POLITICA ARGENTINA: MARIANO RECALDE (FPV)

Transporte en la Ciudad: un camino sin destino

En los últimos días tuvimos una serie de anuncios y decisiones referidas a la movilidad...

15 de Noviembre de 2016
En los últimos días tuvimos una serie de anuncios y decisiones referidas a la movilidad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que requiere de su análisis integral para entender hacia dónde va nuestro sistema de transporte.
 
Casi de manera simultánea, vimos que aumentaron los parquímetros 100%, subió el subte un 67%, anunciaron el inicio de las obras del Metrobús del Bajo y que no iniciarán las obras de la línea F de subte. Además, trascendió que se abandona el proyecto de extender la línea H hasta Retiro y en la Legislatura comenzaron las discusiones para extender los parquímetros.
 
Más allá de lo llamativo de algunas presentaciones y de los resultados parciales que pueda alcanzar alguno de estos proyectos, cuesta encontrar el principio rector, la planificación o los objetivos estratégicos que requiere toda política de transporte. En cambio, asistimos a medidas aisladas, a veces contradictorias entre sí, descoordinadas, que reflejan el caos de transporte que se vive en la Ciudad.
 
Mariano RecaldeEl estado caótico de todo el sistema de transporte puede comprobarse en la congestión vehicular que hay cada vez en más zonas, y en la saturación del transporte público en más franjas horarias. Al mismo tiempo, crece el uso del transporte privado como el automóvil, que además de la congestión en el tránsito perjudica el medio ambiente.
 
Creemos en una ciudad diferente. Como punto de partida, entendemos que la movilidad urbana debe estructurarse a partir del subte, por su capacidad de transporte, por liberar tráfico, por no incidir en accidentes de tránsito, por revalorizar zonas alejadas del Centro y por ser el modo más amigable con el medio ambiente. Sin embargo, debido a las políticas implementadas desde el Ejecutivo porteño, es el medio de transporte que más pasajeros perdió en los últimos cinco años. Fuerte aumento de tarifas, hacinamiento de los pasajeros, bajas frecuencias en algunos casos, reiteradas interrupciones del servicio, goteras e inundaciones los días de lluvia, entre otros problemas, son las principales características del medio sobre el que debería desarrollarse todo el sistema.
 
Recientemente, el ministro de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad, Franco Moccia, afirmó que no darán curso a la construcción de las nuevas líneas de subte —proyectadas hace casi 15 años— bajo el falso argumento de que los túneles existentes aún tienen capacidad para incrementar la frecuencia y la cantidad de vagones. No vemos la contradicción entre la construcción de las nuevas líneas y el aumento de la productividad de las existentes. Por el contrario, sí resulta contradictorio con proyectar la construcción de túneles ferroviarios que se superponen perfectamente con las líneas que supuestamente buscan potenciar. En definitiva, los dichos de Moccia son un nuevo intento por justificar una pésima decisión de política de transporte. Por el contrario, vemos que, donde deberían construir las nuevas líneas, construyen los carriles exclusivos para colectivos, conocidos como Metrobús.
 
Asimismo, intentar justificar los fuertes aumentos en la tarifa del subte con base en la falsa dicotomía entre elegir si los costos deben ser sustentados por los usuarios efectivos (a través del boleto) o por todos los habitantes de la ciudad (a través de subsidios) demuestra la falta total de consideración respecto a los beneficios que el desarrollo de una verdadera red de subte podría generar al conjunto de los porteños.
 
Por otro lado, el Gobierno afirma que sigue el objetivo de estimular el traspaso del transporte privado al transporte público, por ejemplo, aumentando el valor de los parquímetros e instalando nuevos en los barrios porteños. ¿Cómo lograr dicho objetivo si no hay mejoras sustanciales en el transporte público? Parece una tarea difícil, además de incoherente, poder explicarle eso a un vecino que espera la llegada del subte a su barrio hace 15 años. Además, resultaría más estimulante para la utilización del subte construir playas públicas de estacionamiento en las cabeceras de línea, en lugar de las diez playas de acarreo de automóviles que planean construir.
 
Por su parte, los centros de transbordo más importantes de la ciudad tienen severos problemas. En lugar de hacer una puesta a punto de esos nodos, proyectan la construcción de una megaestación de transbordo en el Obelisco. ¿Qué va a pasar con Constitución, Retiro, Once y toda la dinámica existente en sus áreas de influencia? Además, concentrar todos los medios en un único punto puede generar un alto nivel de vulnerabilidad al sistema. Al mismo tiempo, si el objetivo es lograr una ciudad policéntrica y descentralizada, la creación de un nodo que centralice todo el sistema de transporte en el Obelisco no parecería un aporte en esa dirección.
 
En definitiva, necesitamos una política de transporte planificada que tenga como eje central la extensión de la red de subte, como el medio de transporte más accesible, en términos económicos y geográficos, para todo aquel que quiera moverse por la Ciudad. Sólo así podremos descomprimir el tránsito en la superficie y desalentar el transporte privado. Medidas aisladas y contradictorias jamás aportarán a la resolución de aquellos problemas.