POLITICA: SERGIO JULIO NERGUIZIAN

Populismo bifronte: la máquina argentina de destruir

El definidor de la Real Academia se habrá topado con un verdadero problema...

18 de Septiembre de 2018
Populismo: tendencia política que pretende atraerse a las clases populares (úsase mayormente en sentido despectivo).

Diccionario de la Real Academia Española de Letras; 2018.


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El definidor de la Real Academia se habrá topado con un verdadero problema: el término se resiste a la precisión escrupulosa, por la sencilla razón de que resulta, esencialmente, ambiguo. La  reciente difusión universal del vocablo produce la sensación de que es extremadamente joven, aunque los elementos distintivos remiten a antiguas prácticas de los escaladores de la pirámide del poder. O quizás, mejor: del Poder.

En la América Latina, el fenómeno adquiere proverbial magnitud y es tal su peso específico en la historia de la región, que parece legítimo referirnos a un populismo a la latinoamericana. Algunos de los rasgos característicos de este objeto del análisis político están incluídos en la siguiente lista:

1. El régimen populista escapa o supera la clasificación en términos de izquierdas y derechas. Se trata de una cualidad notable en tanto señala la vulnerabilidad científica de la dicotomía clásica: entrados ya al siglo XXI, es hora de reducir el planteo binario a dimensiones modestas y en decadencia. 'Lo común a todo populismo no es una ideología substancial—derechas e izquierdas—por ejemplo, sino una estrategia para acceder y conservar el poder, lo cual le permite cobijar ideologías muy distintas, siempre que coincidan en que la causa de todos los males es una y sólo una, sea el zar o el rey, la propiedad, la religión, la oligarquía financiera, las élites políticas o la opresión nacional. Siempre debe ser una causa simple, emocionalmente sencilla de entender y racionalmente difícil de explicar con buenos argumentos' (1).

2. El sistema requiere de una conducción fuertemente personalizada: puede tratarse de un individuo con aptitudes carismáticas para el control de masas, o de una figura relativamente gris pero, en todo caso el acceso al Poder se alcanza imponiendo una figura, una personalidad que es preferida con frecuencia como salida a una crisis de envergadura, con poca o nula relevancia del programa de gobierno expuesto apenas formalmente a la consideración de las mayorías relativas. 

Populismo latinoamericano3. 'Un tipo de comportamiento recurrente de los Estados latinoamericanos que sirve para explicar una "inestabilidad macroeconómica"... se advierte "en los episodios inflacionarios,las crisis en la balanzas de pagos y los penosos esfuerzos de estabilización…", por lo que 'han intentado resolver los problemas de la desigualdad del ingreso mediante el uso de políticas macroeconómicas demasiado expansivas'. (2)

4. Podemos adelantar nuestra tesis en torno a la cuestión central que plantea el populismo: éste consiste en anticipar el acceso masivo de bienes y servicios asociados al mejoramiento del nivel de vida de la base de la pirámide poblacional, previo a contar con los recursos genuinos que garanticen su financiamiento, sin apelar al endeudamiento vía créditos externos o apropiaciones de ahorro interno. Esta matriz de comportamiento requiere del protagonismo del Estado como actor principal, regulador e interventor, de modo tal que los actores del mercado permanezcan satelizados en torno suyo.

5. La relación promiscua del Estado con los jugadores privados deviene con frecuencia en un régimen de sobornos y comisiones que hallan justificación pseudo-ética en ambos socios. El Gobierno ha encontrado una vía no formal para hacerse de los recursos que requiere la consolidación del plan de redistribución de riquezas en el que se halla empeñado,sin perjuicio del enriquecimiento personal de los principales personajes de la elite empoderada. A su vez, el capital de los particulares acepta el convite, porque rechazarlo lo expulsa del mundo de los negocios, reducido a transacciones con el Estado o al goce de privilegios y prebendas en buena medida. Empujado a la opción 'convalidar o extinguirse', la decisión es previsible: el derecho a la supervivencia legitima la conducta y autoriza el reclamo de ser tolerada.

6. El populismo procura instalar en la conciencia colectiva la convicción de que la vía elegida es la única con virtualidad suficiente para superar los estragos de la crisis. El régimen requiere la permanencia del estado de crisis y riesgo de colapso de la unidad nacional a manos del enemigo. La elección de este último se hace sobre una amplia oferta de alternativas, utilizadas discrecionalmente de acuerdo al contexto espacio-temporal: imperialismos, organizaciones secretas, capital transnacional, conspiraciones de toda laya, amenaza de guerra civil, acreedores de la usura internacional y decenas de monstruos ad-hoc cuya enunciación terminarían por fatigar el lector.

7. El modelo suele plantear 'la crisis terminal de los sistemas de representación popular'. Los partidos políticos son presa fácil de la campaña, montada sobre el desaliento genuino de las mayorías en torno al incumplimiento de las promesas electorales y al inmediato enriquecimiento ilícito de la clase política, convertida en casta impenetrable que obstaculiza la renovación de las dirigencias.
'La crisis de representación política es una condición necesaria, pero no una condición suficiente del populismo. Para completar el cuadro de situación, es preciso introducir otro factor: una "crisis en las alturas", a través de la que emerge y gana protagonismo un liderazgo que se postula eficazmente como un liderazgo alternativo y ajeno a la clase política existente. Es él quien, en definitiva, explota las virtualidades de la crisis de representación, y lo hace articulando las demandas insatisfechas, el resentimiento político, los sentimientos de marginación, con un discurso que los unifica y llama al rescate de la soberanía popular expropiada por el establishment partidario... En su versión más completa, el populismo comporta, entonces, una operación de sutura de la crisis de representación por medio de un cambio en los términos del discurso, la constitución de nuevas identidades y el reordenamiento del espacio político, con la introducción de una escisión extra-institucional'. (3)

8. En la variante populista de izquierda, se promueve el estado de movilización y agitación permanente. La cúpula de la Administracion central alienta el diálogo directo con las bases, a fin de aislar la intermediación de las burocracias partidarias. La desacreditación de los profesionales de la política conlleva la intención de suprimir el debate crítico de las estrategias del Estado populista. A fin de alcanzar sus fines, se impone la necesidad de control y manipulación de la opinión pública: el manejo de recursos generales, como la inversión de pautas publicitarias con criterio arbitrario y selectivo, cumple el rol propuesto.

