Periplo de Donald Trump al extranjero habla de dos Europas
La recepción ofrecida al presidente estadounidense Donald Trump...
La recepción ofrecida al presidente estadounidense Donald Trump en dos naciones europeas en ocasión de su segundo viaje al extranjero, no podría ser más diferente.
En Polonia, Trump fue recibido con multitudes que expresaron a viva voz su respaldo, en la Plaza Krasinski. Este es el sitio donde el papa Juan Pablo II compartió un conmovedor discurso en 1979, conforme la Guerra Fría ingresaba a su fase final. El discurso de Trump fue brillantemente ingeniado, y rico en contextualización histórica, en tanto se mostró firme en su compromiso con la libertad y la prosperidad para la totalidad de Europa. Por cierto, fue especialmente diseñado para Polonia, país con el cual Estados Unidos tiene vínculos cálidos y profundos.
Haciendo frente a la propaganda e influencia rusas -la cual el Kremlin utiliza para dirigir hacia los medios de comunicación y sistemas políticos europeos-, la presencia de Trump y sus verbalizados compromisos consignaron un esfuerzo diplomático del más alto nivel. Lo que Trump dijo pudo ser comprendido por todos los ciudadanos polacos presentes. Trump habló de amenazas -provenientes éstas del Islam y de Rusia-, y del deseo de la civilización común a Occidente de sobrevivir.
Este continente ya no confronta con el espectro del comunismo. Pero, hoy día, estamos en Occidente, y hemos de decir que existen graves amenazas contra nuestra seguridad y nuestro estilo de vida. Uno puede ver lo que está sucediendo ahí afuera. Son amenazas. Y hemos de confrontarlas. Triunfaremos. Pero hay amenazas.
(…)
Alentamos a Rusia a que cese en sus actividades desestabilizadoras en Ucrania y en otras geografías, y a que ponga término a su respaldo por regímenes hostiles -incluyendo Siria e Irán- y a que, en lugar de ello, se una a la comunidad de naciones responsables en nuestra lucha contra enemigos comunes, y en la defensa de la civilización en sí misma.
(…)
Nuestra propia lucha por Occidente no habrá de dar inicio en un escenario bélico -comienza en nuestras mentes, en nuestras aspiraciones, y nuestras almas. Por estas horas, los lazos que unen a nuestra civilización no son menos importantes, y no exigen menor defensa, de lo que sucedió en la tierra yerma sobre la cual alguna vez la esperanza de Polonia descansó. Nuestra libertad, nuestra civilización y nuestra supervivencia dependen de estos vínculos con la historia, la cultura, y la memoria.
En rigor, el discurso comportó reminiscencias del que ofreciera en su momento Ronald Reagan en Berlín treinta años atrás, en el cual desafió al líder soviético Mikhail Gorbachov: 'Señor Gorbachov: ¡derribe ya éste muro!'. Quien desarrolló el discurso debería llevarse todo el crédito. Pero, como en el caso de Reagan, Trump se arroga el dderecho al reconocimiento, por haber explicitado un sólido y abierto desafío a las fuerzas que buscan atacar y minar la civilización, su sistema político y ético, y la seguridad de las naciones de Occidente.
En un sentido, el discurso consignó un regreso a las épocas previas a Obama y, como tal, fue valiosamente refrescante. Mientras tanto, en la siguiente parada, en Alemania -anfitriona de la cumbre del G-20 en Hamburgo el viernes-, multitudes de manifestantes se preparaban para recibir a Trum con pancartas que rezaban 'Bienvenido al Infierno'.
Toda vez que el significado de tales expresiones aún no ha quedado claro, podrían referir que los manifestantes aspiraban a que la Cancillera alemana Angela Merkel respondería con furia, tras haber decidido Estados Unidos su retiro del injusto y poco equitativo acuerdo climático de París, que incluso el ex mandatario Barack Obama observó no recibiría apoyo en el congreso estadounidense y, por lo tanto, jamás decidió someterlo a votación en recinto.
Lo que es interesante, y que consignó un intento para avergonzar al presidente estadounidense por un voto de respaldo al Acuerdo de París—cuyo fin fue demostrar el aislamiento estadounidense—, tal maniobra debió ser abandonada porque otras naciones exhiben fuertes reservas también, y no participarían de la charada. De acuerdo a los medios de comunicación alemanes, los hoteles de Hamburgo dispusieron avisos de 'habitaciones completas', para negarle al mandatario americano un sitio dónde pernoctar. Mientras tanto, los medios estadounidenses responsabilizaron a la Casa Blanca por no haber hecho las reservas hoteleras en tiempo y forma.
Y, mientras Trump se hallaba en Polonia reafirmando los intereses y el compromiso estadounidense hacia Europa, Merkel decía al pueblo germano que Alemania 'no podía ya respaldarse en los Estados Unidos'. El relato sobre las dos Europas no puede ser más claro -y es bastante obvio de qué lado se posicionan los aliados de los Estados Unidos de América.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/07/07/trumps-foreign-trip-tells-a-tale-of-two-europes/
Es Analista Senior en estudios de Diplomacia Pública, para la Fundación Heritage (Washington, D.C.). Desarrolla trabajos relacionados con instituciones y programas del gobierno estadounidense que hacen a la relación con terceros países y diplomacia tradicional, y elementos críticos en la guerra de ideas contra el extremismo violento. Previamente, se desempeñó como Editora en el periódico The Washington Times.