ESTADOS UNIDOS: PHILIP GIRALDI

El oficial de Inteligencia nihilista

Los empleados de la CIA no están escenificando un golpe contra Trump.

25 de Enero de 2017

Nunca podría ocurrírsele, a oficiales ordinarios de la CIA, que pudiese ser deseable perjudicar a la presidencia del país. El rumor de algún tipo -que refiere a una suerte de golpe en proceso- es una creación de los medios de comunicación que necesitan de una historia y hacer daño a Donald Trump en simultáneo.

Para estar seguros, se ha conocido la abierta disputa entre Trump y numerosos oficiales de inteligencia en relación a la naturaleza de la supuesta amenaza rusa, con el nuevo presidente descartando las alarmas interpuestas por el ex director de la CIA, John Brennan (foto), y otros. Trump ha contragolpeado contra las críticas en términos generales, refiriendo el modo en que muchas de las distintas agencias que hacen a la comunidad han tenido la tendencia de hacer las cosas mal -en particular, el asunto de la evaluación sobre las armas de destrucción masivas en Irak.

En ocasiones, este tema ha mutado en una narrativa mediática alternativa que sugiere que las agencias de inteligencia están intentando escenificar un golpe blando, a través de sus críticas contra Trump y sus consejeros, intentando deslegitimizar la presidencia, y responder con una guerra a las políticas públicas del nuevo presidente, conforme éste lucha para establecerse en Washington. Se han conocido afirmaciones de que las filtraciones que se dice provienen de altos niveles de muchas agencias, han intentado desacreditar al flamante jefe de Estado.

CIA, LangleyAlgunos otros han notado -en formas menos alarmantes- que un presidente con enfrentamientos con las agencias de inteligencia que regentea, es una fórmula para crear problemas a nivel interno, en tanto también generará problemas a la hora de compartirse información con servicios de seguridad de naciones aliadas. Aquellos que portan una visión conspirativa ven, en lugar de aquéllo, un esfuerzo concentrado en acopiar críticas y distracciones que puedan estrechar las opciones de Trump a la hora de lidiar con Rusia y Oriente Medio. En una perspectiva más extrema, algunos sospechan que el 'Estado detrás del telón' (Deep State) de la seguridad nacional está dispuesto a involucrarse en una nueva Guerra Fría con Moscú, posiblemente para justificar su propia existencia y emolumentos.

Trump ha respondido con firmeza ante un pretendido dossier que contenía afirmaciones sobre su relación con Moscú, avivando sobre la posibilidad de que alguna agencia de inteligencia filtró el escandaloso material, pero sin contenido verificable -algo que podría haber ocurrido en la Alemania Nazi. John Brennan vio una analogía inaceptable en ese comentario, y advirtió que la impresión de que la Casa Blanca no confía en sus propios espías podría comportar repercusiones internacionales de calibre. Recomendó Brennan que el nuevo presidente sea más cuidadoso en lo que dice y hace, particularmente en torno de Rusia, alimentando a futuro la percepción de que el Estado de la seguridad nacional está construyendo un frente unido contra cualquier posible cambio en la política exterior.

BrennanYo no comparto, sin embargo, la visión de que un conflicto armado de proporciones entre la comunidad de inteligencia americana y la Administración Trump esté en proceso, ni que esté desenvolviéndose nada similar. Como tampoco existe un problema potencial con servicios de inteligencia extranjeros, que continúan recibiendo ingente información de Washington (mucho más de lo que aquéllos proporcionan). En efecto, existe rispidez entre la nueva Casa Blanca y el aparato de seguridad nacional, pero lo que hemos estado viendo es, a grandes rasgos, un conflicto interno entre la saliente Administración Obama y la nueva Administración Trump, en relación a la agenda de política exterior y de seguridad nacional.


