INTERNACIONALES: MICHELLE MALKIN

El doble homicidio de Otto Warmbier

Quizás jamás sepamos qué clase de malévolas torturas y brutal descuido haya sufrido...

21 de Junio de 2017
Quizás jamás sepamos qué clase de malévolas torturas y brutal descuido haya sufrido el estudiante estadounidense Otto Warmbier, a manos de la dictadura de Corea del Norte -previo a perder su vida esta semana, a la edad de veintidós años.
 
Pero esa no fue, en rigor, la primera vez en que este joven de espíritu libre -nativo del estado americano de Ohio- perdió la vida.
 
Más de un año antes de sucumbir ante la herida o enfermedad desconocida que lo dejara en coma a miles de kilómetros de su hogar, los propios compatriotas de Warmbier asesinaron su reputación, su personalidad, y su humanidad.
 
Otto WarmbierLos espectros de los medios, hambrientos de clicks, nada supieron en relación a la infancia de Warmbier en su pequeño pueblo; nada supieron de su familia, de sus ideas políticas, de su personalidad, sus padecimientos, ni de sus sueños. Pero la emprendieron alegremente contra un joven que cometió un error, en medio de un viaje destinado a la perdición en un infierno de totalitarismo.
 
Los impiadosos verdugos de Warmbier lo transformaron, instantáneamente, en un villano superior y más diabólico que los barbáricos matones de la República Democrática de Corea, quienes apalean, dejan morir de hambre, violan y asesinan a los enemigos de su Estado, por ofensas tales como escuchar emisiones de radio extranjeras, por poseer biblias o por faltarle el respeto a su Amado Líder -en el caso de Warmbier, éste fue reprimido por intentar robar un cartel de propaganda político que rezaba 'Armémonos con fortaleza, de la mano del patriotismo de Kim Jong-il', para llevárselo como souvenir.
 
El medio estadounidense The Huffington Post, por ejemplo, publicó una ácida andanada en la pluma del escritor La Sha, intitulada ' Corea del Norte prueba que todo privilegio de hombre blanco joven no es universal'.
 
La columnista del Huffington Post se regocijó con la sentencia otorgada a Warmbier porque, bramó aquélla, le enseñó que 'el escudo de su identidad como hombre blanco que Estados Unidos proporciona no está cubierto de teflón en el extranjero'.
 
En lugar de criticar al represivo régimen socialista, La Shal culpó a Warmbier por haber sido 'socializado primero como un niño blanco, y luego como un hombre blanco en éste país'.
 
La megalómana escritora millenial del Huffington Post tuvo el atrevimiento de comparar su prédica de vivir y respirar con libertad en EE.UU. con el cautiverio de Warmbier:
 
'Los desesperanzados temen que, ahora, Warmbier esté experimentando mi realidad diaria de vivir en un país en donde los hombres blancos como él dejan pasar de largo mi sufrimiento, aún cuando son cómplices a la hora de mantener estructuras de poder que garantizan su supremacía, a mis expensas'.
 
Pero no solo los bloggers de la pretendida diversidad explotaron la noticia de la puesta en prisión de Warmbier.
 
Por un puñado de elogios, el comediante progesista afroamericano Larry Wilmore fue más allá, echando mano del desprecio por el modo en que los padres, la familia y los amigos de Warmbier sufrieron, mientras fotografías y videos de su hijo y ser querido pululaban por todos los medios de comunicación.
 
Ante un auditorio de carcajadas enlatadas, Wilmore se burló de Warmbier en su show de la señal Comedy Central, con una etiqueta gráfica calificándolo de 'Idiota' (ASS), acrónimo en formato de juego de palabras que identificaba un nombre falso de fraternidad, 'Alfa Sigma Sigma'.
 
'Es tan difícil para mí simpatizar con este tipo y sus lágrimas de cocodrilo', se burló Wilmore mientras acribillaba al 'Chico de Fraternidad Universitaria'.
 
El sitio web de izquierda Salon puso de suyo otro aporte a la cámara de tortura mediática de Warmbier:
 
'Sin lugar a dudas, éste debe ser el muchacho de fraternidad más estúpido de los Estados Unidos: Conozcan al estudiante [de la Universidad de Virginia] que creyó poder hacer bromas en Corea del Norte'
 
Sin que ello fuese suficiente, Affinity Magazine (una revista online de 'justicia social' para adolescentes) pisoteó la tumba de Warmbier, poco después de que su muerte se anunciara al público:
 
'Así funciona la blancura' (Watch whiteness work), publicó el medio de Twitter. 'El no era un "niño" ni un "joven inocente" que puede ir a otro país a robarles. Respeten las leyes del extranjero'.
 
Expresión que partió de una declamatoria que deificaba al movimiento Black Lives Matter y a sus íconos Michael Brown y Travyvon Martin.
 
Los saboteadores de Warmbier se involucraron en, precisamente, la misma mojigatería y estereotipos que suelen endilgarle desaprensivamente a todo el mundo.
 
La extrema izquierda no ha aprendido nada sobre arribar a conclusiones relativas a los jugadores de lacrosse de la Universidad Duke, ni a los injustamente acusados miembros de la fraternidad Phi Kappa Psi en la Universidad de Virginia -allí donde Warmbier supo ser un junior que estudiaba Comercio y Economía.
 
Si uno ha de respaldarse en toda versión existente, Warmbier era un ser humano carismático y preocupado, a quien todos en la escuela secundaria estimaban como 'amigo de todos'.
 
Era Warmbier un amante de las culturas, e intelectualmente abierto -'un joven comprensivo y cálido cuya curiosidad y entusiasmo no conocían límites', en palabras de su familia.
 
A la postre consumida por su malévola identificación política, la intelligentsia de la izquierda ha mutado en intolerancia. Solo se proponen la deshumanización de las personas; buscan fomentar la división racial, étnica y de clase en nombre del 'progresismo'; pero nunca haciéndose responsables por los daños provocados.
 
Contrástese las políticas de no-arrepentimiento de estos destructores de 'Jóvenes de Fraternidad' con la ex guardia de prisiones norcoreana, Lim Hye-jin, quien recientemente escapó para revelar los horrores de la vida cotidiana en los campos de concentración.
 
'Eramos manipulados para no sentir empatía alguna con los reos', dijo ella. Los guardias del Estado totalitario 'no los ven como seres humanos, sino como animales'.
 
Tras percatarse ella de que su cerebro había sido lavado por monstruos ideologizados, salió a hablar ante el público.
 
'Ahora que sé que ellos [los prisioneros] eran personas normales, me siento muy culpable'.
 
¿Acaso la breve y castigada vida -incluyendo su doble homicidio- de Otto Warmbier logrará que los asesinos de la izquierda estadounidense admitan lo que la ex guardia norcoreana ya ha sabido admitir?
 
El problema es que, a la hora de realizar un autoexamen de consciencia, primero hay que tener consciencia.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/06/21/double-murder-otto-warmbier/

* La autora, Michelle Malkin, es Editora en la web estadounidense Conservative Review. Más sobre ella, en éste link.