INTERNACIONALES: DANIEL KOCHIS

Retornar propiedades confiscadas a Rusia sería un error

En mayo pasado, informes en los medios de comunicación reflejaron que la Administración Trump...

20 de Julio de 2017

En mayo pasado, informes en los medios de comunicación reflejaron que la Administración Trump estaba considerando la posibilidad de retornar dos instalaciones -una de ellas situada en el estado de Maryland y, la otra, en la ciudad de Nueva York- a la Federación Rusa. Los referidos edificios fueron confiscados por la Administración Obama en diciembre pasado, en respuesta a la interferencia rusa de la elección presidencial americana de noviembre de 2016.

La pasada semana, en una entrevista con la cadena CNN, un funcionario de carrera en la Casa Blanca volvió a plantear la alternativa de devolver los edificios confiscados a Rusia, bajo el argumento de que la Administración podría hacerlo 'porque deseamos ofrecer una mejor oportunidad de colaboración y cooperación'. El hacerlo, sin embargo, consignaría un craso error. El retornar instalaciones utilizadas para espionaje, con miras a esperar un comportamiento adecuado de parte de Rusia en el futuro, es ingenuo, y sólo serviría para envalentonar a Moscú. La Administración estadounidense habrá de evitar cometer este error.

Trump y PutinCuando la Administración Obama confiscó los dos edificios el pasado año, expulsó -en simultáneo- a 35 funcionarios rusos. Las instalaciones están ubicadas en Long Island (Nueva York) y en el Condado Queen Anne (Maryland), en la Costa Este. Los operativos de inteligencia rusos en los Estados Unidos, según se informara en su oportunidad, utilizaron estas propiedades -las mismas albergan canchas de tenis y piscinas- para actividades de espionaje.

Al mismo tiempo, funcionarios de la Administración Obama expresaron: 'Estos edificios diplomáticos estaban siendo utilizados para propósitos de inteligencia. Y ello representa un abierto desafío a la seguridad nacional de los Estados Unidos'. El empleo de los edificios para espionaje fue bien conocido, por décadas. Como se informara entonces, la Administración Reagan estimó que el inmueble de Nueva York era utilizado para espiar a objetivos de la industria de la defensa situados en la periferia, empleando medios de vigilancia electrónica.

Así, pues, la Administración Obama amenazó con clausurar los edificios a comienzos de 2016, en respuesta al acoso llevado a cabo por Rusia en perjuicio de diplomáticos estadounidenses en el extranjero. La Administración Obama amenazó con cerrar los edificios hasta tanto el acoso llegara a término, y hasta tanto Rusia no levantara su prohibición contra la construcción de un nuevo consulado americano en San Petersburgo. Conforme los medios han reportado, la Administración Trump está ponderando la decisión de retornar las instalaciones, aunque probablemente agregue nuevas restricciones, como ser, la remoción de la inmunidad diplomática para los edificios en cuestión.  Pero éste curso de acción es erróneo: Estados Unidos no debería obsequiar algo a Rusia, a cambio de nada. Antes, bien: la estrategia estadounidense hacia Rusia debería coincidir con la imposición de costos contra el Kremlin de registrarse acciones no deseadas, como ser la interferencia en la elección presidencial estadounidense.

En tanto es correcto que deba obsequiarse reciprocidad en el caso de registrarse mejoras en el comportamiento de Rusia, nada indica que Rusia tenga interés alguno en concretar tales mejoras. Rusia continúa representando una amenaza significativa contra los Estados Unidos y sus aliados, principalmente aquellos situados en Europa. Si Rusia desea que los edificios le sean retornados, antes debería devolver Crimea a Ucrania, y cesar la recurrente guerra en esa nación. Pero, nuevamente, nada indica que Rusia demuestra aptitudes para modificar su comportamiento. En rigor, Moscú redobla su apuesta, recurriendo a actividades de espionaje en territorio estadounidense.

Precisamente, el pasado mes, una serie de informes expuso que operativos de inteligencia rusos trabajaban en los Estados Unidos, y que éstos intentaban mapear la infraestructura de telecomunicaciones americana, con foco en el cableado de fibra óptica. Antes que modificar el comportamiento ruso, el presidente Vladimir Putin tiene la esperanza de poder engañar a otro gobierno de Estados Unidos, haciéndole creer que Rusia puede comportarse como un socio confiable de Washington. El presidente Donald Trump no debería morder de esa carnada.

La reacción rusa ante las novedades de que Trump está evaluando retornar los edificios es, en mucho, ilustrativa. El Ministerio de Relaciones Exteriores ruso comunicó una nueva amenaza contra los Estados Unidos, afirmando que, si los edificios no son devueltos, Rusia habrá de 'tomar medidas de reciprocidad'. Sin embargo, si Trump accede a las demandas de Moscú, el Kremlin sólo tomará tal actitud como señal de debilidad. 

El presidente estadounidense Trump deberá acercarse a Rusia, sí; pero habrá de hacerlo desde una posición de fuerza. El comportamiento de Rusia no amerita una recompensa, y está en los intereses de los Estados Unidos no retornar las instalaciones hasta tanto Rusia no implemente modificaciones genuinas y de largo plazo en su comportamiento. Esto es, cuando sus actividades beligerantes y agresivas contra Estados Unidos y sus aliados llegue a término.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/07/17/returning-seized-compounds-russia-mistake/

 

Sobre Daniel Kochis

Es Analista de política exterior en la Fundación Heritage, en Washington, D.C. Su trabajo es publicado también en el sitio web The Daily Signal.