INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

Basher al-Assad emplea armamento químico: cómo responder al régimen sirio

La brutal dictadura del presidente sirio Basher al-Assad ha sido sorprendida utilizando...

06 de Abril de 2017

La brutal dictadura del presidente sirio Basher al-Assad ha sido sorprendida utilizando armamento químico, otra vez. La Administración del presidente estadounidense Donald Trump ha explicitado que el régimen de al-Assad estuvo detrás del ataque con gases tóxicos el pasado martes contra la localidad de Khan Sheikoun -bajo control rebelde-, al noroeste de Siria.

La cifra de muertes ascendió a 72 el miércoles, incluyendo a veinte niños y a diecisiete mujeres. Los videos de la escena mostraron a víctimas con convulsiones, asfixia y arrojando espuma por la boca -síntomas comúnmente asociados a ataques con gas nervioso. Un ataque con gas sarín -perpetrado por el régimen de al-Assad en agosto de 2013-, se cobró la vida de más de 1.400 personas, y ello llevó a que el entonces presidente de EE.UU., Barack Obama, declarase que al-Assad había violado la 'línea definitiva' impuesta contra el empleo de armas químicas. Pero la Administración Obama retrocedió, luego de que el entonces Secretario de Estado John Kerry cerrase un acuerdo de último minuto con Moscú, que condujo a la destrucción de los stocks de armas químicas del mandatario sirio.

Gas sarín, ataqueDurante mucho tiempo, ha quedado claro que la Administración Obama aceptó que ese convenio -diseñado meramente para salvar las apariencias, y propuesto por Rusia- comportó un oneroso costo para la credibilidad y los intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos. Al-Assad continuó empleando armamento químico con impunidad. Naciones Unidas y la Organización para la Prohibición de Armas Químicas halló que el gobierno de al-Assad fue responsable por al menos tres ataques con gas cloro en 2014 y 2015.

En enero de 2016, la misma organización informó que muestras de sangre extraídas de las víctimas de un ataque indicaron que aquéllas habían sido expuestas a gas sarín o a una sustancia tóxica para el sistema nervioso. El presidente Donald Trump condenó el martes el ataque, por vía del siguiente comunicado oficial:

El ataque químico de hoy en Siria contra personas inocentes, incluyendo mujeres y niños, es condenable, y no puede ser ignorado por el mundo civilizado. Estas deleznables acciones, perpetradas por el régimen de Basher al-Assad, son una consecuencia de la debilidad y la falta de firmeza de la anterior Administración estadounidense. En 2012, el ex presidente Obama declaró que establecería una 'línea definitiva' contra el empleo de armas químicas, pero nada hizo al respecto. Estados Unidos explicita su posición, junto a sus aliados en todo el mundo, condenando este intolerable ataque.

El comunicado oficial es correcto en su extensión, pero lo cierto es que Estados Unidos debe hacer mucho más que condenar los ataques. Corresponde que el gobierno estadounidense redirija los eventuales costos diplomáticos, políticos, económicos y militares hacia la órbita del régimen de al-Assad, por haber empleado armamento químico ilegal. Esto implica llevar a cabo una profunda investigación sobre la materia, y hacer responsables a funcionarios del régimen por cualquier crimen de guerra que pudiere confirmarse tras las investigaciones. Las sanciones contra el régimen deberían incrementarse, a criterio de penalizar este inaceptable comportamiento.

Rusia ha vetado siete resoluciones de Naciones Unidas que convocaban a tomar medidas contra el régimen sirio, de tal suerte que las sanciones habrán de ser revisadas e implementadas por fuera del marco de Naciones Unidas, si acaso Moscú vuelve a proteger al despreciable régimen sirio, encubriendo las consecuencias de sus delitos. La credibilidad diplomática de Rusia, que ha venido declinando de manera sostenida bajo la conducta dual del presidente Vladimir Putin, ha quedado comprometida aún más, tras el evidente fallo de los acuerdos de 2013 que buscaban desarmar el stock químico de Siria (y que Moscú diseñó). Washington debería abstenerse de cualquier acuerdo diplomático futuro con Rusia en relación a Siria, hasta tanto Moscú tome las medidas necesarias para lidiar con las violaciones al acuerdo de 2013. La Administración Trump habrá de evitar cometer los mismos errores que su predecesora, que supo confiar en la palabra de Rusia a la hora de hacer respetar acuerdos.

Con propiedad, la Administración Trump ha priorizado la derrota militar del Estado Islámico -conocido también como ISIS-, como su inmediata prioridad en Siria. Pero alcanzar un acuerdo político para poner fin a la guerra civil e impedir que ISIS resurja se presentan hoy como objetivos inalcanzables, mientras Basher al-Assad permanezca en el poder en Damasco.

Aún cuando una eventual partida de al-Assad no necesita convertirse en un aspecto prioritario para la política exterior estadounidense, sí debería de ser una meta diplomática de largo plazo, para el caso en que la Administración de EE.UU. se proponga derrotar a ISIS, impedir su resurgimiento, morigerar la carnicería en proceso en Siria, y poner en marcha el retorno de cinco millones de refugiados sirios. Es improbable que la Administración Trump tome medidas militares concretas contra el régimen de al-Assad tras el ataque químico, tal como la Administración Obama eligió no replicar ante los ataques químicos reiterados en 2014 y 2015. Los costos y riesgos eventuales de una respuesta militar directa son declaradamente elevados, tras verificarse la intervención militar de Rusia en Siria, en septiembre de 2015.

Asimismo, la Administración Trump puede, indirectamente, elevar los costos militares para el régimen de al-Assad tras su recurrente agresión con armamento químico. Puede hacerlo, proporcionando más asistencia a grupos sirios rebeldes que no exhiban vínculos con ISIS ni al-Qaeda u otros terroristas islamistas (y que tampoco tengan conexión alguna con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Los recientes ataques químicos perpetrados por el desaprensivo régimen de al-Assad consignan un recordatorio de que, si la Administración Trump en realidad se propone erradicar el terrorismo de Siria, entonces no podrá ignorar al tirano de Damasco. Personaje que, con recurrencia, ha decidido emplear una de las armas más temibles contra su propio pueblo.



Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/04/05/assad-is-using-chemical-weapons-how-trump-can-counter-the-barbarism/

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.