Fuentes de histeria sobre Rusia

Obama, por razones que escapan a mi entender, utilizó sus últimas semanas en el poder para castigar a Rusia. Respaldándose en evidencia que aún resta ser probada -sobre la interferencia de Moscú en el proceso electoral estadounidense como pretexto-, 35 diplomáticos rusos y sus familias fueron expulsados justo antes de Año Nuevo, mientras que una brigada estadounidense de infantería respaldada por blindados fue enviada a Polonia, para atender a una amenaza de neto corte especulativo contra aliados de EE.UU. en Europa Oriental.

El intento de Obama de encerrar a Rusia en una caja de resonancia de política exterior fue respaldada por gran parte del Partido Demócrata y por la histeria inducida por medios de comunicación tras comprobados los resultados del comicio de noviembre -la caja de referencia culpa recurrentemente a Rusia y a Vladimir Putin por los resultados en los votos. La narrativa se ha extendido, agregando un aparente plan de la Rusia de Putin para destabilizar a la totalidad de Europa. Notables referentes republicanos, incluyendo a los senadores John McCain y Lindsay Graham, se han montado alegremente en ese tren y encabezan audiencias en comités que no aceptan a nadie que tenga información exculpatoria sobre Moscú.

Pero, conforme la CIA no suele hacer las cosas de manera espontánea, alguien debería preguntarse quién en la Casa Blanca ordenó a la agencia y a la Dirección Nacional de Inteligencia para que se enfocasen en Rusia y los comicios estadounidenses, resultando en un informe clasificado de 35 páginas (que aún nadie ha visto), y que ilustraba sobre el supuesto pirateo informático -material que ahora está siendo utilizado para explicar los sorprendentes resultados electorales. Toda vez que ha sido John Brennan quien promocionó la agenda anti-Rusia como el personaje obediente de Obama en Langley, él es casi con certeza la fuente de gran parte de la narrativa vigente; aunque, no obstante, uno debe asumir que Brennan ha actuado obedeciendo órdenes.

Otro prominente ex oficial de la CIA que también ha presionado agresivamente el botón anti-Rusia ha sido el retirado Director Actuante Michael Morell. Mejor conocido por su reciente recomendación al respecto de que Estados Unidos debería comenzar a asesinar iraníes y rusos para enviar un 'serio' mensaje de que ellos son quienes están interfiriendo en Siria -y que los estadounidenses estamos verdaderamente furiosos por lo que están haciendo (De alguna manera, Morell obvió el hecho de que somos nosotros quienes estamos interfiriendo, dado que Siria tiene un gobierno reconocido internacionalmente que ha buscado ayuda de Teherán y de Moscú, excluyéndonos a nosotros).

Morell ahora está exigiendo al presidente ruso Vladimir Putin que retorne al informante Edward Snowden a los Estados Unidos, de tal suerte que éste pueda ser juzgado y castigado como 'obsequio inaugural' al presidente Trump. Si la propuesta acaso ha sido planteada con seriedad, sugiere que Morell ha perdido total contacto con lo que la mayoría de las personas entienden es la realidad.

Inevitablemente, Morell es un apasionado simpatizante de Hillary Clinton, que bien puedo haber aspirado a ser nombrado como Director de la CIA. En tiempos de campaña, Morell describió a Trump como 'agente ruso no confeso', aún cuando su propia carrera en la burocracia de la CIA sugiere, antes bien, que el aspecto 'no confeso' podría perfectamente aplicar a las paradas de Trump en el periplo. Morell, ex presentador de informes en la Casa Blanca, envió el falso informe que refería que el secuestrador de aviones Mohammed Atta se había reunido con un oficial de inteligencia iraquí en Praga. Asimismo, presentó a George W. Bush, en agosto de 2001, un informe que sugería que un gran ataque terrorista contra Estados Unidos estaba a punto de tener lugar, pero al paper le agregó su propia opinión, afirmando: 'No hay que preocuparse por ningún ataque de al-Qaeda en suelo estadounidense'. Morell también lideró el equipo de analistas que prepararon el infame discurso de Colin Powell en Naciones Unidas, en donde falsamente acreditó que Irak poseía 'armamento biológico y la capacidad de producir más, mucho más'.

