Caso de estudio: Venezuela, víctima de la corrección política
El próximo-pasado fin de semana, el régimen de Nicolás Maduro decidió...
El próximo-pasado fin de semana, el régimen de Nicolás Maduro se aproximó -de manera unilateral- a la extinción de los últimos resabios de la democracia venezolana, por vía de la imposición de una sumamente cuestionable asamblea constituyente. Conforme se explicitara en medios de comunicación internacionales, la maniobra chavista habilitará al gobierno de Caracas para, entre otras alternativas, certificar el fin de la inmunidad para los integrantes del parlamento y también del poder judicial -antesala perfecta para la consolidación de una dictadura técnica.
Tras el regreso a prisión de Leopoldo López (emblema de los manifestantes venezolanos) y Antonio Ledezma (alcalde metropolitano de Caracas, también opositor al régimen) -ambos fueron recapturados por fuerzas de policía chavistas en la madrugada de este martes-, nada hace suponer que Maduro haga méritos para sentarse a la mesa de negociaciones con la oposición política en un futuro cercano. Más bien, al contrario: la reiteración de esas detenciones arbitrarias ilustran acabadamente que el presidente ha doblado la apuesta, huyendo hacia adelante.
En Venezuela, la escasez de alimentos, medicinas e insumos en general, sumada al violento proceso de devaluación de la moneda nacional y al incremento de la violencia urbana y suburbana, se conjuntaron para conducir a un escenario en el que la ciudadanía (que, de acuerdo a estudios privados, rechaza al chavismo en un porcentual que merodea el 80%) decidió tomar calles, autopistas y avenidas para manifestarse contra el régimen. Hace pocos meses, tras acentuarse la crisis monetaria que artificialmente provocara Caracas, el modelo bolivariano diseñó su réplica contra los venezolanos de a pie, echando mano de un mix compuesto a base de miles de detenciones arbitrarias (sin mediar el debido proceso), represión indiscriminada y ejecuciones extrajudiciales. A los efectos de reforzar su proposición represiva, Maduro y su entourage del PSUV sancionaron el uso de francotiradores: sistemáticamente, éstos seleccionan objetivos al azar entre los ciudadanos, ya fuere para su inmediata neutralización o para engrosar las cifras de heridos entre los manifestantes. Para los estudiosos de la ciencia del conflicto, no es misterio que el referido modus operandi deviene, por ejemplo, en copia fiel del empleado por el Coronel Muammar Khadaffy previo a la caída de su gobierno en Libia, como es también un espejo del formato utilizado por combatientes fundamentalistas-extremistas en escenarios complejos de guerra civil en Oriente Medio, en su yihad contra ejércitos regulares.
Es que el case studio venezolano comporta aspectos polimórficos, centrados ellos en dos andariveles fundamentales:
- La variable de las flagrantes violaciones a los derechos humanos, en donde destaca la aún incipiente catástrofe humanitaria que cobra forma en los centenares de miles de exiliados que optaron por abandonar el país, desde acontecida la llegada del chavismo al poder. En éste terreno, resulta notoria la indiferencia de organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos o Naciones Unidas -foros desde los que, en el mejor de los casos, solo emergen declaraciones grandilocuentes. Precisamente, el ya mencionado empleo de la ejecución extrajudicial por parte de Miraflores no ha merecido condena específica, como tampoco ha motivado ello al retiro de embajadores extranjeros. En igual sentido, no existe país ni organización que haya sugerido bocetos de programas de asistencia alimentaria para Venezuela, habida cuenta de que la escasez de alimentos y medicinas es incluso reconocida abiertamente por Nicolás Maduro. En el proceso, los venezolanos que están en capacidad de hacerlo, emigran, tensionando al extremo la capacidad e infraestructura sanitarias de naciones vecinas como Colombia y la República Federativa del Brasil. A la Argentina, por ejemplo, han arribado ya un aproximado de 90 mil ciudadanos venezolanos en los últimos cuatro años, la mayoría de ellos ciudadanos de bajos recursos que agregan mayores cuotas de exigencia al ya de por sí alicaído sistema de salud pública.
