INTERNACIONALES : JUAN DAVID ESCOBAR CUBIDES

Hacia el fracaso del socialismo latinoamericano

Conforme es sabido -y numerosos ejemplos en el globo ofrecen testimonio al respecto-, los modelos económicos prósperos...

08 de Noviembre de 2018
Conforme es sabido -y numerosos ejemplos en el globo ofrecen testimonio al respecto-, los modelos económicos prósperos se exhiben como plenamente respetuosos de la economía liberal, del libremercado, de la iniciativa y la propiedad privadas. Los enumerados son baluartes inherentes a las economías que gozan de buena salud e en cualquier Estado desarrollado o incluso en vías de desarrollo, habida cuenta de que no existen otras vías para consolidar un crecimiento genuino. En tal sentido, la política económica de las naciones está llamada a madurar y evolucionar para, ostensiblemente, cumplir con las necesidades que abundan entre los distintos conglomerados. Sin embargo, este objetivo solo puede conseguirse un gobierno o gestión determinados proceden a incentivar, de manera efectova, la generación de riqueza por intermedio de la consolidación de un aparato productivo vigoroso para las finanzas estatales.

Populismo y corrupción en América Latina, Kirchner, Lula, RousseffEl compromiso de los gobiernos radica en promover la libre empresa dentro de un marco de legalidad e institucionalidad, toda vez que es la segunda -en tanto bien encaminada- la que genera mayores condiciones de riqueza, empleo y estabilidad en una sociedad determinada. De lo cual emerge que las empresas privadas terminan representando a un estamento que la ciudadanía debe, forzadamente, proteger. La razón es que, sin ellas, la carencia de bienestar conduciría al caos. Un país sin compañías privadas sólidas, o bien que se presenten apabulladas por un excesivo intervencionismo estatal, está condenado -desde los inicios- a la miseria, al hambre y a la pobreza extrema. Es aquí donde pueden rastrearse las explicaciones para certificar el eminente colapso del sistema socialista latinoamericano que, afortunadamente, acusa hoy un acentuado proceso de desgaste.

Dirigentes de la talla de Inázio 'Lula' Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales, los Castro, y Nicolás Maduro, fueron, han sido (y continúan siéndolo) declaradamente nocivos para sus respectivos países. Todos han tenido un común denominador, y éste ha sido el tensionamiento de estatismo desmesurado -el cual, como ya se ha visto, es esgrime como destructor del desarrollo y de la inversión.

En Brasil, la corrupción y la ilegalidad pelecharon abruptamente. En la Argentina, la devaluación del peso fue vulgar y soterrado; en Bolivia, la ignorancia económica de su presidente ha relucido de manera notoria. En Cuba, palabras sobran a la hora de exponer con franqueza la destructiva senda elegida por un degradante régimen totalitario, que se ha esmerado para oprimir el patrimonio social de los ciudadanos. En Venezuela, pues, ni se diga... El dictador Nicolás Maduro encarna una inenarrable antología de perversión y miseria, promocionándose sin ayuda como fiel dignatario del hambre y de la más indignante escasez.

A la postre, será inevitable alegrarse por las buenas nuevas; comenzando por la reciente victoria de Jair Messias Bolsonaro. El mandatario electo, amén de la imprudencia en algunas de sus sentencias, viene acompañado por vientos de racionalidad económica y fiscal: uno de los planes de Bolsonaro coincide con la iniciativa de incentivar el emprendimiento, disminuir la carga tributaria y defender la economía de libremercado. Su principal consultor en este terreno, Paulo Guedes, pondera a la misma como un instrumento efectivo de generación de renta, empleo, prosperidad e inclusión social.

Mientras tanto, en la República de Chile, el empresario Sebastián Piñera se ha trazado importantes retos a criterio de acelerar su sistema económico-productivo, de cara a la generación de rentabilidad y desarrollo sostenible. En la Argentina, Mauricio Macri ha emprendido importantes medidas para sacar a su país del hoyo monetario en el que lo dejó el kirchnerismo personificado en Cristina Fernández.

En Perú, Martín Vizcarra ha arribado al poder portando consigo garantías en materia de estabilidad institucional y económica. En Paraguay, el actual presidente y hombre de negocios Mario Abdo Benítez parece contar con la visión apropiada para invertir y administrar los recursos de su Estado de manera idónea. En la República Oriental del Uruguay, el presidente Tabaré Vásquez se ha caracterizado por poner en marcha políticas de Estado vinculadas a la eficiencia y la probidad en el manejo de los recursos públicos.

Finalmente, en Colombia, el presidente Iván Duque -recién posesionado- llega con buenas intenciones a la hora de materializar un programa de gobierno ambicioso, en el que pretenderá incentivar el emprendimiento, las industrias creativas, la conectividad de las regiones y la libre empresa con un sistema tributario más simple y más efectivo, encaminado a beneficiar el desarrollo empresarial, corrigiendo las inequidades en el proceso. Claro está, teniendo en cuenta que medidas como la ampliación de la base gravable del IVA a la canasta familiar no deben siquiera considerarse, por cuanto resultan en confesamente nocivas para los menos favorecidos del espectro societario.  

Al cierre, se asiste a un progreso institucional que no podrá desmentirse, no solo en Colombia, sino también en los países más importantes de la América del Sur. La transformación de esta región del continente es inminente gracias a la reacción de los diferentes electorados: se trata, en rigor, de ciudadanos que han terminado de comprender que el socialismo solo trae consigo ruina, pobreza e involución -condiciones que nadie en pleno uso de su razón está dispuesto a tolerar. Enhorabuena: el horizonte regional ha virado hacia la prosperidad.


 
Sobre Juan David Escobar Cubides

Escobar Cubides reside en Medellín (Colombia), y se desempeña como Editor político en el sitio web Al Poniente, colaborando también con análisis sobre la realidad política colombiana en otros medios de comunicación de la región.