POLITICA: PABLO PORTALUPPI

Aquel aplauso del 2001

La corte suprema de justicia de los Estados Unidos decidió no tomar el caso de los holdouts contra la Argentina...

16 de Junio de 2014
La corte suprema de justicia de los Estados Unidos decidió no tomar el caso de los holdouts contra la Argentina, por lo que el fallo de primera instancia del magistrado Thomas Poole Griesa y la posterior confirmación de dicho fallo en segunda instancia quedó firme, de tal suerte que el país deberá abonar U$S 1.300 millones previo al cierre del mes. De no ser así, la Argentina caerá en default técnico. Si bien pocos preveían este desenlace, la probabilidad de ocurencia permanecía latente, y ni el Gobierno ni los legisladores de oposición que se trasladaron a EE.UU. con el objeto de expresar su 'apoyo moral' para con la agenda de la Casa Rosada consideraron el escenario en toda su dimensión. Otra vez, un puñado de referentes opositores volvieron a hacerle el juego a la Administración cristinista. Precisamente, a un gobierno que ha hecho del destrato una política de Estado. A la luz de los resultados, debió ser el órgano independiente en un tercer país quien hiciera ver a los argentinos que una de las responsabilidades primordiales para cualquier nación que pretenda calificarse de madura es que ésta se haga cargo de sus errores y que, ante deslices de comportamiento, acepte las consecuencias.

En off, un número específico de legisladores de oposición buscaron excusarse sobre las razones de su viaje al norte, en compañía de sus pares del Frente Para la Victoria. Hacia afuera, argumentaban que el objetivo era dar a entender que era el Estado argentino el que se hacía presente -y no solo una facción. Hacia adentro, cerraban su defensa apuntando que se subieron al avión para impedir que el Gobierno -tal como lo hiciera con los acuerdos con Repsol y el Club de París- convirtiera a la herencia de la próxima Administración en un fardo bastante más pesado, en caso de alcanzarse un acuerdo. Ahora -y en vista de la resolución-, el veterano juez Griesa tendrá a disposición la apertura de otros canales para que se lleve a cabo algún tipo de negociación entre los Legisladores argentinos en EUAacreedores y la República Argentina. Quienes participarán de esa alternativa, lógicamente, serán funcionarios de Balcarce 50, y no los legisladores opositores que se trasladaron a Washington, D.C. Revistando en la vereda de enfrente una oposición tan torpe, Cristina Kirchner y sus acólitos continúan relamiéndose.

Sería sencillo, sin embargo, caer en la tentación tan nuestra de echarle las culpas de nuestros males a los demás. La prerrogativa quijotesca de la lucha contra los molinos de viento es bella a la hora de edulcorar comentarios, o para redondear la épica de corte 'maradoniano' centrada en la maldad de un poder extranjero nacido para obstaculizar el progreso de la Argentina. El autoengaño siempre es más cómodo que tener que lidiar con la compleja tarea de asumir los propios errores y desperfectos. El horror dio inicio a fines de 2001, con aquel discurso del efímero presidente Adolfo Rodríguez Saá ante Asamblea Legislativa -oportunidad en la que el protagonista declaró el cese de los pagos de la deuda externa. Aunque, quizás, lo peor sobrevino con el rabioso aplauso para celebrar el default, motorizado por los legisladores presentes y -sin lugar a dudas- acompañado en silencio por millones de argentinos. Se plantó bandera contra el 'imperialismo', acaso emulando a Galtieri en 1982; es que la ciudadanía suele acompañar episodios como éstos con manifestaciones en espacios públicos, banderitas y globos.

Rodriguez Saá solo comentó públicamente lo que gruesas porciones de los argentinos buscaban oir. Fue la época en la que comenzó a rendir beneficios el discurso de que las crisis económicas locales eran responsabilidad exclusiva de los poderes del extranjero -la dirigencia argentina (la Alianza y el menemismo, en aquel caso) eran rehenes de aquéllos. Llegaría luego Néstor Kirchner, festejando una quita del 75% de la deuda que, en rigor, jamás fue tal. La medida sería acompañada por el ahora indolente Vicepresidente Amado Boudou, con la reapertura del canje en 2010. En el proceso, el oficialismo se ocupó de insultar a los Estados Unidos y a su presidente -conforme lo ilustró la Cumbre de las Américas de 2005 en Mar del Plata-. Nunca la Argentina había puesto su conducción en bravucones y provocadores, como sucedió durante la década kirchnerista. El país todavía no había tenido que hacerse cargo de sus recurrentes actos de inmadurez política. Hasta ahora.

Tal vez este revés judicial sirva como lección para encarar los asuntos como se debe, y con representantes idóneos. Si la resolución de la corte estadounidense resulta funcional de cara a un posible crecimiento como nación, pues bienvenida sea. Hacia el cierre del día lunes, la dirigencia en su conjunto se debatía en el silencio; solo el comprometido titular de ANSES, Diego Bossio -que pretende presentarse a la Presidencia en 2015- ensayó un discurso típico de su espacio, comentando que el tribunal superior americano actuó 'con irresponsabalidad'. Muy pocos actores de reparto en sectores opositores -a pesar de haber ido a hacer turismo a la capital estadounidense- comienzan a desparramar culpas sobre la Casa Rosada.

Infortunadamente, todo remite al aplauso obsequiado a Adolfo Rodríguez Saá. Porque todo comenzó ahí, y así prosiguió durante trece largos años. Otros debieron explicarnos, por canales formales, aquello de que 'quien las hace, las paga'. Literalmente. En cosa de horas, la Presidente de la Nación se dirigirá al país por Cadena Nacional, aunque difícilmente ese discurso aporte elementos de valor. Hemos de volver a ver a Cristina Fernández rodeada de los patéticos aduladores de rigor; los que celebran la bravuconada y el disparate. Como aquel aplauso de 2001.

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.