INTERNACIONALES: JARRETT STEPMAN

Para el New York Times, el socialismo nada tiene que ver en la devastación en Venezuela

Pues, felicitaciones para el matutino estadounidense The New York Times, por haber...

21 de Diciembre de 2017

Pues, felicitaciones para el matutino estadounidense The New York Times, por publicar una estupendamente detallada pieza, explicando la hambruna masiva y la catástrofe económica que se registra en Venezuela. Conforme apunta el Times, Venezuela cuenta con las reservas petroleras más importantes del planeta; a pesar de ello, atraviesa una crisis de hambruna, exacerbada y oculta por su propio gobierno.

Artículos de uso común, como fórmula para bebés, son prácticamente imposibles de conseguir para el ciudadano promedio, y la crisis está profundizándose. Sin embargo, en el análisis del New York Times brilla por su ausencia cualquier discusión relativa al hecho de que Venezuela es una nación socialista, otrora elogiada por la élite progresista de los Estados Unidos de América. En rigor, solo puede hallarse una mención sobre el partido socialista que regentea el país, hacia el final del artículo

Maduro, CFK, Castro Raúl, Socialismo, Corrupción, HambrunaVenezuela fue alguna vez elogiada por los medios de opinión progresistas—que incluyó a la sección de Opinión del Times- por ser un modelo de resplandeciente éxito. De hecho, y al respecto de las recurrentes críticas sobre los fallos administrativos del entonces presidente venezolano Hugo Chávez, un colaborador del New York Times escribió, en 2012:

Desde que el gobierno de Chávez tomó el control de la industria petrolera nacional, la pobreza se ha reducido a la mitad, y la extrema pobreza, en un 70%. La inscripción en las universidades ha superado el ciento por ciento, y millones de personas tienen ahora acceso a servicios de salud por primera vez, en tanto la cifra de personas seleccionadas para obtener pensiones públicas se ha cuadruplicado.

Menos de una década después, el colapso ha derribado las puertas del país. El presidente venezolano Nicolás Maduro, que alguna vez publicó un editorial en el New York Times, se ha convertido en un dictador, mientras la nación atraviesa un proceso de inflación rampante que en mucho recuerda a Zimbabue. El porcentual de inflación en Venezuela ha trepado al 4.115% hacia fines de 2017, de acuerdo a un informe del ciclo Money -en la cadena CNN-, lo cual ha compelido a más de un analista económico a concluir que la nación sudamericana atraviesa hoy una 'espiral letal'.

Pero, ¿cómo es que Venezuela llegó a este punto?

La respuesta es que el socialismo -fiel a su costumbre- termina malgastando todo el dinero de la ciudadanía. James M. Roberts, fellow de investigaciones en asuntos relativos a libertad económica y crecimiento en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, describió cómo políticas estatales disfuncionales como la nacionalización de industrias y esquemas de redistribución han terminado por destruir lo que alguna vez fue un país floreciente. El sector privado de la economía ha sido barrido casi por completo, y ahora no se encuentra en capacidad de contener siquiera las exigencias más básicas de la población.

Pero no han sido solamente las políticas socialistas las que condujeron hacia la actual catástrofe. Venezuela es una de las naciones más corruptas del mundo, y cuenta con escasísima libertad económica. Así fue que Roberts escribió: 'El puntaje de Venezuela en el Indice de Percepciones sobre Corrupción en Transparencia Internacional lo convierte en el país más corrupto del Hemisferio Occidental, y ello también ayudó a arrastrar a ese país hacia el fondo del Indice de Libertad Económica (preparado por la Fundación Heritage)'.

Así lo apuntó también la analista en política latinoamericana Ana Rosa Quintana, del ya citado think tank americano,  en el sitio web estadounidense The Hill: los líderes de Venezuela se las han arreglado para garantizarse poder absoluto y riqueza, a través de acciones gubernamentales represivas, y convirtiendo al país en una gran empresa criminal. Los líderes en Miraflores se han 'involucrado directamente en actos de corrupción, el tráfico de estupefacientes, violaciones a los derechos humanos, y respaldo para organizaciones terroristas', señaló Quintana.

Por ejemplo, el actual vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, fue recientemente designado como traficante de drogas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, exhibiendo conexiones con organizaciones terroristas de confesión islamista. El Aissami ha sido golpeado por el esquema de sanciones interpuesto por la Administración Trump, y consigna un ejemplo remarcable al respecto de la clase de problemáticas que han corrompido al gobierno de Venezuela. Pero el vicepresidente es apenas uno entre muchos.

A pesar de la retórica igualitaria socialista, la clase dominante en Venezuela se las ha arreglado para enriquecerse y para proteger esa riqueza, a expensas del público. A partir de la corrupción rampante, las promesas relacionadas con el cuidado material proporcionado por un Estado benevolente parecen presentarse atractivas como una alternativa frente al 'capitalismo', toda vez que el capitalismo es definido, de manera reduccionista, como amigos en un gobierno que se involucran en grandes negocios para propio provecho. Así es que, como en el texto 'Granja de Animales' de George Orwell, los nuevos dueños de Venezuela terminan pareciéndose en mucho a los anteriores -pero peores todavía.

El Estado de derecho y la libertad económica suelen combinarse para, en general, constituir el condimento principal de una economía floreciente. Al carecer de ambas, de alguna manera Venezuela saqueó lo que era una mina de oro -sus reservas petrolíferas, para ser más exactos-, en su sendero indetenible hacia la bancarrota, la tiranía, y la hambruna masiva de sus ciudadanos. La riqueza petrolera ha sido empleada para enmascarar los profundos mecanismos disfuncionales que el régimen venezolano oculta bajo la superficie.

Acaso estos datos debieran converger hacia un violento despertar, para convocar a los jóvenes de Venezuela. Estos, cada vez en preocupante mayoría, afirman que prefieren vivir bajo el socialismo o el comunismo antes que bajo el capitalismo. Los fallos del socialismo del pasado siglo deberían ser más que suficientes para alertar, por ejemplo, a muchos ciudadanos estadounidenses, al respecto de que esa fracasada filosofía política, que opera en contra de la naturaleza humana, jamás puede esgrimirse en solución para problema alguno. Pero, si la historia no cumple su rol de ofrecerse como sana guía, entonces, la comprobación moderna de otro país que se inmola ante el socialismo, que solo tiene hambruna para ofrecer a su pueblo y que destruye cualquier medida de democracia real, debería alcanzar -y sobrar- como evidencia.



Artículo original, en inglés, en http://dailysignal.com/2017/12/20/new-york-times-left-socialisms-role-report-venezuelas-devastation/

* El autor, Jarrett Stepman (@JarrettStepman) es Editor en el sitio web estadounidense The Daily Signal.