ESTADOS UNIDOS: PHILIP GIRALDI

Un mundo que se ha vuelto loco

En Estados Unidos, los votantes en las próximas Presidenciales deberían notificarse: guerra o paz.

24 de Octubre de 2016

La incansable campaña contra Donald Trump continúa. El 14 de octubre, el Washington Post respaldó a Hillary Clinton para la presidencia, mientras incluía en su edición impresa un total de nueve artículos, tres editoriales haciendo trizas al candidato del Partido Republicano -incluyendo también piezas en las secciones Estilo y Metropolitana. Al día siguiente, se contabilizaron cinco artículos, un editorial principal, tres cartas de lectores, dos editoriales especiales y dos tiras cómicas. Pero el Post no está solo, en tanto el New York Times pone de suyo en su sección de artículos del día sobre las supuestas actitudes de Trump en el tema de género; asimismo, los medios televisivos prosiguen con el raconto de relatos que ilustran sobre revelaciones antiguas. Cuando Trump planteó la posibilidad de que toda esta actividad está siendo coordinada y, posiblemente, en parte fabricada por el staff de campaña de Clinton, fue reprendido solo por haberlo sugerido.

Más perturbador aún -en mi opinión- es el rol que la Casa Blanca ha venido desempeñando en el desarrollo del drama. El presidente Barack Obama ha estado ciertamente activo, respaldando a Clinton y maldiciendo a Trump, describiendo al candidato Republicano como no apto para la Oficina Oval y como carente de la experiencia necesaria para ser jefe de Estado. Hay cierta ironía en las afirmaciones de Obama, conforme él mismo llegó a la Casa Blanca como, probablemente, el presidente con menos experiencia de los últimos cien años, pero el hecho de que la propia Casa Blanca esté tomando partido en una campaña electoral es, por lo menos, desconcertante. Tradicionalmente, el presidente -como jefe de Estado- debería mostrarse más allá de la discusión, dado que su salario y poder le son obsequiados por el pueblo para que se dedique a administrar el país -y no para que haga campaña por un sucesor. Se presume que el Comité Nacional Demócrata se hace cargo de los costos mientras que Obama se involucra en episodios de campaña, pero uno debería preguntarse si eso incluye a la totalidad de los costos de infraestructura vinculados en mudar al primer mandatario de un lado a otro. Y, sin lugar a dudas, sería difícil contrastar los costos entre los capítulos en que Obama hace campaña y aquellos en los que se se ocupa del quehacer oficial.

Michelle Obama no cuenta con despacho oficial, así que su rol es menos problemático al involucrarse en el sendero de la campaña. No obstante, entiendo que no parece adecuado que la esposa del presidente se involucre tanto en la campaña de Hillary Clinton. En episodios recientes -claramente pensados para apelar al público femenino-, ha denigrado a Trump, declarando que sus comentarios la han 'conmovido profundamente'. Este calibre de crítica es lo suficientemente razonable, considerando algunos de los bon mots trumpianos que han llegado a la superficie, pero existe un atisbo de hipocresía en todo ello, conociéndose el historial de Bill Clinton como depredador sexual -que ciertamente, y en parte, le ha permitido a Hillary Clinton preservar su viabilidad política.  

Mientras el autoinmolado Donald Trump desde luego se merece gran parte de las críticas que se le han hecho, la casi ridícula promoción de Hillary Clinton como alternativa moderada y razonable por parte de las fuerzas combinadas de la Casa Blanca y los medios no ayuda a los votantes. El despellejar a Trump por su ignorancia y escasa sensibilidad ignora qué tan desagradable es, a su manera, Hillary Clinton. Hillarylandia se propone como un espacio evolutivo en donde los estrategas demócratas trabajan en conjunto para consolidar una ventaja electoral permanente a través de la apelación a segmentos unificados de la población que ven a los Clinton como victimizables. Y ello sobrevendrá con la probabilidad de más guerra, no solo contra numerosos actores en Oriente Medio, sino también contra Rusia en Europa, así como también versus Siria y China en el Pacífico.

Fuerzas armadas de EE.UU.Los votantes estadounidenses deberían notificarse sobre el asunto de elegir entre guerra versus paz. Daniel Larison y otros colaboradores en The American Conservative han demostrado cómo Hillary Clinton encarnaría una presidente altamente agresiva, con un particular empeño dirigido contra Rusia. Infortunadamente, ella hallaría escasa oposición en el Congreso y los medios a la hora de llevar adelante una arriesgada política exterior, en tanto se beneficiaría del pensamiento vigente en Washington que versa sobre las pretendidas amenazas que surgen de Rusia, Irán, y China. James Stavridis, un almirante retirado que alguna vez fuera considerado por Clinton como posible vicepresidente, advirtió recientemente sobre 'la necesidad de emplear fuerza letal contra los iraníes. Creo que eso es lo que viene. Será una confrontación marítima y, si no sucede inmediatamente, le apuesto a Usted un dólar a que sucederá después de la elección presidencial, quien sea que resulte elegido'.

