ECONOMIA & NEGOCIOS: MANUEL HINDS

BRICS en problemas

Existe un dicho anglosajón que invita a tener cuidado con lo que uno desea, porque podría obtenerlo.

20 de Noviembre de 2014
Existe un dicho anglosajón que invita a tener cuidado con lo que uno desea, porque podría obtenerlo. Muchos han criticado el desequilibro internacional de la economía estadounidense, que por varios años ha importado mucho más de lo que exportaba, y ha pensado que por eso los países emergentes, que exportaban más de lo que importaban, se convertirían en motores de la economía mundial. Pero quienes estimaban esto jamás se detuvieron a considerar que quienes generan demanda en los mercados internacionales son los que importan menos de lo que exportan, ya que dejan un déficit en su producción que puede ser llenado por otros. Es decir, aquellos que generan actividad en los mercados internacionales son los que compran, no los que venden.

Por supuesto, importar más de lo que se exporta comporta un problema: la diferencia se financia con préstamos, con lo que, si la diferencia entre importaciones y exportaciones es importante, y si esta situación se prolonga demasiado, el país afectado se ve obligado a reducir su demanda de importaciones, aumentar sus exportaciones, o una combinación de las dos. Al hacerlo, por supuesto, reduce el mercado internacional que está disponible para otros países.

Desde los años noventa, varios países, incluyendo EE.UU., estaban en esa situación, demandando mucho más de lo que producían, con lo que se generó un boom internacional. Este boom dio lugar a una cadena de oferta. Algunas naciones, como ser el caso de Alemania y China, incrementaron sus exportaciones enormemente vendiendo productos industriales a Estados Unidos, España, Irlanda, Italia, Grecia y otros. En este boom, la demanda de materias primas necesarias para producir productos industriales aumentó considerablemente, provocando booms en los países exportadores de productos primarios -grupo en que se incluye a Brasil, Rusia, y a casi toda América Latina.

Esto fue el boom de los productos primarios, fuente de todas las ideas de que los BRIC y los países productores de materias primas (productos con menor valor agregado) se convertirían en las grandes potencias económicas del mundo. Las naciones desarroladas, se decía, no podían ni siquiera poner sus economías en orden, ni disminuir los déficits causados por la gran diferencia entre sus importaciones y sus exportaciones.

Hoy, los países desarrollados han disminuido drásticamente estos déficits, y la gente está comenzando a entender que, a partir de déficits menores, existe menos demanda por productos industriales en los mercados internacionales, y con menos demanda de estos, se registra una menor demanda de productos primarios también. Los países que se creían locomotoras se percatan hoy de que, en realidad, son vagones de cola de los países desarrollados, y que al comprar estos menos, la velocidad que traían se disminuye y podría convertirse en retroceso.

Entre estos países revista Brasil, cuyas exportaciones y producción dependen crucialmente de las ventas de materias primas. Brasil ha entrado en un descenso rápido de su actividad económica desde que los precios de estos productos comenzaron a bajar hace un par de años. El gobierno ha tratado de todas las maneras posibles de compensar la declinación de estos precios con aumentos de la demanda interna, pero no ha logrado nada. La economía brasileña viene en caída.

Otro país más importante geopolíticamente, Rusia, ha entrado en problemas también. Rusia necesita un precio de 114 dólares por barril de petróleo para poder balancear su presupuesto (la fuente principal de ingresos fiscales y de actividad económica en Rusia es la venta de petróleo). Hoy, el precio del barril de crudo oscila entre US$78 y US$80. Al mismo tiempo, el rublo se ha devaluado un 30 por ciento con respecto al dólar desde principios de año, con lo que las empresas rusas, que están endeudadas en dólares por un total de cerca de 422 mil millones de dólares, y los bancos rusos, que deben 192 mil millones de dólares en dólares, están en peligro de no poder pagar sus obligaciones. Sólo de aquí a fines de diciembre, las compañías y bancos exhiben vencimientos por US$ 30 mil millones. Con la moneda devaluándose, esto representa cada vez más como porcentaje de sus ventas, que están denominadas en rublos. Cada vez tienen que ganar más rublos para poder pagara la misma deuda. Una crisis financiera podría estar por golpear a Rusia, comportando grandes consecuencias geopolíticas.

Es difícil predecir en qué sentido se darán estas consecuencias. Con el tiempo, es claro que Rusia se debilitará y no podrá seguir con sus políticas agresivas. Pero ello podría desencadenar una mayor agresividad en el corto plazo, para lograr los objetivos de Putin antes de que Rusia entre en una crisis paralizante. A la larga, sin embargo, lo lógico es esperar que Rusia, que ha estado muy activa últimamente, deba ingresar en otro período de oscuridad como el que tuvo en los años después de 1998, cuando otra caída de los precios del petróleo le generó una crisis económica severa.

China, por su parte, no depende de los productos primarios. Es el único país BRIC industrializado. Pero su crecimiento se precipita, porque su demanda interna no puede compensar por la baja de la demanda internacional. Además, como Rusia y como Brasil, corre el peligro de tener una crisis financiera, en este caso porque sus bancos han invertido en muchos bienes raíces que nadie compra (esa fue la causa de la crisis de Estados Unidos en 2008) y porque la tasa de crecimiento no es tan alta como se pensaba. Mucha gente estima que, si un país está creciendo al 10 por ciento y luego detiene su crecimiento hasta el 5 por ciento, nada sucederá. El riesgo de crisis es muy alto en estas circunstancias porque las empresas, que han estado invirtiendo creyendo que la economía crecerá al 10 por ciento, de pronto se encuentran con una gran cantidad de equipo que tienen que pagar pero que no está siendo utilizado. Esto puede suceder en China.

Sumado este escenario a la mala salud de los bancos en Europa y de algunos otros países desarrollados, el panorama económico internacional se presenta delicado.

 
Sobre Manuel Hinds

Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.