INTERNACIONALES: MACARIO SCHETTINO

Venezuela: tragedia latinoamericana

Lo que ocurre en Venezuela ha mutado ya en una gran tragedia.

19 de Enero de 2018
Lo que ocurre en Venezuela ha mutado ya en una gran tragedia. En términos económicos, se trata del país que padece la mayor inflación en el mundo (dependiendo del momento en que se mida, entre cuatro y cinco mil por ciento anual) y también la mayor contracción del PIB (se estima en 12 por ciento). Tal vez el lector lo desconocía, pero Venezuela tuvo, durante la mayor parte del siglo XX, el mayor PIB per cápita del continente, debido a su gran producción de petróleo. Su capacidad productiva se ha contraído severamente (más que la de México, que ya es decir), y puesto que no producían nada más que pudieran vender en el exterior, no tienen ya dólares ni para pagar deudas, ni para importar. Se registra allí una severa limitación en alimentos y medicinas, y noticias de muertes que pudieron ser evitadas.
 
Oscar Pérez, asesinado en VenezuelaPero el asunto no es sólo económico. Esta semana, las Fuerzas Armadas de Venezuela asesinaron a Oscar Pérez, un piloto militar que ya había denunciado a Maduro como dictador. Pérez, junto con otras personas, fue rodeado por las fuerzas del Estado, pero pudo enviar mensajes a través de redes sociales insistiendo en que quería rendirse y no se lo permitían. No lo hicieron, y lo mataron. El contraste con el levantamiento armado de Hugo Chávez en 1992 no puede ser mayor. Al entonces coronel no sólo le respetaron la vida, le permitieron hablar por televisión y, eventualmente, fue amnistiado. 
 
Lo que se vive en Venezuela -he de insistir- es una tragedia. Hacía ya muchos años que no había dictaduras militares en el continente, y también mucho tiempo que no teníamos un desempeño económico tan terrible. Ambas cosas le ocurren a ese país, gobernado por un personaje claramente incompetente, que llegó al poder (y se ha mantenido en él) gracias a los servicios secretos cubanos. No está de más recordar que Maduro pudo ser presidente interino porque la muerte de Chávez, en La Habana, se ocultó el tiempo necesario para ello. Después, con el control del Ejército y las fuerzas de seguridad, ha impedido cualquier movimiento en su contra. Cabe mencionar que la oposición venezolana no es totalmente inocente de lo que ha ocurrido, por su ya proverbial incapacidad de organizarse.
 
Aunque Nicolás Maduro ha llevado las cosas al nivel trágico actual, es factible demostrar que todo viene del tiempo de Chávez: la destrucción de la petrolera venezolana (PDVSA), el enfrentamiento con los industriales, la dependencia de Cuba, el control de la Asamblea y el Poder Judicial, la compra de la oposición. La propuesta chavista del socialismo del siglo XXI tuvo el mismo resultado que las del siglo XX: una economía que no funciona y una población sometida. Así ocurrió con la URSS, sus satélites, y también con China, Cuba, Vietnam, etcétera. 
 
El que haya políticos mexicanos que defienden la gestión de Chávez y Maduro resulta preocupante. No se me ocurre cómo se puede pensar que la tragedia venezolana sea ejemplo para nadie. Ni encuentro cómo pueden alterarse los hechos y los datos para argumentar algo distinto. Es posible que la cercanía ideológica del nacionalismo revolucionario con el antiimperialismo chavista sea lo que los ciega a la evidencia. Si es así, hay que lamentarlo por ellos, y hay que evidenciarlo, para evitar que la ceguera cunda.
 
Las deficiencias latinoamericanas, especialmente el capitalismo de compadrazgo, la desigualdad que mantiene, y la violencia que le acompaña, exigen solución. Pero el experimento comunista/socialista/bolivariano, no ha resuelto nada, en ningún caso. Ese no es el camino; hemos de buscar otros.

 
Publicado originalmente en El Financiero (México, D.F.)
Sobre Macario Schettino

Se desempeña como Profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en Ciudad de México. Es colaborador editorial y financiero del matutino El Universal. Publica periódicamente en el sitio web del think tank estadounidense The Cato Institute, en español.