POLITICA ARGENTINA: PABLO PORTALUPPI

País sin diálogo; ausencia de debate

No resulta poco llamativo el derrotero del kirchnerismo en la llamada 'recuperación de la política'...

25 de Septiembre de 2015
No resulta poco llamativo el derrotero del kirchnerismo en la llamada 'recuperación de la política', una de las más autorreferenciales aristas del relato. Lo que comenzara proclamado como un regreso de la miltancia activa, terminaría transformándose en algo que muchos dan en llamar la 'postpolítica', esto es, una eminente ausencia de debate en la campaña presidencial actual -coronada, por cierto, por la insoportable liviandad que caracteriza a los principales candidatos.

Por debate, se entiende no sólo la discusión de propuestas en modalidad frente a frente -esa gran deuda de la dirigencia nacional-, sino más bien la confrontación sistemática de conceptos e ideas, escasez que se presenta preocupante de cara al futuro inmediato. El kirchnerismo se jactó siempre de haber puesto por encima de todo a la discusión política, pero remató la faena ungiendo como candidato propio a un aspirante carente de conceptos, apenas un mero defensor de la cultura menemista, de las correrías vinculadas a la 'pizza con champagne', y que se muestra insanablemente básico en sus ideas: 'si hay inseguridad, hay que poner más policías', dirá. Su creatividad fenece en esa proposición.

La decisión de Daniel Scioli de no concurrir a los debates organizados por una ONG y por el canal de noticias Todo Noticias (TN) no remite a la sorpresa. Parece haberse instalado en la dirigencia doméstica aquello de que quien va primero en las encuestas, no se encuentra forzado a debatir. La ciudadanía -o al menos una porción de ella- no parece reprimir dicha ausencia. En rigor, la determinación determinación del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires resulta coherente con la impronta kirchnerista: el debate de ideas, desde esta óptica, es contraproducente. Así lo entendió en su momento el fallecido Néstor Kirchner, y ha tensionado esta prerrogativa la saliente Cristina Fernández. La ruidosa ausencia de reuniones de gabinete y la eliminación de las conferencias de prensa se convirtieron en políticas de estado del matrimonio. Pero es precisamente en esta instancia donde el relato hace agua: la militancia tambiéen comporta, dentro de su definición más estricta, la sapiencia de defender una idea y de pelear por sus verdades -confrontándolas con quien piensa distinto y que busca rebatirlas. Los funcionarios del proceso oficialista que diera inicio en 2003 también se han montado al caballo de este silencio.

Así las cosas, las expresiones públicas de Daniel Scioli nada agregan a la discusión política. La pretendida 'militancia' camporista radica -con mucha fortuna- en el acto exclusivo de acaparar posiciones de alta remuneración en estructuras estatales, mientras que, en simultáneo, la única ideología de los Kirchner consistió en hacer dinero para acumular poder. Lo cierto es que en esta pobreza de objetivos acabó todo. Acaso la coronación de esta agenda -impensada, pero reveladora- haya sido la designación de Scioli como referente. Si el kirchnerismo alguna vez fue pasional y sanguíneo en sus combates, el sciolismo parecería ser todo lo contrario: enfermo de corrección política, esquivo a los conflictos, 'componedor' hasta el hartazgo (es lo que él manda a sus dignatarios a decir en público, aunque los resultados no sean vistosos). Con todo, habrá que decir que, si el candidato del FPV supo mantenerse a flote ocho años en la inenarrable Provincia de Buenos Aires, es porque supo negociar con los caciques y tiburones que allí se reproducen. Más todavía: si es capaz de elogiar públicamente al Gobernador de San Juan, José Luis Gioja, dadas sus discutidas políticas de minería, y si sonríe complaciente junto a la jujeña Milagro Sala, quizás estas señales certifiquen que Daniel Scioli oculta más de lo que muestra.

Pero la ausencia de políticas no remata su expresionismo en el oficialismo. El aspirante de oposición con más chances de suceder a Cristina no es otro que un hombre involucrado en una campaña notablemente vacía de contenido, en un país que necesita -más que cualquier otra cosa- propuestas. La perorata de Mauricio Macri apenas remite a conceptuaciones esporádicas e inocuas de 'cambio' y 'fuerza'. Pocas definiciones, para una nación que necesita con desesperación oir respuestas al respecto de cómo encarar operativamente soluciones para, por ejemplo, problemáticas como inseguridad, caída del poder adquisitivo, pobreza y desempleo. Macri también ha hecho lo suyo para desestimar la discusión política, mientras disimula estas carencias intentando apoyarse en la gestión. Pero no se observan allí conceptos ni ejes claros; solo frases livianas, y numerosas dudas: ¿existe realmente la coalición 'Cambiemos', o acaso todo se decide en el intimismo amarillo que ya ha acusado el impacto de la salida de Jaime Durán Barba? ¿Qué protagonismo revistan, entre otros, Ernesto Sanz o Elisa Carrió, reducidos por el momento a apariciones accesorias?

Entretanto, solo Sergio Massa parece remitirse a ideas y/o soluciones concretas -aunque está visto que se atreve a enumerarlas en función de la comodidad que le atribuiría su pretendido tercer puesto en las preferencias. Sin embargo, sobre Massa también recaen algunas sospechas. ¿Realmente cree en su propio discurso, o todo debería explicarse a raíz de su tercer puesto en las PASO? ¿Qué tanto habrán de pesar, en la balanza, los antecedentes registrados por su carrera política, gran parte de ella llevada a cabo desde el seno del kirchnerismo?

Allí donde muchos creen ver el gran fracaso del esquema oficial, será hora de apuntar que, en verdad, se asiste a un éxito, sustentado a base del engaño. Cristina y Néstor Kirchner se las arreglaron para imponerle al país un relato; complementariamente, la Presidente se aferró a la eventual sucesión por parte de un referente débil -al que combatirá desde una serie de trincheras bajo su control. Compréndase que, en todo caso, la ausencia de un debate deviene, sin más, en el corolario perfecto para una campaña declaradamente anodina, en el crepúsculo de un gobierno que fingió ser lo que nunca fue.

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.