INTERNACIONALES : JUAN DAVID ESCOBAR CUBIDES

Colombia: la mala hora del farsante Gustavo Petro

El incendiario senador y ex candidato a la presidencia de la República de Colombia, Gustavo Petro...

06 de Diciembre de 2018

El incendiario senador y ex candidato a la presidencia de la República de Colombia, Gustavo Petro, está padeciendo el rigor de la desolación y del escarnio social. Hasta hace pocos días, titular de una relativa atalaya moral, personero de aparente integridad y transparencia, terminó encontrándose inmerso en la picota pública a partir de unos fajos de dinero, en lo que consigna un escenario abrumador. De la misma manera que lo es, padecer una sanción fiscal de miles de millones y un fallo ad portas de un alto tribunal, que seguramente lo sepultará de cara a cualquier eventual aspiración política, verbigracia, su malhadada meta presidencial. 

Gustavo Petro recibiendo dinero negro, FARC, Guerrilla colombiana, El TiempoEn efecto, Petro es protagonista central de una fatídica pesadilla; el líder de la 'Colombia humana ni siquiera se encuentra en capacidad de retroceder para ocultar semejante oprobio. Se asiste a una serie de innegables cuestionamientos, respaldados por hechos meramente objetivos. 

En primer término, sobrevino la sanción de la Contraloría Distrital de Bogotá, por ocasionar un detrimento económico al distrito capital, disminuyendo irresponsablemente el costo del servicio de Transmilenio. En segundo orden, por recibir el mencionado un dinero con toda probabilidad no declarado ante la ley, bien sea a título de donación o préstamo, proveniente según Petro del cuestionado arquitecto Simón Vélez, y según la versión de un abogado penalista del mafioso alias ‘El Loco’ Barrera. El arquitecto manifiesta no haberle prestado cifra alguna, y el abogado patrocinante adujo sólidos elementos fácticos y jurídicos para interponer su denuncia. 




¿A quién creerle?

En cualesquiera de los casos, no deja de ser inadmisible ver a un alto servidor del Estado, dizque alternativo por su rectitud, metiendo ocho gruesos fajos de billetes en una tula de plástico, mientras sonríe en medio de la clandestinidad cual desaprensivo bribón. Allí, sin duda alguna, debe haber algún torcido. De tal suerte que la investigación del abogado De La Espriella arrojó serias hipótesis en torno de la rampante ilegalidad, conforme muy probablemente se trataba de un vídeo del año 2009, y no del 2005. 

De manera que, si así lo fuere, no ha prescrito aún la acción penal y, de registrarse una conducta ilícita, el ex guerrillero podría ser procesado. No obstante, más allá de esto, lo curioso es que Gustavo Petro, quien tanto se ufanaba de su pretendida honestidad, haya incurrido en la misma práctica de los politiqueros tradicionales. El hombre se creía diferente pero, ahora mismo, todas sus afirmaciones en torno de su postura transparente pueden, perfectamente, cuestionarse de principio a fin.

Adicionalmente, su farsa ha quedado expuesta y en absoluta evidencia, al punto de compartir marcadas incoherencias y contradicciones en sus más recientes expresiones; en su último pronunciamiento, llegó a bordear el absurdo, a saber, afirmando que el cuestionado arquitecto Simón Vélez guardaba su dinero en tarros de la cocina; que un supuesto hacker capturó el video; que alguien quería extorsionarlo por cuestiones laborales; y que un amigo le consiguió los cuestionados fondos. Y, acaso lo más infame de todo: que el propio protagonista de este episodio sabía perfectamente que lo estaban grabando, pero prefirió guardar silencio, a los efectos de contar con un registro sobre lo padecido. En pocas líneas: mentiras que recorren la totalidad del abecedario.  

Ahora, bien; haciendo honores al debido proceso, es menester que se adelanten las investigaciones correspondientes, sin caer en el prejuzgamiento. De todas maneras, a muchos analistas en Colombia les cabe hoy la sospecha de que una retorcida conducta debe hacerse acreedora a toda la atención del público. Claro está, sin descuidar otros asuntos claves como Odebrecht. 

Entretanto, algunos han sugerido que sería una idea interesante consultar a Claudia López, a Jorge Robledo y a Daniel Quintero, candidato a la Alcaldía de Medellín, que posición objetiva les merece el asunto bajo tratamiento. Hasta ahora, han optado por guardar silencio, lo cual parece no tener nada de espontáneo. La ciudadanía los ve con el rabo entre las patas, y carentes de argumentos a la hora de defender a su compañero.

Al cierre, el análisis consigna la necesidad de certificar este doloroso golpe que acusa, por estas horas, el populismo -lo cual conmemora aquel viejo refrán sobre el lobo con piel de cordero.


 

Sobre Juan David Escobar Cubides

Escobar Cubides reside en Medellín (Colombia), y se desempeña como Editor político en el sitio web Al Poniente, colaborando también con análisis sobre la realidad política colombiana en otros medios de comunicación de la región.