INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI

¿Quién está destruyendo Siria?

Los Estados árabes del Golfo, Israel y Turquía parecen preferir la anarquía antes que a al-Assad.

03 de May de 2017

La Carta de Naciones Unidas, de la cual todos los Estados-miembro son signatarios y que prevalece sobre cualquier otro tratado y convenio, expresa que la organización está obligada a 'determinar la existencia de cualquier amenaza para la paz, ausencia de paz, o acto de agresión', y a tomar acción militar y no militar con miras a 'restaurar la paz internacional y la seguridad'.

Los jueces de los procesos de Nuremberg en 1946 concluyeron que 'el iniciar una guerra de agresión (...) no remite a un mero delito internacional; es un delito internacional supremo que difiere del resto de los crímenes de guerra, en lo que respecta al perjuicio acumulado, en sí mismo'.

Siria, mapaEl Artículo Primero de la Constitución de los Estados Unidos expresa que solo el Congreso cuenta con la autoirdad para declarar la guerra, bajo el entendimiento de que, por intermedio del Artículo Segundo, el presidente tiene el poder para responder ante una amenaza 'súbita' o inminente solo si no existe tiempo como para aprobar esa declaración. Una Autorización para el Empleo de Fuerza Militar (AUMF), interpuesta como enmienda en 2016, otorga al presidente del país un cheque en blanco para replicar militarmente ante amenazas contra los Estados Unidos, pero solo si tal amenaza se originar en al-Qaeda o sus 'fuerzas asociadas'.

De tal suerte que, ¿cómo es que, el 6 de abril, Estados Unidos atacó a un Estado-miembro de Naciones Unidas que tiene reconocimiento internacional como gobierno soberano? Ese Estado miembro no representaba amenaza inminente alguna, no había atacado a los Estados Unidos, y no se encontraba en guerra con Washington. Tampoco ese Estado miembro respalda a al-Qaeda ni a grupo asociado alguno, como tampoco se encontraba ese país bajo sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como para que se autorice a cualquier otro Estado miembro a actuar contra aquél. Al contrario: ese Estado miembro se encontraba luchando activamente contra numerosos grupos terroristas, conforme la definición del gobierno estadounidense, que habían estado ocupando su territorio soberano.

Naturalmente, me refiero al ataque con misiles crucero contra Siria, que numerosos críticos reconocen hoy como ilegal, de acuerdo a legislación estadounidense e internacional. Pero la ilegalidad ha quedado relegada, y se ha registrado poco deseo aparente de parte de Naciones Unidas de llevar a Washington al banquillo, y Estados Unidos de seguro emplearía su veto en el Consejo de Seguridad para impedir cualquier acción no deseada desde la ONU.

Estados Unidos ha estado respaldando diversos esquemas con miras a comprometer y a forzar un 'cambio de régimen' contra el régimen baathista de Siria desde 2006, mucho antes de  que la denominada Primavera Arabe motorizara protestas en las calles de Damasco. Más recientemente, Washington ha estado proporcionando armamento a los denominados rebeldes contra el régimen de Basher al-Assad, bajo esperanzas ostensiblemente poco realistas de promocionar algún tipo de transición hacia un régimen pro occidental y moderado que pudiese tener lugar. La actual política de la Casa Blanca parece consistir de ejercitar presión contra ISIS y al-Ansar -afiliada a al-Qaeda-, a la cual el gobierno sirio está combatiendo, mientras que los estadounidenses exigen el reemplazo del mandatario sirio para permitir la continuación de las conversaciones de paz. Además de estos aspectos genéricos, se ha prestado poca atención a lo que podría suceder el día después, luego de que al-Assad se haya ido. Existen preocupaciones razonables frente a que el vacío de poder generado pueda ser llenado por islamistas radicales, durante mucho tiempo ignorados.

Pero, aún si la política exterior estadounidense es confusa, existen otros en la región que saben lo que quieren, y que están plenamente seguros de lo que deben hacer para llegar a ese punto. Arabia Saudita y Qatar también han estado ejercitando una guerra ilegal y no declarada oficialmente contra Siria -sin mayor oposición de parte de la comunidad internacional. Ellos han llevado a cabo hostilidades contra el gobierno sirio por más de dos décadas, y comenzaron a financiar y a armar a disidentes en el seno del país, luego de comenzar las hostilidades en 2011. El razonamiento de ambas naciones es que Siria se ha convertido en aliado de Irán y de los shiítas libaneses, incluyendo a Hezbolá, amenazando éstos con crear un anillo de territorios bajo dominio shiíta que iría desde la franja media del Oriente Medio árabe y que dote de mayor poder al gobierno en Teherán, a quien los sauditas en particular ven como su enemigo regional. También es posible que la exportación saudita de wahabismo desempeñe un rol; Siria que, al igual que el antiguo Irak era tolerante con la mayoría de las religiones, suele ser acusada de ser tanto inaceptablemente secular como tolerante con los herejes.