Pero Morell se ha ido para no volver, a menos que uno tenga la mala fortuna de verlo presentarse en CBS News. Brennan también ha partido, para ser reemplazado próximamente por Mike Pompeo y, si acaso el staff personal de Brennan no se ha ido también, pronto lo hará. De tal suerte que el empuje para ciertos sabores en materia de política exterior perderán su raison d’être, para terminar conformando los deseos de la nueva Administración.


La CIA perpetua

La CIA sencillamente no es el recién eyectado John Brennan y su círculo íntimo de administradores de carrera, ampliamente politizados. Como tampoco es Morell. La CIA se define a través de sus casi 20 mil empleados que, en general, son personalidades del tipo A: sólidos y mayormente poco predispuestos a que nadie les diga qué está bien y qué está mal. Muchos que trabajan bajo el formato de un par de tours en el extranjero regresan, básicamente, convertidos en nihilistas políticos, estimando a una pandilla de políticos corruptos como parecida a cualquier otra, incluyendo a aquellos que calientan bancas en Washington. Para citar un ejemplo, en oportunidad de servir en Ginebra (Suiza), el informante fugitivo Edward Snowden hizo un raconto de cómo se reunió con numerosos espías estadounidenses que se mostraban en franca oposición a la guerra de Irak, y a las políticas de Estados Unidos en Oriente Medio. 'Los oficiales de caso de la CIA se están yendo; ¿qué diablos hacemos nosotros?'. Este tipo de réplica de parte de empleados de a pie de la CIA en relación a lo que Washington hacía, no era algo precisamente fuera de lo común.

Un interesante editorial de David Ignatius, correctamente vinculado a los circuitos de inteligencia en Washington, explica inter alia cómo la CIA no se equipara con el liderazgo de la agencia, que va y viene con cada Administración. Conforme Ignatius lo describe, el grueso de los empleados de la CIA están hoy más involucrados en la reorganización interna implementada por Brennan durante el último año -en parte destinada a castigar a los espías reales del organismo, sobre los cuales se dice que rechazaron sus servicios 37 años atrás, forzándolo a convertirse en analista. Brennan, en apariencia, jamás los perdonó. Ingatius cita a dos oficiales de carrera en inteligencia que describen los cambios bajo el título de 'La Venganza de los Nerds'.

En definitiva, pocos empleados de la agencia se preocupan sobre cómo Donald Trump percibe a la organización que les paga el salario, mientras ésta continúe pagándoles y les destine algún atisbo de respeto. No se anticipan recortes en el presupuesto de la comunidad de inteligencia (así se informa) y algunos entienden que ese presupuesto incluso podría incrementarse. Sé que no existen encuestas en los cuarteles generales de la CIA, pero apostaría que una abrumadora mayoría del personal, que suelen identificarse como Republicanos, en rigor votaron por Donald Trump. Muchos se mostraron un poco enojados por Obama -a quien califican de pusilánime- y tienen a Hillary Clinton por culpable en el affaire de los correos electrónicos (por el cual no acusó responsabilidad alguna).  

Trump, por su parte, ha comprendido claramente la necesidad de reasegurar a la comunidad de inteligencia que una nueva jefatura está por hacerse del control. Su primer visita a una agencia del gobierno, el día después de asumir en su puesto, fue a la CIA, en donde fue aplaudido tras afirmar que, al menos, una de las pocas cosas que hay que hacer es superar la brecha.

Naturalmente, es bueno ser amado -pero es mucho más importante tener un buen empleo con beneficios, trabajar en aquello que uno gusta, y ascensos regulares que ayuden a pagar la hipoteca y la colegiatura de los hijos. Los empleados de la CIA que ponen a su empleo y a sus familias en primer lugar, acatarán órdenes mientras el liderazgo no se vuelva loco. Finalmente, la mayoría se toman muy en serio su juramento de defender la Constitución, y no necesariamente aquello que perciben como propaganda y que provenga de la Casa Blanca.


Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/the-nihilist-intelligence-officer/ | Traducido y republicado con permiso del autor y de The American Conservative (EE.UU.) por Matías E. Ruiz

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.