INTERNACIONALES : JUAN DAVID ESCOBAR CUBIDES II

Colombia y el odio en el ámbito académico

La academia -tanto en Colombia como en el mundo- es uno de los baluartes más sagrados de la vida humana.

20 de Julio de 2018
La academia -tanto en Colombia como en el mundo- es uno de los baluartes más sagrados de la vida humana. A través de ella, los habitantes de cada Estado cuentan con la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos, investigar y conocer a fondo la ciencia, y, así, mejorar ostensiblemente su condición social.

En Colombia, aquel que goza de la posibilidad de acceder a un programa educativo para formarse es, actualmente, un privilegiado, pues bien conocemos el esfuerzo económico y personal que debe realizar un estudiante y sus familiares para financiar los costos de un programa universitario. Encontrándonos con ello que la educación, más que un derecho, se convierte en un limitado privilegio al que únicamente algunos afortunados pueden acceder. Claro está, si nos referimos a la educación con calidad, puesto que existen programas de pésimo servicio ofertados de manera gratuita a personas de escasos recursos para maquillar la triste realidad. 

Gustavo PetroPero, el problema de fondo surge cuando los jóvenes o adultos que ingresan a la universidad con total entusiasmo -sea la casa de estudios pública o privada- esperan en sus claustros encontrar magníficos docentes que, a diferencia del colegio, gozan de mayor tecnicismo, experiencia y cultura para enseñar un área determinada del conocimiento, sin embargo, dicha ilusión se desvanece cuando en el sagrado ejercicio de la 'libertad de cátedra', algunos ‘formadores’ utilizan su posición de superioridad para incentivar el odio, la perversión y la segregación propia de las posturas ideológicas (izquierda- derecha). 

Tristemente, es común observar a una serie de ‘maestros’ universitarios haciendo uso de sus ‘cátedras’, para despotricar y denigrar de determinados dirigentes, como si a los estudiantes les interesara dicha situación o como si les pagaren para ello. Reemplazan su verdadera labor educativa por cumplir con agendas políticas donde la prioridad debería consistir en desarrollar un debate constructivo, deliberativo y sano antes que incubar en sus alumnos un resentimiento social infundado. Ignoran algunos ‘académicos’ que la academia es sagrada y que, de aquella florece el futuro de la patria, puesto que desde las aulas universitarias se construye el porvenir de la democracia. Por ello, no resulta admisible bajo ningún punto de vista que haya quienes pretendan hacer de dicho espacio una jauría de malévolos en la que no se construye, sino que se destruye. La docencia tiene como fin construir país; no destruirlo. Ni tampoco está allí para estimular rencores enfermizos. 

No obstante, resulta acertado ejercer la libertad de cátedra, no podemos hacer uso de esta para ir a hablar mal de un dirigente político, ni de un Gobierno determinado, pues para ello están las cafeterías o las tertulias organizadas. Ningún padre de familia ni los estudiantes efectúan un esfuerzo semejante de asumir el costo de una matricula universitaria, para que un docente irresponsable utilice su curso de filosofía o de economía con el fin de convocar marchas en contra del presidente electo o de un partido político determinado. Aquel que lo haga está irresponsablemente importunando su labor pedagógica y ello no lo podemos tolerar. Es menester exigir con vehemencia, que el odio sea desterrado del ámbito académico

Ojalá el mensaje de referencia le llegue a cierto docente de universidad antioqueña que ha dedicado su clase a denigrar a partir de cuestiones políticas, y a convocar dizque marchas.

 
Sobre Juan David Escobar Cubides

Escobar Cubides reside en Medellín (Colombia), y se desempeña como Editor político en el sitio web Al Poniente, colaborando también con análisis sobre la realidad política colombiana en otros medios de comunicación de la región.