- La variable de la seguridad regional, que habrá de poner el foco en la infiltración del Estado venezolano por parte de dignatarios de La Habana, siempre conforme lo ordenado por la agenda cubana que no puede prescindir de las remesas de crudo que obtiene gratuitamente de Petróleos de Venezuela, Sociedad Anónima (PDVSA), para subsistir. A su vez, éste apartado confluye hacia la evaluación de inevitables consideraciones geopolíticas, que trascienden la realidad venezolana para aterrizar en los promocionados 'acuerdos de paz' entre el grupo narcoguerrillero colombiano FARC y el gobierno de Bogotá. Así las cosas, el territorio venezolano es explotado por personeros del régimen castrista de Cuba como vía geográfica de tránsito para toneladas métricas de cocaína producidas por la guerrilla izquierdista cafetera, que luego son reenviadas hacia los Estados Unidos de América o Europa (mercados consumidores por excelencia). Son protagonistas centrales de estos convenios Raúl Castro, Juan Manuel Santos, Nicolás Maduro y Rodrigo Londoño Echeverri (alias Timochenko); Londoño es, citándose a fuentes del gobierno de los Estados Unidos, regente principal de las directivas de producción, distribución y comercialización de cocaína para el núcleo guerrillero, habiendo también sancionado la ejecución de centenares de individuos por interferir éstos con la agenda narco de la organización. Transitivamente, emergerá una conclusión difícil de refutar, ésta es, que -en aras de garantizar la supervivencia de su modelo opresivo- Cuba no solo se vale de los recursos energéticos de Venezuela, sino que hace frente a su déficit de generación de divisas involucrándose en el tráfico internacional de estupefacientes. En el diseño y la implementación operativa de ese programa, Londoño Echeverri ha resultado declaradamente instrumental. Los 'acuerdos de paz' ofician de lubricante desde el cual blanquear la invectiva. Y las fuerzas armadas venezolanas -en cuya cúpula destaca Diosdado Cabello- desempeñan el rol de brazo armado para esta programática transnacional de comercio de drogas; realidad que anticipa la implosión de todo bosquejo que pretenda involucrar a los uniformados chavistomaduristas en cualquier eventual escenario de transición democrática.
Complementariamente, el subsistema bolivariano hoy en control de los resortes del poder en Caracas también toma prestado el librillo del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien dosifica la triangulación de refugiados sirios hacia la Unión Europea como método extorsivo, contrapesando el fiel de la balanza geopolítica. De la misma manera, los controllers de Nicolás Maduro agitan con recurrencia el fantasma de una catástrofe humanitaria de proporciones, amenazando con inundar de desterrados a sus vecinos en la América del Sur. A la sazón -e irónicamente- la variable de los derechos humanos se deshumaniza desde la propia esencia: las mareas humanas cobran forma de arma que es plausible redireccionar convenientemente (claro está, en la óptica del dictador o prototipo de líder autoritario de oportunidad). El pionero de la metodología fue en su momento Fidel Castro Ruz, con la maniobra de los denominados 'marielitos' en 1980.
A fin de cuentas, ¿cuál ha sido la reacción de la comunidad internacional, al ponderarse la debacle venezolana y sus medulosas implicancias? Aunque insuficiente, la respuesta más atendible ha provenido de la Administración Trump, que decidió el congelamiento de bienes de un puñado de encumbrados funcionarios bolivarianos y del propio Maduro en territorio estadounidense, vía OFAC (la Oficina de Control de Activos Extranjeros americana; Departamento del Tesoro). No obstante, los alcances de la reprimenda solo pueden ser escasos, al menos hasta tanto se vea complementada por una de igual tenor de parte de la Unión Europea y, particularmente, del Reino de España -país hacia el cual la élite chavista ha venido girando el saqueo del Estado venezolano desde hace ya años. Incidentalmente, y acaso refrendando algunos subcapítulos del presente análisis, ha sido el establishment español de negocios el que más ha contribuído en el mundo con la manutención del modelo castrista cubano, asociándose con éste en una miríada de emprendimientos turísticos (principalmente, en el sector hotelero).
A su modo, la indolencia, la indiferencia, la sobreactuación y la desatención de la comunidad internacional han colaborado para empujar a Venezuela hacia el más profundo de los abismos -cuyo fondo aún no se avizora. Aquellos mismos vicios terminarán poniendo de suyo para que el circuito madurochavista redondee una plataforma al estilo norcoreano. Esta -conforme ya se ha filtrado en círculos específicos- se resumirá próximamente en una agenda que, entre otros aspectos, certificará: la nacionalización de la banca privada; la creación de una nueva moneda nacional; la estatización del remanente de la propiedad privada; la eliminación absoluta de libertades individuales; y la configuración de un modelo de milicia popular que suplantará de cabo a rabo a las fuerzas armadas.
Contra muchos pronósticos, Nicolás Maduro Moros y sus comanditarios en La Habana se han salido con la suya. Todos ellos se hallaban en perfecto conocimiento de que la corrección política latinoamericana sería el más idóneo trampolín desde el cual cimentar su ambiciosa empresa. Los voluntarismos y las expresiones de respaldo han llegado tarde a la cita. Acaso definitivamente, haya comenzado a estrecharse el círculo sobre las proyecciones más optimistas: en Venezuela, la suerte está echada.
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.