POLITICA: MATIAS E. RUIZ

18F, más allá de los fiscales. Causalidad vs. casualidad. Simetría versus asimetría

A paso acelerado, la República Argentina se aproxima a su propia encrucijada.

14 de Febrero de 2015

A paso acelerado, la República Argentina se aproxima a su propia encrucijada. El próximo miércoles 18 de febrero, ciudadanos y habitantes de este país habrán de decidir qué clase de sistema debería regir sus vidas de cara al futuro, en tanto la disyuntiva no parece ofrecer mayor preámbulo para el titubeo. Uno de los senderos determinará la manutención del status quo vigente desde el retorno de la democracia en 1983. La vía alternativa podría, con enormes probabilidades, conducir hacia un esquema de relativa novedad -acaso similar al que impera en el mundo civilizado y pro-occidental-, en el que los mandantes o funcionarios electivos no puedan (si tal fuera su propósito) salirse alegremente con la suya sin hacer frente a gravosas consecuencias.

Así las cosas, el Caso Nisman suele ser erróneamente interpretado como catalizador de una expresión cuasidefinitiva de hartazgo para el ciudadano de a pie, demasiado acostumbrado a la frustración que emana de la imposibilidad de hallar foros apropiados en los cuales expresar la acumulación de su descontento. Pero, en rigor, el homicidio del fiscal trasciende a su importancia preliminar, para convertirse en la proverbial gota que ha derramado el vaso de la tolerancia. Una de las pistas para certificar esta hipótesis remite al hecho de que la opinión pública no presta mayor atención ni a la investigación emprendida por Alberto Nisman, ni a su historia personal. Antes bien, esa construcción teórica descripta vulgarmente como 'la gente' solo entiende que es hora de manifestarse -sin mediar exploración minuciosa de los detalles-, y hacia ese objetivo vuelca la sumatoria de su energía y esfuerzo. De tal suerte que la convocatoria de lo que se ha dado en llamar 18F trasciende -si se permite la redundancia- a sus convocantes y personeros, los fiscales. A contramano de los cacerolazos previos, la movilización que asoma termina por superar al espectro dirigente opositor o al propio Grupo Clarín: le pertenece a todos. En vistas de esta puntualización, tanto la Presidente de la Nación como sus voceros yerran en la identificación del objetivo; tropiezan en el abuso de la argumentación ad hominem contra la humanidad de los aparentes promotores. De allí que la insistencia en este error táctico solo sirva para engrosar la tropa de la marcha nacional del próximo 18. La peor noticia para la Casa Rosada y sus propagandistas es que pocos son los resultados que pueden esperarse del ataque contra un oponente incorpóreo -a la postre, invisible. O, tomando conceptos prestados de otro diccionario: Balcarce 50 insiste en la inconveniencia de una aproximación simétrica para intentar doblegar a un enemigo eminentemente asimétrico.

Esta evaluación previa, sin embargo, no comporta un carácter excluyente en la óptica del periodismo profesional y del submundo de los analistas políticos. Para éstos -ya sea por vocación o por contrato-, existe una miríada de conclusiones en todo inevitables; panorama en el que se vuelve patente la imposibilidad de rescate para un tándem presidencial compuesto por una jefe de Estado imputada y un vicepresidente procesado en formato múltiple. La ciudadanía colocará sobre esta percepción la consabida cereza del postre, esgrimiendo cartelería y pancartas con el mensaje 'Cristina Asesina' -conforme ya se viera en concentraciones que ganaran empuje apenas pocas horas después de acometido el magnicidio. El nudo gordiano de esta formulación reside, precisamente, en la retroalimentación negativa del subsistema: CFK la emprende contra la administración de justicia; ésta replica con lógica coherencia, redoblando también la apuesta. En consecuencia, la tercera ley de Newton salta del mundo de la física para aterrizar con fuerza en el ámbito político-social. Para infortunio de las instituciones, la retroalimentación negativa de referencia se cuela en planos diferentes: alcanza de igual forma al intercambio de fuerzas opuestas en el proscenio de la inteligencia y el espionaje, multiplicándose la probabilidad de ocurrencia del homicidio accidental o la neutralización selectiva. El resultado es previsible, por cuanto se confunden causalidad y casualidad; los análisis convencionales fracasan, o bien se elaboran teorías de difícil comprobación. Es la hora del análisis proactivo.

Al cierre, será difícil soslayar que el modelo cristinista no fracasa a partir de un impacto de frente contra algún oponente mejor entrenado. El kirchnerismo/cristinismo encontró inicialmente su Raison d'être en la identificación y enajenación de enemigos (reales o ficticios); el contratiempo inherente a esa aproximación es que, ante la ausencia de oponente, la evolución natural del subsistema se precipita hacia la búsqueda, detección y destrucción preventiva de enemigos puertas adentro (así, pueden citarse las invectivas contra el banquero Jorge Brito, la avanzada oficial contra Sergio Schoklender o el reciente sacrificio bíblico -y en Cadena Nacional- de Sergio Berni). El cénit de este prototipo viene a ser la cruenta guerra de inteligencia, ahora en curso. Inteligencia que -valga la ironía- constituyó desde el arribo de Néstor Kirchner la columna vertebral del programa ideado para permanecer, y que hoy fenece.

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.