INTERNACIONALES : RILEY WALTERS & JUSTIN TRAN

En cercanías del G-20, sigue vigente la amenaza de más aranceles estadounidenses contra importaciones chinas

Un informe publicado recientemente podría arrojar algo de luz sobre el próximo round...

02 de Noviembre de 2018

Un informe publicado recientemente podría arrojar algo de luz sobre el próximo round de la guerra comercial que involucra a la República Popular China y a los Estados Unidos de América. De acuerdo a Bloomberg, el presidente estadounidense Donald Trump impondrá nuevos aranceles sobre US$ 257 mil millones en importaciones procedentes de la nación asíatica, si sucediera que el mandatario americano no percibiera posibilidades de emerger satisfecho de su reunión con el presidente chino Xi Jinping, a fines de este mes de noviembre.

Sin embargo, esto contradice un informe publicado la pasada semana, en donde se cifraba que los mandatarios podrían no tratar cuestiones vinculadas al comercio bilateral, si es que China no comparte pistas sobre planes que persigan reformas significativas previo al próximo cónclave del G-20 que tendrá lugar en la República Argentina.

Donald Trump y Xi JinpingCon todo, no sería sorpresivo que ambos informes publicados terminaran siendo verídicos. Desde que fuera lanzada la guerra comercial más de un año atrás, observadores chinos y estadounidenses por igual se han preguntado si acaso la Casa Blanca cuenta con alguna clase de estrategia para negociar con Pekín. Los analistas continúan preguntándose quién dirige la política de la Casa Blanca hacia la República Popular.

Ahora mismo, los informes publicados por los medios de comunicación se refieren a un listado de 142 exigencias que Washington ha presentado ante Pekín -lo cual consigna un sustancioso incremento, al compararse a éste listado con el conocido en mayo pasado. Funcionarios chinos han observado que ellos podrían lidiar con apenas un 40% de las demandas presentadas, en un lapso de tiempo que Washington podría estimar acordable. Otro 40% debería ser tratado a mediano y largo plazo, mientras que las reformas explicitadas en el 20% restante serían, sencillamente, inaceptables.

Toda vez que deviene en improbable que ambos presidentes puedan cerrar algún tipo de convenio para el momento en que se reúnan personalmente, es posible que Xi pueda conceder compromisos creíbles en cuestiones clave, para que luego ambas naciones procedan a negociar sobre los detalles -y que, en momento de llevarse a cabo el proceso de negociación, ninguno de los países reprenda al otro con nuevos impuestos o aranceles. Esto podría implicar que no habría nuevos impuestos sobre los US$ 257 mil millones en mercaderías importadas desde China, y que el arancel actual del 10% -interpuesto sobre US$ 200 mil millones en importaciones- no se incremente al 25% para el 1ero. de enero próximo.

En rigor, si ambos presidentes logran ponerse de acuerdo en este principio, ello dejará aún sin responder a la pregunta de quién, desde el lado de los Estados Unidos, dirige la rueda de consultas. Si la responsabilidad recae sobre el Representante Comercial Robert Lighthizer, ¿contará con el tiempo suficiente para negociar con China, mientras negocia nuevos convenios con el Japón, el Reino Unido y la Unión Europea

Mientras Washington y Pekín continúan dirimiendo sus diferencias en los próximos pocos meses, lo cierto es que no solo los consumidores y el comercio minorista en los Estados Unidos están padeciendo los costos de las políticas arancelarias.

Una encuesta reciente, realizada entre firmas estadounidenses en China, subraya el impacto que los aranceles tienen sobre sus decisiones gerenciales. La rueda inicial por los aranceles sobre US$ 50 mil millones en importaciones con origen chino afectaron, en promedio, a un 63.6% sobre un total de 432 organizaciones estadounidenses consultadas. Un 29.9% de los consultados, señaló que no se vieron afectados, mientras que el 5.1% no se mostró seguro al momento de responder. Solo el 1.4% consignó algún tipo de beneficio positivo. La cifra de aquellos que reportaron un impacto negativo ha crecido; y la cantidad de firmas que consignaron beneficios se precipitó, al estimarse el impacto de la segunda rueda de aranceles sobre US$ 200 mil millones valuados en importaciones que se pusieron en marcha durante septiembre pasado. 

Y, mientras que Pekín no ha tenido la capacidad de contrarrestar los aranceles de EE.UU. dólar por dólar, como se esperaba, computan la diferencia en medidas cualitativas. Más de la mitad de las firmas que respondieron a la encuesta, observaron un incremento en las barreras no-arancelarias. Estas se verificaron en el incremento de inspecciones, tiempos más largos en los trámites aduaneros, y otras medidas regulatorias y burocráticas. Estos costos han afectado significativamente -y de manera preponderante- a firmas dedicadas a la manufactura. Aún cuando se ha observado un incremento en la demanda de tales productos -hubo más pedidos previo a la segunda rueda de aranceles-, las organizaciones están verificando una reducción tanto en las ganancias como en los retornos sobre la inversión.

El efecto más marcado se condice con modificaciones en la oferta. El 30% de las firmas está considerando tercerizar porciones de su cadena de aprovisionamiento, fuera de los Estados Unidos o de China. A diferencia de lo que la Csa Blanca desea, la industria de manufacturas americana en China no están mudando sus operaciones a territorio estadounidense. El 65% de las firmas americanas no tiene planes para relocalizarse fuera de la República Popular. De aquellas que evalúan la posibilidad de relocación, la mayoría considera escenarios dentro del Sudeste de Asia. Solo el 6% ya ha mudado operaciones hacia los Estados Unidos, o bien planean hacerlo debido a la guerra comercial.

Probablemente, el efecto negativo más extendido que comporta la actual política arancelaria, ha sido el incremento de la incertidumbre entre las firmas estadounidenses, a la luz del actual clima económico. Las dudas en torno del futuro de las relaciones comerciales entre los Estados Unidos de América y la República Popular China han empujado al 31% de quienes respondieron en la encuesta a demorar o cancelar inversiones.

Para consumidores y empresas, dentro y fuera de los EE.UU., la guerra comercial es más que mera retórica. Los aranceles ya han comportado costos concretos para ambos.



Artículo original, en inglés, en éste link


* Artículo desarrollado con la asistencia de Justin Tran, miembro del Programa de Jóvenes Líderes en el think tank estadounidense Heritage Foundation (Washington, D.C.)

 

Sobre Riley Walters

Riley Walters es Asistente Investigativo en el Instituto Davis para la Seguridad Nacional y la Política Exterior en el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C.). Es colaborador regular en el medio The Daily Signal.