ECONOMIA INTERNACIONAL: JAMES M. ROBERTS

El cuadro arancelario de Donald Trump debilita a alianzas clave de los Estados Unidos

El denominado Grupo de los Siete fue creado en tiempos de la Guerra Fría por el gobierno de los Estados Unidos de América...

07 de Junio de 2018

El denominado Grupo de los Siete fue creado en tiempos de la Guerra Fría por el gobierno de los Estados Unidos de América, de forma tal que las democracias occidentales que exhibían un rol líder en la economía mundial de mercado (Canada, Francia, Alemania, Italia, el Japón y el Reino Unido) pudiera unirse, a criterio de preservar la libertad económica, incrementar la prosperidad global, y derrotar al comunismo.

Trudeau, TrumpTras registrarse el colapso de la Unión Soviética, en los inicios, el esperanzador emerger del G-7 dio la bienvenida a su otrora enemigo (G7+1) pero, hacia 2014, decidió la expulsión de la Rusia de Vladimir Putin, que probó su agresividad antioccidental. Ahora, nos encontramos en pleno 2018, y el presidente estadounidense Donald Trump está explorando maneras para contener al comunismo, nuevamente. En esta oportunidad, la amenaza proviene de China -la cual, bajo el mandato del presidente Xi Jinping, ha doblado su apuesta para promocionar lo que ha bautizado como 'socialismo con características chinas para una nueva era'.

Xi ha prometido que, como contraprestación por contar con un poder autoritario ilimitado, su programa 'China 2025' dará como resultado un salto hacia adelante en el liderazgo de tecnologías de primera magnitud que, a su vez, definirán la esencia de la economía estadounidense durante el siglo XXI. Entre ellas, la fabricación de aeronaves, la robótica, los semiconductores, los vehículos eléctricos, la biotecnología, la inteligencia artifical y la informática cuántica (quantum computing).

Otros líderes del G-7 comparten la preocupación que Trump porta respecto a China, pero aquéllos se muestran más preocupados en lo inmediato frente a las tácticas desplegadas por el mandatario estadounidense -interponiendo aranceles al comercio no solo versus China, sino también contra otras naciones. A efectos de tratar esta cuestión, los líderes del G-7 se reunirán este próximo fin de semana en Canada. Los otros seis líderes compartieron un mensaje de advertencia, emitiendo un comunicado oficial en el que, con cautela, hicieron notar a los Estados Unidos las consecuencias, de insistir Washington en los aranceles contra las importaciones de acero y aluminio desde Canada, la Unión Europea, y otros países.

El ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, fue citado en su discurso, al caracterizar al próximo encuentro del íderes como 'algo más cercano a un G6+1 que a un G-7' -siendo ese 'uno' los Estados Unidos, líder natural del conglomerado G-7.

Ciertamente, a Trump le asiste la razón al intentar consolidar mejores términos comerciales para la nación que conduce, conforma debe lidiar con las nuevas realidades económicas globales. Pero la imposición de aranceles al aluminio exportado por los socios estadounidenses del G-7 constituye una clara violación de los reglamentos de la Organización Mundial de Comercio -aún si se utilizara meramente como instrumento de negociación que a posteriori lleve a un acuerdo más abarcativo. El modo eventual de consolidar ese convenio es peligroso y contraproducente.

Por ejemplo, Estados Unidos y Canada se han asociado con la meta de explotar sus enormes recursos energéticos, para reducir los costos de la energía para trabajadores y consumidores estadounidenses, reducir la dependencia de energía importada desde sitios políticamente volátiles como Oriente Medio y Venezuela, y generar puestos de trabajo mejor remunerados y valor agregado para productos exportables vinculados a los hidrocarburos de alta refinación.

A criterio de consolidar tales metas, las firmas de energía en los EE.UU. y Canada reposan en el aluminio y el acero para desarrollar su infraestructura. El acero empleado para construir oleoductos, sin embargo, solo es producido fuera de estos países. Tomaría años previo a que los productores estadounidenses puedan manufacturarlos, mientras el sector energético americano perdería su ventaja competitiva en el proceso. En general, estudios citados por el analista estadounidense Stephen Moore (Heritage Foundation, Washington, D.C.) han demostrado que los aranceles interpuestos con el objetivo de resguardar a un aproximado de 140 mil empleos estadounidenses pondrían en riesgo a 5 millones de puestos de trabajo directos e indirectos en industrias americanas que precisan de la importación de acero.

Este ejercicio de control de daños no incluye, por cierto, el impacto negativo marginal que surgiría de un escenario con aranceles retaliatorios contra productos Made in USA anunciados por la UE, Canada, y México. Conforme lo apuntara Moore, otros presidentes estadounidenses en el pasado, incluyendo a Ronald Reagan y a George W. Bush, también experimentaron con aranceles sobre el acero, para luego retirarlos y lamentar esa decisión.

Trump ha probado exhibir un sólido liderazgo a la hora de tomar decisiones valientes -como ser el retirar la participación americana del acuerdo nuclear con Irán, y el haberse retirado del acuerdo climático de París, asuntos que fueron imitados por otros líderes del G-7. De igual manera, Trump logró aprobar una histórica legislación que recortó los impuestos abonados por los contribuyentes estadounidenses, en un momento en que otros líderes del G-7 pujaban por incrementar impuestos. El presidente de los Estados Unidos no debería aprovecharse de la corrección moral que caracterizó a la toma de aquellas decisiones, para luego tomar medidas erróneas en relación al comercio que, a la postre, comprometerán a la economía estadounidense.

En rigor, un G-7 unificado que se mantenga fiel a los valores de la democracia occidental y a su sistema económico de libremercado y libertad económica siempre será el mejor aliado de los Estados Unidos en la batalla económica que arrecia.



Artículo original, en inglés, en éste link

 

Sobre James M. Roberts

Es Analista en temáticas de Libertad Económica y Crecimiento en el Centro para Comercio Internacional y Economía (CITE). Responsable de tareas de investigación, desarrollo y análisis del Indice de Libertad Económica (desarrollado en conjunto entre la Fundación Heritage y The Wall Street Journal). Sirvió durante 25 años en el Departamento de Estado, desempeñándose en el servicio exterior en las embajadas de los Estados Unidos en México, Portugal, Francia, Panamá y Haití