INTERNACIONALES: TED BROMUND

Los fallos del Tratado sobre Comercio de Armamento

La tercer Conferencia Anual de Estados Miembro del Tratado...

19 de Septiembre de 2017

La tercer Conferencia Anual de Estados Miembro del Tratado para el Comercio de Armameto tuvo lugar la pasada semana en Ginebra, Suiza.

Conforme mencionáramos el pasado martes, muchas de las naciones signatarias del tratado, que promociona la exigencia de regulaciones en el comercio convencional de armamento, ni siquiera están pagando sus facturas. Pero hay más que dinero detrás del convenio. En su esencia, resposa el argumento de que el comercio de armas precisa de mayor transparencia, y que los informes ordenados por el tratado buscan consolidarla.

Angela KaneLas naciones que firman y ratifican el tratado portan consigo la exigencia de remitir un informe inicial sobre su cumplimiento con el convenio, y un informe anual que ilustre exportaciones e importaciones de armamento convencional, tipificados en el tratado.

Veamos cómo esos países cumplen con las obligaciones exigidas.

Pobremente, para resumirlo en una palabra. De los 92 firmantes, 85 deben hoy su informe inicial. Solo 61 naciones (el 72%) han remitido sus reportes. Más aún, seis de esos informes son de carácter secreto, lo cual los convierte en irrelevantes a los efectos de la transparencia.

De la totalidad de los países que han enviado sus informes, 36 (esto es, el 59%) se localizan en Europa. Los informes provenientes del resto del mundo, en el mejor de los casos, son limitados.

El cuadro general devuelto por los informes anuales tampoco es mejor, e incluso peor. Un mínimo de 61 países debe sus informes respectivos para el año 2015, y solo 48 (el 79%) han enviado uno. Al menos 75 países deben sus informes de 2016, y solo 47 (el 63%) ha enviado al menos uno. Tres de esos informes son secretos, mientras que otros seis excluyen información comercialmente sensible.

Nuevamente, Europa domina el espectro de naciones que informan lo que les es exigido. De los informes enviados para 2016, 33 (el 70%) pertenecen a naciones europeas. Países desarrollados como Australia siguen el ejemplo, como prácticamente el único países no perteneciente a Europa que remite sus documentos.

Solo siete naciones del mundo en desarrollo -Burkina Faso, El Salvador, Liberia, Islas Mauricio, Panamá, Seneal y Sierra Leona- enviaron sus informes sobre 2016. Lo que sea que el tratado esté haciendo, lo cierto es que no hace mayor cosa por nadie en el Tercer Mundo.

Es posible que lleguen más informes sobre el ejercicio 2016, pero debieron ser enviados hacia fines de mayo, de tal suerte que los países que no han informado, registran una demora injustificable. Siete naciones que informaron en 2015 aún no han enviado su documentación sobre 2016, mientras que solo cuatro países eludieron informar sobre 2015, y comenzaron a hacerlo en 2016.

En resumen, es casi seguro que el porcentaje de Estados firmantes que envían el informe anual exigido evitarán hacerlo para el período 2016, y es más que posible que la cifra de informes muestre una aguda declinación -a pesar del hecho de que 14 países más accedieron al tratado en 2015 y, como tales, deben su informe sobre 2016.

Y, naturalmente, ninguna de estas estadísticas dice mucho sobre si acaso o no los informes son precisos. Problemática por la que los defensores del convenio, curiosamente, exhiben escaso interés. No se muestran particularmente felices sobre los seis informes que excluyeron información sensible, pero dos de esos seis informes provinieron de Finlandia y Suecia -que no son conocidas por ser naciones irresponsables.

El dato de valor no es tanto que seis informes admitieran excluir información sensible, sino que las otras 41 ni siquiera lo han admitido.

Para los defensores del convenio, todo remite a un juego de cifras: mientras lleguen más informes, mejor. Los contenidos y la precisión de tales informes revisten poco interés para aquéllos.

Dado el entusiasmo con el que exigieron los informes, uno pensaría que invertirían no pocas horas en aquellos informes que sí obtuvieron, revisando el intrincado laberinto del comercio de armamento. En realidad, solo es un juego carente de sentido -mientras la guerra entre Arabia Saudita ha consignado el más reciente canto de sirena en torno del cual todos los promotores del tratado se han agrupado.

¿Por qué interesan los informes? Porque los defensores del convenio -al punto en que no se interesan en otra cosa más que en odiar a Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel- han insistido hasta el cansancio con que el tratado tendrá éxito, solo si promueve la transparencia.

Por lo tanto, desde su verdadera esencia, el tratado es un fracaso.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/09/15/failing-reporting-card-arms-trade-treaty/

 

Sobre Ted R. Bromund

Egresado de la Universidad de Yale y con un doctorado obtenido en esa casa de estudios, es Analista Senior en Relaciones Británico-estadounidenses. Se unió a la Fundación Heritage (Washington, D.C.) en 2008, luego de oficiar como director asociado de Estudios de Seguridad Internacional en Yale, un centro de investigación y enseñanza dedicado a historia de la estrategia, temas militares y diplomáticos. Ha brindado numerosas conferencias en Historia y, desde 2004, sobre asuntos internacionales. Sus artículos y análisis son publicados regularmente en The Daily Signal.