El veto de Trump a la Resolución sobre la Guerra en Yemén resguarda los intereses estadounidenses
El martes pasado, el presidente estadounidense Donald Trump rechazó los esfuerzos personificados...
El martes pasado, el presidente estadounidense Donald Trump rechazó los esfuerzos personificados en ciertos congresistas, el cual buscaba retirar el respaldo de los Estados Unidos a la guerra en Yemén, en un proyecto que hubiese obligado a EE.UU. a cesar el apoyo que brinda a la coalición liderada por Arabia Saudita, y que combate a los rebeldes hutíes -respaldados por la República Islámica de Irán. En su explicación para el veto, Trump refirió:
Esta resolución es un intento innecesario y peligroso que buscaba debilitar mi autoridad constitucional, poniendo en riesgo las vidas de ciudadanos estadounidenses y a valientes soldados, tanto en el presente como en el futuro.
Claramente, Trump contaba con argumentos legales, constitucionales y de política exterior para ejercitar su derecho al veto.
Por principio, la explicación presidencial desafío el empleo del Acta sobre Poderes para la Guerra (War Powers Act, o S.J. Res. 7) como sustento legislativo, porque las fuerzas militares estadounidenses no se encontraban involucradas abiertamente en las hostilidades registradas en Yemén, amén de desplegar operaciones militares casuales contra al-Qaeda y fuerzas asociadas -lo cual está explícitamente exceptuado de la legislación. Tal como lo afirmara el presidente estadounidense:
Esta resolución conjunta es innecesaria porque, amén de las acciones contraterroristas contra al-Qaeda en la Península Arábiga e ISIS, Estados Unidos no se encuentra involucrado militarmente en las hostilidades que afectan hoy a Yemén.
De igual manera, Trump se propuso resguardar su autoridad constitucional en su rol de comandante en jefe de las fuerzas armdadas, tal como en reiteradas oportunidades en el pasado, los presidentes debieron lidiar con los desafíos que emergen de la autorización para conflictos bélicos. Su argumento en favor del veto expresó:
Pero la Resolución 7 S.J. también es peligrosa. El Congreso no debería buscar prohibir el despliegue de determinadas operaciones tácticas, como ser el proveer de combustible a aeronaves en vuelo, o el exigir que el involucramiento militar adhiera a márgenes de tiempo arbitrarios. El hacerlo interferiría con la autoridad constitucional del presidente en su rol de comandante en jefe de las fuerzas armdas, y pondría en peligro a nuestro personal militar, al reducirse su capacidad para, eficiente y efectivamente, conducir operacioens militares, o bien retirarse de manera ordenada en el lapso de tiempo necesario.
Un instrumento romo que hubiese recompensado a la República Islámica de Irán
El veto del mandatario estadounidense se encuentra plenamente justificado, también en el terreno de la política exterior. La resolución en torno de la Guerra de Yemén, con origen en el Congreso, es un instrumento romo que hubiese inflingido un severo daño colateral contra una serie de intereses nacionales de los Estados Unidos en Oriente Medio.
En los hechos, y a partir de esa norma legislativa, Estados Unidos hubiese abandonado a los aliados que combaten en Yemén, con la meta de defenderse a sí mismos y de restaurar al gobierno -reconocido internacionalmente- de Yemén, el cual fuera derribado en 2015 por rebeldes hutíes respaldados por Irán, en lo que constituyó un sangriento golpe que violó un cese al fuego ordenado por Naciones Unidas.
La Administración Trump ya había dejado de proporcionar combustible en el aire para aeronaves saudíes involucradas en el conflicto de Yemén, en tanto Washington ya había llamado a un acuerdo negociado. Pero Estados Unidos, en rigor, no puede permitirse el abandonar a sus aliados, y simplemente esperar que tenga lugar un resultado favorable. El debilitar al gobierno yemení y a la coalición liderada por Riad hubiese comprometido todos los esfuerzos de Naciones Unidas que convocaban a una salida negociada del escenario bélico.
No es un secreto para nadie que muchos en el Congreso vieron la oportunidad del voto como un medio para castigar a Arabia Saudí por su involucramiento en la muerte del periodista Jamal Khashoggi, registrado en octubre pasado. Pero la medida hubiese reprendido no solo a Arabia Saudita, sino también al gobierno de Yemén, y a otras naciones que combaten contra los rebeldes hutíes en el seno de la coalición liderada por Riad, entre ellos, a los Emiratos Arabes Unidos, Bahrein, Kuwait, Egipto, Jordania, Marruecos, Senegal y Sudán.
Una puesta a término del respaldo estadounidense también hubiese beneficiado a la República Islámica de Irán, que lidera el respaldo a los rebeldes hutíes. Irán se ha propuesto transformar al Movimiento Hutí Ansar Allah en el 'Hezbolá de Yemén' -construyendo una amenaza permanente de seguridad para la estabilidad regional, escenario que hubiese colisionado directamente con los intereses estadounidenses.
Según se ha informado, Irán le ha transferido a los hutíes sofisticados misiles balísticos, aeronaves no tripuladas o drones, y dispositivos a control remoto que portan explosivos (estos han sido empleados contra ciudades, aeropuertos y otros objetivos civiles en Arabia Saudí y los Emiratos Arabes). Dadas las consecuencias eventuales que hubiesen surgido de un abandono de los aliados estadounidenses, no sorprende por qué el Pentágono y el Departamento de Estado interpusieron marcados esfuerzos por continuar el respaldo a la coalición liderada por los sauditas.
En rigor, el Congreso carece de los votos para poner fuera de juego el veto de Donald Trump, de tal suerte que la política de la Casa Blanca se mantendrá. La Cámara de Representantes aprobó la medida, a comienzos de este mes, por 247 contra 175 votos, mientras que el Senado votó a favor, con 54 votos versus 46. No obstante, la Administración Trump habrá de seguir con atención los esfuerzos legislativos que buscarán reinsertar restricciones.
Artículo original, en inglés, aquí
Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.