Otro vistazo a lo que podría sobrevenir con Hillary en la Casa Blanca fue compartido por Carl Gershman, en un editorial en el Washington Post: 'Recordando a un periodista que fue asesinado por enfrentarse a Putin', que curiosamente recibió escasa cobertura adicional en los medios. Gershman es el director del think tank National Endowment for Democracy (NED), lo cual significa que es una figura de alto calibre en el establishment de política exterior en Washington. Para aquellos que no conocen a NED, se trata de una autoproclamada organización no gubernamental (ONG) dedicada a difundir los valores democráticos en el globo. Se ha mostrado profundamente involucrada en no pocas revoluciones en la Europa Oriental, así como también en la Primavera Arabe. Es financiada por el gobierno de los Estados Unidos con un aproximado de US$ 100 millones anuales, lo cual sugiere que su status como ONG es, en mucho, conveniente, permitiéndole ejecutar proyectos de los cuales la Casa Blanca gustaría de distanciarse. Algunos críticos de NED recuerdan que la organización fue fundada en 1983 por el director de la CIA bajo la presidencia de Ronald Reagan, William Casey, y que su objetivo era encarnar otro elemento en la lucha contra la influencia soviética en tiempos de la Guerra Fría. En la actualidad, NED ha sido mencionada y descripta como un órgano que hace el tipo de cosas que la CIA está acostumbrada a hacer.

NED exhibe un ala vinculada al Partido Demócrata, llamada Instituto Democrático Nacional para Asuntos Extranjeros (National Democratic Institute for Foreign Affairs), encabezada por Madeleine Albright, y un ala vinculada al Partido Republicano, llamada Instituto Internacional Republicano (International Republican Institute), regenteado por el Senador John McCain, de tal suerte que el respaldo que recibe es bipartidista. Gershman, quien plausiblemente ha sido descripto como neoconservador y ciertamente es un intervencionista, ha sido presidente de NED global desde su fundación, 33 años atrás.

Los editoriales de Gershman recuerdan el homicidio de la periodista rusa Anna Politovskaya diez años atrás, culpando del episodio al presidente ruso Vladimir Putin, aún cuando no existe evidencia que lo conecte, y sin importar que los homicidas verdaderos hayan sido capturados; no importó que éstos confesaran, que hayan sido sentenciados y enviados a prisión. Gershman continúa en su presentación de los delitos cometidos con regularidad por el régimen ruso: 'Hoy día, Rusia ocupa el 20% del territorio de Georgia. Ha anexado Crimea, ha invadido Ucrania oriental y amenazado a sus vecinos nórdicos. Emplea a piratas informáticos para acceder a e-mails, a trolls informativos y a la financiación abierta de partidos políticos para sembrar discordia en Europa, debilitar la Unión Europea y a la OTAN, y minar la confianza en las instituciones occidentales. En comunión con los regímenes iraní y sirio, está extendiendo su influencia en Oriente Medio, e incluso interviene en la elección presidencial de Estados Unidos'.

Numerosas afirmaciones de Gershman son o bien solo parcialmente verídicas o bien infundadas, mientras que algunas son ridículas, totalmente carentes de respaldo en forma de evidencia; pero Gershman concluye que 'los Estados Unidos cuentan con el poder para contener y derrotar a este peligro. El asunto es si acaso podemos contar con la voluntad para hacerlo'. Básicamente, se trata de una arenga para que la próxima Administración remueva a Putin del poder -una sugerencia estúpida que jamás ha sido vista en un periódico de semejante importancia, conforme implica que el riesgo de una guerra nuclear es completamente aceptable para promocionar un cambio de régimen en un país cuyo liderazgo -democráticamente elegido- desaprobamos.  

Los comentarios de los lectores debajo del artículo del Post fueron ampliamente críticos con la figura del autor, y también de NED. Un crítico escribió que NED debería ser rebautizada como 'Fondo Nacional Para Subir Permanentemente el Precio de las Acciones de Raytheon' ('National Endowment for Permanently Boosting Raytheon’s Stock Prices' | N. del T.: Raytheon es una reconocida firma americana en el espectro de los contratistas de Defensa). Otro lector apuntó: 'Nadie votó a Carl Gershman, ni al NED, ni al Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), ni al Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (Project for the New American Century). Nadie en los Estados Unidos ha elegido democráticamente a esta gente. Ningún estadounidense eligió a los dueños ni a los editores del Washington Post o del NY Times. Toda encuesta muestra que los ciudadanos estadounidenses no desean que EE.UU. intervenga en Siria, y que no se ejecuten acciones contra el gobierno sirio'. Otro comentario rezaba: 'Solo deseo haber tenido el tiempo y el espacio para refutar la totalidad de las mentiras y la desinformación presentadas en este artículo'.

El punto a considerar es si acaso la nebulosa generada por los ataques contra Trump acaso oscurecen el muy certero peligro representado por una posible presidencia de Hillary Rodham Clinton. Ella está comprometida con el consenso de la política exterior de Washington, en relación al mejor modo de emplear los vastos recursos militares de Estados Unidos, y no tiene problemas en tomar medidas agresivas contra los adversarios que no se adecuen con los estándarse de Washington en lo que hace a buen comportamiento. Semejante postura podría ser considerada aceptable para el público estadounidense en ocasión de hacer frente a una nación del Tercer Mundo, pero las apuestas se vuelven dramáticamente elevadas cuando uno debe lidiar con una nación que posee armas nucleares y los medios para dispararlas a domicilio. La posibilidad de una agenda de línea dura hacia el exterior podría escalar en un encuentro de ese tipo, y ésta alternativa debería constituír una consideración muy seria al momento de dirigirse los ciudadanos estadounidenses a las urnas, de aquí a dos semanas y media.


Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/a-world-gone-mad/ | Traducido y republicado con permiso del autor y de The American Conservative magazine (Estados Unidos)

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.