De tal suerte que los sauditas gustarían de ver a una Siria en la que dominen los árabes sunitas, que presuntamente conducirán a una discriminación contra shiítas, alawitas y cristianos -así como también cortarían vínculos políticos con Irán. En rigor, una Siria fracturada probablemente se vuelva parecida a la vecina Irak, con minorías en problemas y una falta efectiva de control central. Pero eso estaría bien con Riad, conforme significaría que la alianza con Irán sería disuelta de facto. Si acaso los sirios se beneficiarían de tal cambio es una cuestión inmaterial, conforme todo ello es percibido desde la óptica de los intereses sauditas.

De igual forma, Turquía gustaría de ver fuera a al-Assad, y a Siria en medio de un caos. El 25 de abril, Ankara atacó objetivos kurdos tanto en Siria como en Irak, incluyendo a miembros de la milicia YPG, entrenados y pertrechados por Estados Unidos versus ISIS. Veinte milicianos del YPG fueron asesinados, de acuerdo a informes, Los turcos afirman que, virtualmente, la totalidad de los grupos kurdos armados son terroristas, aliados con el problema doméstico de terrorismo en suelo turco, esto es, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Turquía teme, particularmente, que Siria tolere la creación de una entidad dominada por los kurdos a lo largo de la extensa frontera que comparten -y que es extremadamente difícil de defender. Ankara se propone eyectar a al-Assad porque lo ha acusado, acaso con razón, de respaldar incursiones de terroristas kurdos, pero elige ignorar el hecho de que los actuales problemas con los kurdos son, en parte, motorizados por el gobierno del entonces primer ministro Recep Tayyip Erdogan. El líder turco necesita de un enemigo creíble, por razones de política interna, a los efectos de desacreditar a un amplio partido kurdo que se le opone.

Turquía ha respaldado a ISIS en el pasado, incluyendo el tratamiento de sus heridos en hospitales turcos, y habiéndoles permitido reagruparse en santuarios en el seno del territorio turco, mayormente porque el grupo terrorista es enemigo de los kurdos. También se ha afirmado, plausiblemente, que Ankara proveyó el gas sarín que fuera empleado en numerosos ataques contra civiles sirios -cuya responsabilidad, convenientemente, fuera depositada a las puertas de Damasco. El derribo de una aeronave de guerra rusa en diciembre de 2015, asimismo, pudo haber sido un crudo intento para atraer a los Estados Unidos y a la OTAN a una guerra contra al-Assad y contra Moscú. Irónicamente, el haber intentado manipular a ambas partes por vía de un intento visible para derribar a al-Assad ha destruído cualquier credibilidad con la que Erdogan pudiera contar. Y el debilitar el control central del gobierno sirio y entregar de facto el poder a un puñado de rebeldes y a grupos tribales domésticos virtualmente garantizaría el surgimiento de un pequeño Estado kurdo -pero, en apariencia, Ankara no pensó la jugada con la debida anticipación.

Finalmente, está Israel. El Estado hebreo, a diferencia de otros adversarios de Siria, ha estado buscando desestabilizar a su vecino por más de veinte años, y tiene poco o nada que ver ya fuere con Irán o con los kurdos. El Plan Yinon, que data de 1982, se ilustró en un boceto cuando el político de derecha dura Menachim Begin era primer ministro, y se completó en un paper intitulado 'Una Estrategia para Israel en los Años Ochenta'. Defendía que la seguridad de Israel solo podría ser garantizada si sus vecinos fueran, de alguna manera, forzados o inducidos a disgregarse, retornando a formatos de gobierno tribales o étnicos, que habían sido arbitrariamente combinados en la forma de Estados-nación individuales por los poderes imperiales tras la Primera Guerra Mundial. El Plan Yinon incluía recomendaciones en pos de la acción militar, a los efectos de lograr lo que no podía hacerse de manera clandestina, incluyendo una invasión israelí de Siria para quebrar el país en comunidades alawitas, drusas, sunitas y cristianas. Un mundo árabe fracturado, bajo el formato de una 'balcanización' aplicable a toda la región, combinado ello con la relocación de los palestinos en Jordania, eliminaría la totalidad de las amenazas contra Israel y garantizaría la supervivencia del Estado hebreo.

