POLITICA: MATIAS E. RUIZ

Amado Boudou: estrellando el Sudoku

En la noche del viernes, el juez federal Ariel Lijo dictaminó el procesamiento -sin prisión preventiva-...

28 de Junio de 2014

En la noche del viernes, el juez federal Ariel Lijo dictaminó el procesamiento -sin prisión preventiva- del Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou. La decisión se hizo extensiva a los protagonistas centrales del Culebrón Ciccone, esto es, José María Nuñez Carmona, Alejandro Vandenbroele, Guillermo Reinwick, Nicolás Ciccone y Rafael Resnick Brenner. Al petulante segundo de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner le cupo la acusación de cohecho (sobornos o coimas, en lenguaje llano) y negociaciones incompatibles. En la resolución judicial, brilla por su ausencia la terminología 'asociación ilícita', sencillamente colegible a raíz de lo actuado por Boudou en su torpe periplo tendiente a apropiarse de la firma dedicada a la impresión de billetes y documentación oficial.

La novedad del procesamiento del personaje elegido por Cristina como compañero de fórmula no es tal; si lo es el timing empleado por Lijo. En tanto el dictamen era esperable, lo cierto es que éste estaba previsto para no antes de la clausura del campeonato mundial de fútbol de Brasil. Complementariamente, casi podría certificarse que la decisión judicial se ha visto motorizada por la estratagema desmañada y por momentos obtusa de la que echara mano Boudou a la hora de intentar desligarse del escabroso affaire. Otro tanto ha tenido que ver con la cerril andanada de embates con que la Casa Rosada decidió embestir a la corporación judicial -y, en este terreno, difícil sería descartar que hicieron mella los esfuerzos del Gobierno Nacional por deshacerse del fiscal Campagnoli. Conclusión fácil: los magistrados bajo fuego suelen contestar con más fuego. El territorio de la curiosidad ha mostrado a Ariel Lijo viendo coincidir su sino con el del procesado, no contemplando el juez otra salida que huir hacia adelante. De otro modo, quizás el calibre del ataque oficialista se hubiese radicalizado aún más, conduciendo el expediente hacia la nada misma.

Dos verdades de perogrullo que, por estas horas, el conmocionado espectro de los medios ha echado a rodar: 1) el bueno de Aimé es el primer vicepresidente procesado en la historia de las instituciones de la República Argentina; 2) la noticia aterriza de bruces en el medio de la paupérrima actuación de la Administración frente a los 'fondos buitre'. Los disgustos parecen acopiarse sin piedad en el escritorio de Axel Kicillof, Ministro de Economía. Este, acorralado por las desprolijidades de su propio discurso, la probabilidad de ocurrencia de default y los hedge funds, deberá ahora explicar que Guido Forcieri -representante argentino ante el Banco Mundial e intoxicado por los prolegómenos de Ciccone- está llevando a cabo una faena clave para el país y que, debido a su consejo, Lijo debería prorrogar su indagatoria. Para Kicillof, salir indemne de este circuito multiplexor (que comporta complicaciones por partida triple) equivaldría a un milagro que hasta Su Santidad el Papa Francisco envidiaría.

La salida retórica para Balcarce 50 casi se presenta obvia; involucrada de lleno en una estrategia basada en esmerilar al molesto magistrado americano Thomas Griesa, quizás deba considerar ahora insertar a Lijo en ese conglomerado de objetivación conspirativa. Así las cosas, la lista de enemigos del poder cristinista casi parece haber sinergizado agendas: Griesa y la Administración Obama, Lijo, fondos 'buitre', Magnetto y Clarín. Formulación cantada para un gobierno que hace de la neutralización de la propia responsabilidad un imperativo categórico. De todas maneras, lo impracticable de la previsible acusación golpista elude lo más obvio, a saber, que si un hedge fund se encuentra en posibilidad de hacer trastabillar a una nación, quizás sea porque las autoridades de esa nación no se han esforzado mayormente en disfrazar la propia incompetencia. Es, probablemente, certero afirmar que no han sido Néstor ni Cristina Kirchner quienes contrajeron la deuda que hoy se pelea en Nueva York. Pero es inasequible descartar que el mandato del gobierno, durante los últimos diez años, era hallar salidas alternativas para evadirse de ese claustrofóbico laberinto. Y el cristinismo poskirchnerista ha puesto de suyo para dejar correr el reloj del temporizador de esa bomba que hoy ha estallado.

La ironía del caso remata con un reducto de legisladores opositores -que, en su oportunidad, votaron en favor de la expropiación de Ciccone- pidiendo que el atribulado Vice dé un paso al costado. Acaso estos grises personeros aún no se hayan percatado de que el temario que más perturba el sueño de la solitaria Presidente es la causa contra Lázaro Báez, conforme allí reside la punta del ovillo para, eventualmente, poner la lupa sobre el desaprensivo enriquecimiento ilícito de la famiglia.

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.