Es hora de que Alemania se inserte en el concierto mundial
'Prefiero tener en frente a una división alemana, antes que tener a una división francesa detrás'...
'Prefiero tener en frente a una división alemana, antes que tener a una división francesa detrás'. En estos términos, supo expresarse el General George 'Sangre y Agallas' Patton.
La maquinaria militar alemana se constituyó en un enemigo temible durante la Segunda Guerra Mundial. Así fue entonces. Hoy, es hoy.
Después de dos increíblemente sangrientas guerras mundiales, muchos mostraron preocupación frente a que una Alemania fuerte podría convertirse en una amenaza perpetua para la paz global. En efecto, la partición de Alemania en tiempos de la
Guerra Fría ha sido descripta, por momentos, como una táctica estadounidense para mantener a Alemania y a Europa débiles. Este mito, por cierto, debió ser enterrado hace mucho. En vistas de que una Europa pacífica y próspera siempre ha sido la piedra angular en la visión americana de un mundo mejor.
Aún hoy día, la defensa alemana y los líderes políticos suelen echar mano del historial de agresión militar de ese país como excusa para la inacción y la indiferencia en el escenario mundial. Esta es una pobre manera usada para justificar el no comportamiento de Alemania como nación responsable.
En primer lugar, ningún estratega o líder político del siglo XXI invierte más de diez segundos en preocuparse por una Alemania unificada que represente una amenaza para la paz mundial.
Segundo, la inclinación alemana por mantenerse al margen es más peligrosa para la seguridad futura de la comunidad transatlántica que una Alemania que asuma su posición de altura.
El ejemplo perfecto para ilustrarlo ha sido la respuesta alemana ante la crisis en Ucrania, la cual ha sido ampliamente decepcionante. La reicente visita de la Canciller alemana Angela Merkel a Washington, D.C. consistió en un despliegue de triste diplomacia. Antes que plantar cara a la monstruosa intervención de Rusia en el Báltico, Merkel se sumó al presidente estadounidense Barack Obama en una conferencia de prensa que arrojó como resultado el equivalente diplomático del 'bla-bla-bla'.
Por cierto, hay razones que van más allá de cualquier 'peso de la historia' para explicar las escasas expresiones de Angela Merkel. Los poderosos intereses comerciales en Alemania llevan a hacer grandes negocios con Moscú. Un informe de The Economist estimó que las firmas privadas alemanas exhiben una inversión aproximada de veinte mil millones de euros en Rusia.
Más aún, el ciudadano alemán promedio se muestra largamente indiferente frente a lo que sucede en la frontera oriental de la comunidad transatlántica. Una encuesta halló que el 60% de los consultados se oponía al empleo de la Fuerza Aérea Alemana para el patrullaje de las naciones de la OTAN limítrofes con la Federación Rusa.
Con Berlín oficiando de aislacionista antes que de líder mundial de principios, fue perturbador ver a la propuesta del Acta de Prevención contra la Agresión Rusa postular a la acción conjunta germano-estadounidense como eje central de su plan para restringir las ambiciones de Moscú.
La propuesta del senado de EE.UU. se orienta a enfocarse sobre lo que Estados Unidos y la OTAN puedan hacer militarmente para disuadir la agresión rusa en Europa Central y Oriental. Sin embargo, en lo que respecta a Alemania, el proyecto dice poco más que 'conversemos' -autorizando una suma anual de US$ 5 millones para abonar las fiestas periódicas de funcionarios del servicio exterior alemán y estadounidense.
Por cierto, este es un convite débil. Promocionar un ámbito de cooperación poco significativo entre EE.UU. y Alemania en el marco de un proyecto con miras a enviar un mensaje firme a Moscú proviene, sencillamente, de mentalidades blandas.
El congreso estadounidense necesita adelantarse en el juego y comenzar a promover iniciativas serias que hagan que los rusos tomen nota. Si la rama legislativa busca conseguir algo más que la carcajada de Vladimir Putin a partir de la proposición del Acta de Prevención contra la Agresión Rusa, entonces debería abandonar las expresiones de deseos surgidas de la diplomacia.
Mientras tanto, Alemania necesita comenzar a comportarse como el líder de la OTAN que debe ser. La preocupación por la prosperidad futura del Viejo Continente excede a acciones que solo sirven para ganar algún dinero con el petróleo y el gas ruso.
Alemania puede hacer mucho más al momento de enfrentar las prácticas comerciales corruptas de Moscú, su lamentable registro en materia de derechos humanos, y sus campañas en base a desinformación y trucos sucios. Más importante aún, Berlín debe oponerse con firmeza a la discrecionalidad de Putin en su esfuerzo por eliminar las libertades a punta de bayoneta.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://blog.heritage.org/2014/05/24/germany-help-lead-nato-response-russia/
Foto de portada: General George Patton | Crédito: Colección del Cuerpo de Señales de la Primera Guerra Mundial
Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.