El Plan Yinon jamás cobró forma de política oficial en el gobierno israelí. Pero podría ser tenido en cuenta como piedra de toque para acciones regionales tomadas a la postre por Tel Aviv que, con insistencia, ha buscado debilitar a gobiernos árabes percibidos como amenazantes o demasiado poderosos. Un segundo paper, intitulado 'En Limpio: Una Nueva Estrategia para Garantizar el Escenario', le siguió en 1996, durante el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu. La autoría del papel quedó a cargo de un grupo de neoconservadores estadounidenses que incluían a Richard Perle, Douglas Feith, Paul Wolfowitz, y Meyran y David Wurmser. Defendía una política de ataque preventivo en favor de Israel, y se enfocaba particularmente en Irak y Siria como enemigos. En una ocasión, los críticos describieron al documento como defensor de una 'mini guerra fría en Oriente Medio, defendiendo el empleo de ejércitos proxy o subsidiarios para promocionar cambios de régimen, desestabilización y contención'.

Más recientemente, funcionarios israelíes han dejado en claro que preferirían contar con rebeldes 'moderados' como controlantes de Siria, antes que al gobierno de al-Assad. Según se ha informado, aquéllos han proporcionado asistencia médica para militantes heridos, posiblemente incluyendo a elementos de ISIS. Parecería ser que existiese una tregua de facto entre las fuerzas armadas israelíes e ISIS, conforme ISIS ha pedido disculpas cuando alguno de sus grupos afiliados hizo fuego contra unidades de las Fuerzas de Defensa de Israel en los Altos del Golán, en noviembre pasado.

Israel ha ejecutado una serie de ataques aéreos contra bases y unidades militares sirias, más recientemente un ataque con misiles en cercanías de Damasco, el 27 de abril. Se conocen incluso informes de que ya está utilizando los nuevos F-35 (invisibles al radar, provistos por Estados Unidos) para misiones de combate contra Siria.

Israel preferiría ver un escenario de fragmentación política a lo largo de su frontera, antes que lidiar con un gobierno capaz y unificado. La primera opción remite a una amenaza de fácil contención, mientras que la segunda -sin dudas- propiciaría un nuevo esfuerzo para recuperar los Altos del Golán, que Israel ocupó en 1967 y que hoy retiene. Así es que la opción para los israelíes coincide con una más simple -y no involucra nada que Estados Unidos pudiere estar planeando. La visión israelí se muestra, de hecho, mucho más cercana a la de Turquía y a la de Arabia Saudita.

Con frecuencia, el analista de The American Conservative, Daniel Larison, ha advertido que Estados Unidos se ha conjuntado con aliados que solo lo son de nombre, pero que nada de eso tienen en la realidad. En términos de intereses actuales para EE.UU., debería apuntarse que sauditas, qataríes, turcos e israelíes se han metido en la cama hoy día (o bien lo hacen desde hace poco) con grupos terroristas que Estados Unidos ha prometido destruir. La totalidad de ellos han atacado directamente (o bien planeado hacerlo a través de terceros) al legítimo gobierno sirio, que se opone a ISIS y a al-Ansar en el terreno. De igual manera, Turquía ha atacado a milicianos kurdos -aliados y entrenados por Washington.

Ciertamente, la Administración Trump no presionará a Israel para que modifique su curso, cuando el presidente se traslade a Jerusalén este mes, Más allá de todo, Trump tomará en cuenta que los Republicanos en el congreso han lanzado un Caucus para la Victoria de Israel, y que la totalidad de los cien senadores firmaron, recientemente, una misiva a Naciones Unidas, exigiendo que abandone su sesgo 'anti-Israel'. Así es que no hay espacio para más allí. Como tampoco 'The Donald' presionará al presidente Erdogan cuando éste llegue a Washington la semana que viene, por temor a que la ya endeble política hacia Siria se vuelva más inmanejable. Y los saudíes siempre se han mostrado tras bambalinas, utilizando su dinero como arma para adquirir influencia y administrar la narrativa.

Al cierre, ante la pregunta '¿Quién está destruyendo a Siria?', la respuesta podría ser 'Prácticamente, todos'. Aún cuando existan motivos diferentes que los actores dejen traslucir en la superficie, para justificar la recurrente carnicería. El comentario que proviene de los ministerios de Defensa en Washington, Riad, Ankara y Tel Aviv es bastante difícil de discernir, si acaso existiera una salida para el berenjenal. De otro modo, parece ser que todo remitirá a seguir haciendo negocios como siempre, hasta tanto todos se harten, declaren la victoria, y marchen a casa.



Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/who-is-destroying-syria/

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.