunes de Inversión). Estos instrumentos financieros se suponían, a priori, tan conservadores como un plazo fijo, pero fueron convertidos en activos declaradamente tóxicos y defaulteados. En tal contexto, los clientes que confiaron sus ahorros a los FCI se encontraron con pérdidas superiores al 60% en tan solo veinticuatro horas. La industria de los FCI aún se encuentra trabajando para superar esta medida inaudita, separando diferentes fondos en 'no reperfilados', 'reperfilados' y 'fondos de activos originales'.
Dentro del desplome de los FCI, se supo de un núcleo de instituciones bancarias que hicieron caso omiso a la disposición de personas físicas hasta el 31 de julio, y abonaron solo el 15% a sus tenedores, como si en todos los casos se tratase de personas jurídicas. En este terreno, el más denunciado por haber incurrido en esta práctica unilateral fue el Banco Santander Río.
El proscenio evidenció que los medios masivos de comunicación cayeron presas de las falacias del Ministro Lacunza, repitiendo hasta el hartazgo que se pagaría el total a las personas físicas. Pero esa presentación fue, en todo concepto, falaz. La razón es que, por estas horas, rige un mini-corralito financiero de facto en el país, situación que solo observa el antecedente de 2001. En prinicipio, la implementación de esta medida compartió consecuencias directas, conforme la complicación acentuó la aceleración de la volatilidad, empujando al riesgo país a quebrar la barrera de los 2.000 puntos básicos. A su vez, este factor llevó a los bonos soberanos argentinos a cotizar con precios de virtual cesación de pagos.
El intrincado panorama derivó en el comienzo de una salida de depósitos en dólares del sistema bancario (en los hechos, una corrida bancaria), que contribuyó a mermar las reservas internacionales, principalmente en virtud de que la mitad de ellas se componen de depósitos en dólares estadounidenses que los bancos comerciales aportan al Banco Central de la República. En tal sentido, las reservas netas disminuyeron -en agosto- en US$ 13.500 millones mientras que, en el arranque de septiembre, se sitúan por debajo de la frontera de los US$ 12 mil millones. El default de letras de Macri/Lacunza le costó al sistema bancario una corrida superior a los US$ 5 mil millones, evidenciados en retiros de clientes de bancos. Finalmente, lo que tenía por fin erigirse como medida restrictiva para ganar tiempo, esto es, evitar que se redirigieran pesos argentinos a la adquisición de divisa extranjera (y, por ende, comprometer a la próxima Administración) ha terminado por generar un efecto contrario al perseguido inicialmente.
Al fracaso operativo descripto, el 1ero. de septiembre, la Gestión Macri puso en marcha un cepo al dólar -maniobra que siempre alardeó de no haber implementado. Aunque más flexible que en la Era K, y fundamentado en aspectos como el que consigna que las empresas deberán pedir autorización al BCRA para comprar dólares ni podrán comprar para atesorar, las personas podrán adquirir y transferir al exterior hasta U$S 10 mil mensuales. Sin embargo, no habrá límites para extraer billete verde de las cuentas, como así también podrán comprar divisa hasta US$ 10 mil en divisa estadounidense. Al tratarse de montos superiores, esos particulares deberán contar con autorización del Central.
Con todo, el toque de atención se verifica en el goteo de diario de reservas del Banco Central, y en la salida de dólares estadounidenses por iniciativa de ahorristas bancarios; si bien el alcance y dimensión de esa fuga mermó durante los últimos días, cierto es que se mantiene constante, lo cual ha empujado a las entidades bancarias a ofertar tasas más elevadas para plazos fijos en dólares, con índices que alcanzan el 5 o el 6%. Será lícito recordar que, hacia fines de 2001, las tasas bancarias para plazos fijos en dólares merodeaban el 12%.
A todo ello habrá que añadir lo obvio: la impericia económica del Gobierno Nacional hoy no nada tiene de novedoso para el ciudadano de a pie no versado en finanzas. Solo en 2018, la economía del país retrocedió un 2,6%, en conformidad con los guarismos difundidos por INDEC; la moneda nacional se devaluó en un 51%, en abril de ese año, registrándose asimismo una salida en estampida de capitales especulativos (dedicados en todo al carry trade), puntapié inicial para la devaluación del peso. Ese concierto condujo al otorgamiento de un crédito por US$ 50 mil millones por parte del Fondo Monetario Internacional. En contrapartida, el gobierno de la República Argentina se comprometía a un ajuste fiscal de magnitud. El 29 de agosto, el Presidente Mauricio Macri anunció el regreso a la mesa de negociaciones con el FMI, sumando US$ 7 mil millones al rescate original, anticipándose la percepción de esos fondos a 2019. A criterio de contrarrestar la aguda depreciación del peso argentino y de construir un muro de contención sobre el índice de precios al consumidor, en tanto, el Gobierno Nacional fijó las tasas de interés por encima del 50%, secando las existencias de pesos en poder del público. La consecuencia fue la edificación de un escenario recesivo castigó con dureza sobre todo a la industria y ello, a su debido tiempo, remató en una pérdida aproximada de 200 mil puestos de trabajo.
Adicionalmente, el ruido político en mucho aportó al desorden macroeconómico. En ese apartado, existe consenso entre analistas políticos nacionales, que criticaron al unísono la insistencia del Presidente en respaldarse ciegamente en el consorcio compuesto por Marcos Peña y el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba. Esos reparos la emprendieron contra la realidad paralela -y equívocamente optimista- que los asesores mencionados replicaron, una y otra vez, en los oídos del jefe de Estado.
De tal suerte que los mercados también le otorgaron una cuota de confianza al optimismo oficial, realizando apuestas que resultaron perdidosas en la primera semana hábil post-PASO. De cara a los comicios presidenciales de octubre, resta ver si el Presidente Macri se despide del gobierno compartiendo una pesada herencia para el mercado argentino. Hasta ahora al menos, ese legado se compone de controles de capitales con cepo cambiario incluído, una serie de crudos aleccionamientos para los inversores (léase: impuesto a la renta financiera, 2018), default de Letes y Lecaps compradas en el mercado secundario (a lo que se suma la destrucción de los FCIs), pendulantes corridas cambiarias, la mayor devaluación desde acontecido el abandono de la convertibilidad, y la segunda caída más pronunciada en la historia de los mercados mundiales (correspondiéndole el podio en ese triste registro al fenómeno de Sri Lanka, en 1989).
Es Licenciado en Periodismo y Licenciado en Ciencia Política. Columnista de El Ojo Digital especializado en temas económicos y financieros, y aficionado a la investigación relativa a fraudes y estafas en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Argentina. Sus artículos son publicados regularmente en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/eric-nesich. Su correo electrónico para consultas es eric.nesich@gmail.com.