INTERNACIONALES: LIC. SANTIAGO PEREZ

Brasil 2014, día uno: el 'país maravilloso' de Dilma Rousseff

Casi siete años después de aquel 30 de octubre de 2007, en el que Brasil fuera designado como sede del Campeonato Mundial para la edición ahora en curso...

13 de Junio de 2014
Rio de Janeiro (Brasil)- Casi siete años después de aquel 30 de octubre de 2007, en el que Brasil fuera designado como sede del Campeonato Mundial FIFA para la edición ahora en curso, la pelota comenzó a rodar y, finalmente, empezó a hablarse de fútbol. Porque, si acaso existe algo que caracterizó a la previa de esta Copa fueron los ríos de tinta que bañaron los medios del mundo sobre la capacidad o no del gigante sudamericano para organizar un evento de tamaña magnitud. Reclamos de la FIFA, pagos de sobreprecios, el no cumplimiento de plazos estipulados y la no ejecución de obras clave fueron protagonistas forzados del evento. El broche de oro a la evidente 'desfutbolización' se disparó inesperadamente en junio del pasado año, de la mano de manifestaciones tan populares como masivas que inundaron el país; impulsadas -entre otras cosas- por los millonarios gastos en infraestructura. Sobre los cuales pesa la sospecha de la falta de transparencia.
 
Pero todo eso es hoy historia. La Copa comenzó y, con ella, la fiesta. Quizás no en la manera en la que se había soñado en aquella jornada de 2007 en Zürich. Pero, tras numerosas idas y vueltas, el solo hecho de que el partido inaugural haya transcurrido sin mayores inconvenientes es motivo suficiente para respirar tranquilos. A contramano de lo que podría haberse esperado de un país como Brasil (nación amante del fútbol por excelencia), el gobierno federal sigue sin poder capitalizar políticamente el hecho de ser anfitrión de la máxima cita futbolística a nivel planetario. El torneo no le ha traído más que dolores de cabeza a Dilma Rousseff, quien terminó siendo abucheada por una multitud en el Estadio Itaquerão, ni bien brasileños y croatas estrenaban el verde césped mundialista. Por estas horas, en el Partido de los Trabajadores solo piensan en como atravesar la Copa lo más prolijamente posible para llegar en forma a los comicios presidenciales del 5 de octubre próximo. Los números actuales muestran un escenario de balotaje -razón suficiente para que Rousseff se concentre en conservar su masa crítica de capital político, si acaso se propone permanecer otros cuatro años en el Palacio do Planalto.
 
El saldo en materia de ejecución de obras fue, simplemente, decepcionante. Si bien es correcto apuntar que los estados estuvieron listos, aún cuando el último tornillo se ajuste en simultáneo con el pitazo inicial, no se puede aplicarse el mismo pensamiento para otros compromisos. En lo que respecta a movilidad urbana y aeropuertos, solo el 51,7% de lo originalmente proyectado fue efectivamente concretado. Es decir que la totalidad de los estadios prometidos están allí, pero solo la mitad de los trenes, metros, aeropuertos, calles y puentes. Y, por cierto, la referencia es para estadios que, en algunos casos, serán -a partir del 13 de julio- costosos elefantes blancos. Los escenarios para los partidos a desarrollarse en Brasilia, Cuiabá, Manaos, Natal y Recife difícilmente sean utilizados a su máxima capacidad, para después de caído el telón. Situación que, si bien se registra en cualquier país que organice un evento de semejante envergadura, no deja de remitir a cuantiosas preguntas.
 
No es casualidad que la presidente Dilma Rousseff se haya dirigido al país en cadena nacional de radio y televisión 48 horas previo al inicio del torneo. La jefe de Estado buscó enviar un mensaje conciliador, ilustrando sobre el pretendido éxito en la organización, la importancia de las obras realizadas y sobre los modos en que el Mundial beneficiará a todos los brasileños. Al mismot tiempo, Rousseff se reservó unos minutos para desautorizar a los "pesimistas" portadores del argumento de que el toreno finalmente no se llevaría a cabo. La broma que circuló por las redes sociales una vez finalizado el mensaje presidencial casi podía anticiparse: ¿dónde ha quedado ese país maravilloso del que hablaba Dilma?
 
Sobre Santiago Pérez

Es Licenciado en Relaciones Internacionales. Observador de la política internacional desde el enfoque realista, es columnista de una decena de medios gráficos y digitales del mundo de habla hispana. Reside en Río de Janeiro, Brasil, y publica regularmente en el sitio web Brasil Economía.