INTERNACIONALES: ANDREW DAVIS

Reino Unido: el Brexit, al borde del abismo

El pasado lunes, la primer ministro británica Theresa May admitió que aún no existe el respaldo suficiente...

29 de Marzo de 2019
El pasado lunes, la primer ministro británica Theresa May admitió que aún no existe el respaldo suficiente para confirmar su acuerdo sobre el Brexit; sin embargo, su postura es la única que prevalece en el gobierno.
 
Siendo que hay mucho en juego para la Gran Bretaña y el tiempo se agota, la primer ministro insiste en su obtusa prerrogativa que se sintetiza en la sentencia: 'Apóyenme, o habrá consecuencias'.
 
Theresa May y el BrexitEl Reino Unido abandonará la Unión Europea el 12 de abril, de no registrarse un acuerdo entre el parlamento británico y la Unión Europea. Previamente, la fecha de salida se había pautado para el 29 de marzo, pero May se garantizó una demora de dos semanas, a los efectos de convencer a los miembros del parlamento para que respalden su formato de convenio.
 
La fecha del 29 de marzo fue suscripta en la legislación del Reino Unido dos años atrás, y May supo citarla en más de un centenar de oportunidades. Sin embargo, solo fue necesaria una reunión en Bruselas para modificar todo aquello, conforme la Gran Bretaña sigue, en la práctica, situada bajo la supremacía de la legislación de la UE.
 
Al día anterior, May llevó a cabo una presentación espontánea ante los medios de comunicación, para declarar ante la ciudadanía que la impasse del Brexit era responsabilidad plena de los miembros del parlamento, que no habían respaldado su versión para el acuerdo. El culpar y endilgar responsabilidades a las mismísimas personas que luego necesitará para la próxima votación no se encuentra entre sus medidas más inteligentes.
 
La semana ya había comenzado no demasiado bien para ella, cuando el Vocero de la Cámara, John Bercow, echó mano de una normativa parlamentaria que data del año 1604 a los efectos de impedir que la legislación principal del gobierno sea planteada ante el parlamento por tercera vez, conforme no iba a ser sustancialmente diferente de la que perdió por 149 votos.
 
Mientras tanto, las tensiones en el país se incrementan, siendo que numerosos miembros del parlamento están experimentando un sonoro rechazo de parte de sus mandantes, por fracasar a la hora de garantizarles el Brexit. Esto empujó a Bercow a compartir una sorprendente declaración de garantías en la Cámara de los Comunes, en donde dijo 'Ninguno de Ustedes es un traidor'. Los miembros, asimismo, recibieron la recomendación de no trasladarse en soledad, y de solicitar taxis para regresar a sus respectivos domicilios.
 
En efecto, este tema se ha vuelto serio; en el ínterin, los conductores de camiones planean tomar acciones directas para bloquear autopistas principales en el Reino Unido, en protesta por la decisión gubernamental tendiente a obstaculizar el verdadero Brexit, en su opinión. Jacob Rees-Mogg, euroescéptico y miembrto del parlamento, ha publicado en la red social Twitter: 'La lucha entre el pueblo y el parlamento continúa'.
 
 
La pasada semana se contabilizaron mil días desde que la ciudadanía británica votó a consciencia para abandonar la Unión Europea; sin embargo, el parlamento aún registra una abrumadora mayoría en favor de permanecer en el bloque. Lo cual consigna que el Reino Unido, al menos de momento, ha dejado de tener una democracia representativa, considerándose que algunos miembros del cuerpo legislativo efectivamente se han rebelado contra los deseos de sus votantes.
 
El Partido Conservador debe asumir sus responsabilidades ante este escenario. Si, durante las negociaciones de 2016, se hubiese designado a un primer ministro cuya preferencia fuera la de abandonar la UE (un 'Leaver') antes que a May, confesa simpatizante de permanecer dentro de la UE (una 'Remainer'), todo pudo haber sido muy diferente.
 
En lugar de ello, Theresa May ha buscado mantener a la Gran Bretaña lo más alineada posible con la UE, en tanto depositó al país en un sendero que lo forzará a pagar un enorme costo, de 39 mil millones de libras esterlinas. Adicionalmente, sus posturas han sido respaldadas por servidores públicos que se han declarado como 'Remainers' y, al menos inicialmente, ha contado con el beneplácito de los medios de comunicación.
 
Apenas meses antes del referéndum por el Brexit en junio de 2016, el entonces primer ministro David Cameron ordenó el envío de panfletos a todos los hogares del Reino Unido, en donde afirmaba a los ciudadanos: 'El gobierno entiende que está en el mejor interés del país el permanecer en la Unión Europea'. El material -que fuera pagado por los contribuyentes- también declamaba: 'Esta será una decisión generacional', y remataba: 'El gobierno implementará la decisión que Usted tome'.
 
Tras lo cual, no asombra que las conversaciones posteriores en torno de una segunda votación, y que cortejan con demorar u obstaculizar el Brexit hayan provocado una marcada ira entre el público.
 
En efecto, la campaña con panfletos fue controvertida, dado que tuvo costos por encima de las 9 millones de libras, además de los fondos necesarios para llevar a cabo el referéndum. No obstante ello, Cameron lo calificó como panfleto con información gubernamental, de tal suerte que no fuera computado como gastos de campaña.
 
A pesar de semejante 'contabilidad creativa', el esfuerzo fracasó a la hora de torcer el rumbo de la elección. Al día de la fecha, el gobierno continúa incumpliendo las promesas compartidas.
 
Los 'Remainers' en el parlamento tienen sus propios planes, que consisten en votar vías alternativas al acuerdo de May, incluyendo el abandono masivo del Brexit. De tal suerte que será interesante ver si acaso Bercow implementa la regla del año 1604 para hacer a un lado esas cuestiones, nuevamente. Muchos de esos planes ya han sido oportunamente debatidos y derrotados.
 
El 23 de marzo, centenares de personas se agolparon en la periferia del parlamento británico para exigir un segundo referéndum. En la superficie, se trató de un ejercicio democrático para manifestarse pacíficamente.
 
Pero aquellos ciudadanos no solo se apersonaron allí para protestar contra el gobierno, sino para intentar dar vuelta el veredicto de una votación legal que se llevó a cabo en toda la Gran Bretaña. En rigor, se manifestaban contra un sistema democrático que no es de su agrado.
 
¿A alguien le resulta familiar este escenario?



* El autor, Andrew Davis, es productor de televisión y desarrollador de guiones en Gran Bretaña. El enlace original al artículo en inglés, aquí.