ECONOMIA INTERNACIONAL: MARIAN L. TUPY & ALEXANDER HAMMOND

Por qué el Chile capitalista es superior a la Venezuela socialista

Desde que Nicolás Maduro dio inicio a su segundo periodo como presidente de Venezuela...

16 de May de 2019

Desde que Nicolás Maduro dio inicio a su segundo periodo como presidente de Venezuela en enero de 2019, las historias de disturbios civiles y dificultades económicas del pequeño país latinoamericano han dominado los titulares de diferentes medios. Poco antes de estas elecciones controversiales, Maduro impidió a los partidos de oposición competir libre y justamente por el apoyo popular. Debido a esas travesuras electorales y a las violaciones de derechos humanos que le siguieron, muchos ciudadanos venezolanos, así como la mayoría de los gobiernos de Occidente, se rehúsan a reconocer la legitimidad de Maduro como presidente.

Venezuela, supermercadosA medida que las protestas generalizadas entran en su cuarto mes, una cosa se ha vuelto muy clara: el experimento de Venezuela con el socialismo ha sido un fracaso rotundo. La inflación anual es mayor al 80.000 por ciento y se estima que aproximadamente el 90 por ciento de los venezolanos ahora vive en la pobreza. La escasez de alimentos ha significado que el venezolano promedio pierda más de 11 kg, a pesar de la continua expansión de la cintura de Maduro. Los escuadrones asesinos del gobierno se han desplegado por la capital, ejecutando a los opositores del régimen. Sin embargo, es importante recordar que las condiciones en Venezuela no siempre fueron así de trágicas.

Entre 1958 y 1999, Venezuela fue una democracia – aunque imperfecta. El país sufría de corrupción, pero los venezolanos no sufrían de escasez de alimentos o de violaciones masivas a los derechos humanos. Según los estándares regionales, Venezuela contaba con una economía relativamente de libre mercado. A principios de la década de 1950, el producto interno bruto de Venezuela era uno de los más altos del mundo, más alto que el de EE.UU. y tres veces mayor que el de Chile. Hasta 1982, Venezuela fue considerado el país más rico de América Latina.

Para apreciar completamente el declive de Venezuela es útil comparar su destino con las mejoras políticas y económicas que experimentó el pueblo de Chile.

La historia de éxito de Chile inició en la mitad de los años setentas, cuando el gobierno militar abandonó el socialismo e inició la implementación de reformas económicas. En 2016, Chile fue la decimoquinta economía más libre del mundo. Mientras tanto, Venezuela, pasó de ser la 15ª economía más libre del mundo en 1975 a ser la menos libre en 2016 (Human Progress no cuenta con datos de Corea del Norte, economía que es notoriamente menos libre).

 

 

A medida que la libertad económica aumentó en Chile, también aumentó el ingreso per cápita(ajustado a la inflación como paridad del poder adquisitivo), que pasó de ser el 32% del venezolano en 1975 a ser 287% del mismo en 2019. Entre 1975 y 2019 la economía de Chile creció un 293% mientras que la de Venezuela se contrajo un 54%.

 

 

Con la expansión de su economía, Chile también pudo proveer una atención médica buena. En 1975, la mortalidad infantil de Chile era 29% mayor a la de Venezuela. Para 2017, cuatro veces más niños murieron en Venezuela por cada 1.000 nacidos vivos.

 

 

Con la disminución de la mortalidad infantil y la mejora en la calidad de vida se produjo un aumento en la expectativa de vida. En 1975, los venezolanos vivían más que los chilenos. En 2017, un chileno típico vivía cinco años más que el ciudadano promedio de la República Bolivariana.

 

 

Adicionalmente, más habitantes chilenos de ambos sexos llegan a la vejez. Cuando se jubilan, los chilenos disfrutan de un sistema de seguridad social privado que fue implementado por el distinguido Académico Titular de Cato, José Piñera. El sistema genera un retorno promedio de 10 por ciento al año (en lugar del 2 por ciento generado por el sistema de seguridad social estatal en EE.UU.).

 


 

Finalmente, consideremos la democracia. En su libro de 1944, Camino de servidumbre, el economista austriaco Friedrich Hayek explicó que el intervencionismo económico lleva a ineficiencias masivas y a largas filas afuera de las tiendas vacías. De esto resulta un estado de crisis económicas, el cual conduce a un clamor por todavía más intervencionismo económico.

 

 

Pero aumentar el control estatal de la economía es contrario a la libertad. Primero, no puede haber acuerdo sobre un plan económico en una sociedad libre. Como tal, la centralización de la toma de decisiones económicas debe acompañarse de la centralización del poder político en una pequeña élite. Segundo, mientras la economía se deteriora, los regímenes autoritarios que están decididos a permanecer en el poder deben silenciar a sus disidentes –encarcelándolos o asesinándolos.

El deterioro político y económico de Venezuela ha seguido el patrón que Hayek describió en 1944. En Chile, en contraste, el libre mercado dispersó el poder económico entre miles de chilenos que obligaron a la junta militar que gobernó el país entre 1973 y 1990 a ceder a la democracia. Hoy, Chile es tanto económicamente como políticamente libre.


 

* Alexander Hammond es asistente en investigación económica en el proyecto HumanProgress.org.


 

Sobre Marian L. Tupy

Analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute. Editor del sitio web Human Progress.