Argentina endiosa el gasto y esquiva el impuesto
Los cánticos de muchas hinchadas de fútbol utilizan la palabra 'locura'...
14 de Marzo de 2016
Los cánticos de muchas hinchadas de fútbol utilizan la palabra 'locura' para autodefinirse. Sin lugar a dudas, se trata de un ejercicio de autoconocimiento avanzado. 'Esta banda está loca, es por eso que va a todos lados', o 'que esta banda está loca (...) hoy no podemos perder', o bien el clásico 'miren miren que locura, miren miren que emoción'; y demás.
Imaginemos por un momento que un grupo de barrabravas entra en estado de locura, e impone a los jugadores de su equipo determinados limitantes a la hora de jugar. Entre ellos, los obliga a 'nunca dar un pase para atrás'. Es decir que, por imperio de la barra, los jugadores siempre deben pasar la pelota hacia adelante. 'Así vamos al frente y demostramos que no somos cobardes', rezaría el justificativo de tal medida.
Ante esta situación, el presidente del club y el director técnico tienen tres opciones:
Anunciar una política de shock. Esto es, pararse de cara a los fanáticos y enloquecidos hinchas y explicar que no es posible cumplir con tal norma (no dar ningún pase de pelota hacia atrás), conforme 'el pase defensivo es una forma de cuidar la tenencia del balón para poder avanzar'. Y, tras ello, a partir del siguiente partido, los jugadores pasan la pelota hacia atrás o hacia adelante según la conveniencia del juego. El presidente y el director técnico deberán soportar los reproches, insultos y oposición de los hinchas -y asumir los costos de los pases hacia atrás mal hechos. Lo que se dice una política gradual. Es decir, que el presidente y el director técnico manda a sus jugadores a jugar 'siempre para adelante' pero, cuando nadie se da cuenta, den un disimulado pase hacia atrás si fuera necesario. Así, los avances no serán tan frenéticos pero se respetará las preferencias de la hinchada.
Hacer caso omiso del pedido de los hinchas. En este caso, el presidente y el director técnico suben a la tribuna y arengan para ir siempre al frente, no ser cobardes y no traicionar los colores del club. Los jugadores pasarán la pelota siempre hacia adelante sin importar ninguna consecuencia. Todo efecto negativo será culpa de factores externos que no comprenden la necesidad de atacar.
Hacer caso omiso del pedido de los hinchas. En este caso, el presidente y el director técnico suben a la tribuna y arengan para ir siempre al frente, no ser cobardes y no traicionar los colores del club. Los jugadores pasarán la pelota siempre hacia adelante sin importar ninguna consecuencia. Todo efecto negativo será culpa de factores externos que no comprenden la necesidad de atacar.
El macrismo optó por la opción dos, y el kirchnerismo, por la tercera opción. El problema de fondo no remite ni la gradualidad de la actual administración ni a la frenética carrera hacia delante de la anterior. La Argentina es una hinchada que, desde cierto punto de vista, ha ingresado en el terreno de la locura fiscal. Le pedimos al Estado que nos guíe, proteja, alimente, eduque, cure, entretenga, cobije, y atienda cada día de nuestra vida -sin jamás tener que pagar por ello.
La Argentina endiosa el gasto y esquiva el impuesto. Cuando los recursos abundan -como sucedió entre 2003 y 2007 -,votamos y aplaudimos el derroche. Cuando los recursos comienzan a escasear, es costumbre que la ciudadanía exija al gobierno que confisque a quien sea, antes que hacernos pagar la fiesta. Así, pues, el cristinismo fue por los fondos del agro, de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), de las empresas privadas, de los acreedores, del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Confiscó cuanta caja tuvo enfrente.
Forzado por una hinchada que, ante cada oportunidad en que llega la factura de la fiesta se hace la distraída para que el gobierno saquee a quien está al lado, las excusas sobran. Lo propio sucede con políticos inescrupulosos que, de igual modo, se suben a caballo de esas excusas.
La Argentina necesita tanto un shock fiscal como un shock de educación económica. De lo que se trata es de volver a comprender que los recursos son escasos, que la propiedad privada es un derecho, y que el dinero siempre se asigna con mayor responsabilidad desde el bolsillo privado que desde la tribuna pública.
Es menester regresar, imperiosamente, a los principios de prudencia fiscal. El endeudamiento debe financiar obras de infraestructura; los impuestos deben financiar un reducido gasto corriente, y nunca se debe recurrir a la emisión y a la confiscación como fuente de financiamiento del sector público. Será cuestión de releer a los clásicos y no demonizar principios básicos, tan elementales para administrar un gobierno como para administrar un hogar.
Desde hace muchos años, los argentinos nos comportamos como barrabravas fiscales. En los últimos doce años, el grado de delirio aumentó considerablemente. El concepto de gratuidad nos ha hecho mucho daño. Todo lo que le pedimos al Estado, habrá que pagarlo. Y lo que no se paga en pesos, se paga en baja calidad de prestación. No hay magia.
En su discurso inaugural el Presidente Mauricio Macri apuntó que 'el lugar de encuentro es la verdad'. Debemos enfrentar los costos de conocer la herencia recibida, exteriorizar los estropicios de la gestión anterior y asumir que las fiestas, si se hacen, se pagan. Pero siempre es preferible no hacerlas.
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@Lacha
Sobre Gustavo Lázzari
El autor es economista en la Fundación Libertad y Progreso (Argentina). Publica regularmente sus trabajos en la web de la fundación y en el sitio web en español del Instituto Cato.