9. En la vertiente populista de derecha, la propaganda tendiente a legitimar el ejercicio del Poder suele centrarse en la obra pública, un discurso materializado que es recibido con beneplácito por la franja social que constituye su base electoral. Puentes, autopistas, iluminación de avenidas e innovación en ingeniería de las comunicaciones satisfacen la obsesión de la burguesía por el aprovechamiento productivo del tiempo, así como el resguardo de su patrimonio y de su persona frente al riesgo de ataques y agresiones. La movilización y la épica de la causa nacional que alienta el populismo de izquierda es sustituído por el relato del cemento y la innovación en medios de comunicación. A fin de que los sectores sumergidos valoren positivamente el programa de inversiones, una porción del presupuesto se destina a mejoras en el hábitat que ocupan, al tiempo que se imponen eslóganes del tipo 'las principales víctimas de la inseguridad son los pobres'.

10. La consolidación del régimen populista requiere, inexorablemente, de un proceso de endeudamiento creciente tendiente a satisfacer las demandas de una sociedad gozosamente hipnotizada, a la que se le oculta el precio real del banquete anticipado hasta el trágico instante en que la ilusión implosiona. Es probable que, en algún momento, los responsables del Gobierno adviertan la inminente colisión brutal contra la realidad, pero dos circunstancias suelen impedir una corrección del rumbo: a) la situación ha degenerado hasta un punto en que el  costo político de un sinceramiento implica que el Gobierno terminará fagocitado por la confesión. Cuando las masas emergen de la embriaguez consumista, no aceptan la nueva disciplina de la austeridad y no dudarán en sacrificar al que, momentos antes, veneraran. Si se convencen de la inevitabilidad de las restricciones, exigirán que al menos otro equipo de dirigentes asuma la deleznable tarea y: b) el sistema de intereses que organiza el populismo en torno a la relación entre Estado y proveedores, burocracia funcional y punteros territoriales condiciona gravemente el margen de maniobra de la Administración. El círculo de beneficiarios se ha apropiado de una parte del poder real y el príncipe es cada día un rehén más sujeto a su prepotencia.

11. La distinción entre populismos de izquierda y de derecha es sin duda una simplificación, pero útil para un abordaje inicial del arduo asunto de la definición del objeto. A criterio de hacer aún más complejo el problema, la estrategia de acceso y retención del Poder que llamamos populismo puede echar mano de recursos de una u otra categoría ideológica, según las circunstancias lo determinen. Será la preeminencia de ciertos y determinados recursos lo que permitirá la adjetivación de derecha o izquierda. El populismo desprecia el dilema ideológico, y si apela a alguna de sus cuestiones centrales, lo hace en tanto y en cuanto puedan ser empleadas como herramientas idóneas para la lucha agonal (acceso al poder) como para la construcción arquitectónica (acopio de poder y perpetuación del modelo). 

12. En cualesquiera de sus versiones, el populismo se caracteriza por una escasa preocupación por la dilapidación del patrimonio acumulado en algún momento y que forma el tesoro del erario público. La concesión jubilosa de privilegios o la exhibición de obras faraónicas, con indiferencia glacial por la cuestión de la sustentabilidad del compromiso financiero que implican, constituyen caracteres que permiten diferenciar este fenómeno como conducta estructural en algunos países, entre los cuales destaca sin esfuerzo el nuestro.
Entre nosotros, el marco constitucional crea un Ejecutivo fuerte, como prefiriera Juan Bautista Alberdi, y que la pseudoreforma de 1994 no se atrevió a alterar. El Presidente de la Nación puede violentar -al menos transitoriamente- la voluntad del Congreso, apelando al veto, llamado académicamente 'facultad del príncipe'. Puede, asimismo, contradecir la voluntad implícita en una sentencia judicial, dictando un indulto que exhime al reo del cumplimiento total o parcial de la condena. Más allá del signo ideológico en el que hipotéticamente pueda encuadráselo, el conductor o la personalidad descollante dispone a su arbitrio el llevar adelante un programa tan pujante como sensato, o bien ceder a la tentación de tomar el atajo de la estrategia populista.

Sin dudas, la peor elección. Al menos, para los intereses de los súbditos.
 
 
Referencias
 
1. Francesc de Carreras; Populismo contra democracia. No son dos sistemas de gobierno distintos, sino dos formas de Estado diferentes. Diario El País (España)9 de abril de 2015. España.
2. Rudiger Dombusch y Sebastián Edwards; conferencia celebrada en el Banco Interamericano de Desarrollo, en mayo de 1990.
3. Juan Carlos Torre, citado por Beatriz Sarlo, La audacia y el Cálculo; pag. 145. Sudamericana, 2011.

 
Sobre Sergio Julio Nerguizian

De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.