Ajedrez y política: jaque mate a Milani en tres jugadas

'Llevar al oponente hacia un espeso y oscuro bosque en el cual 2+2 den por resultado 5, y en donde el camino que conduzca a la salida sea lo suficientemente estrecho como para que solo pueda pasar uno' (Mikhail Tahl, ex Gran Maestro soviético-latvio)

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El Teniente General César Milani -a la sazón, Jefe del Estado Mayor del Ejército Argentino, o JEMGE- se presenta hoy como la figura política más relevante del tablero cristinista. Quizás a contramano de lo estimado por el pensamiento lineal de los más influyentes columnistas dominicales del espectro de los medios de comunicación tradicionales, demasiado acostumbrados a poner el foco en las barrocos despropósitos retóricos de Axel Kicillof o en la grandilocuente pero en definitiva inocua fraseología compartida por la propia Presidente en Cadena Nacional.

Con el levantisco Sergio Berni fuera de la ecuación -conforme ha comenzado a labrar sotto voce en su incipiente carrera hacia la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires-, la figura de Milani cobra relevancia macro, en virtud de su propuesta (elevada personalmente) a Cristina Fernández Wilhelm con miras a 'controlar la calle', ante la eventualidad de incidentes callejeros que pudieren enturbiar el final de ciclo. Teniéndose presente que, por estas horas, el sistema político argentino transita por un manifiesto sendero de transición.

Hace cuestión de meses, César Milani se ocupó de atribuir las acusaciones que versan sobre enriquecimiento ilícito y violaciones de derechos humanos a una 'campaña' orquestada en su contra. El JEMGE constituye una de las piezas de mayor valor agregado en el extendido esquema de resguardo futuro de la Presidente de la Nación, en compañía de Eugenio Raúl Zaffaroni (arquitecto de la infiltración judicial a cargo de la cosecha de impunidad para la viuda después de 2015). Sin embargo, las responsabilidades inmediatas del JEMGE -que trascienden ostensiblemente a la órbita de las Fuerzas Armadas- lo convierten en el bocadillo de oportunidad para quienes promocionan la necesidad de recuperar la institucionalidad de una república caída en desgracia.

Contra toda recomendación, el Jefe del Ejército tomó en sus manos la decisión de potenciar los decibeles de su protagonismo. Obviando que las desprolijidades expuestas en su foja de servicios ganarían mayor empuje y dimensión ni bien arribara él a los grandes titulares. A tal efecto, la narrativa de Milani -que cita la existencia de supuestas conspiraciones para desbaratarlo- es de compleja comprobación; lo cual no implica que el protagonista no deba descartar la detección de traiciones en su estrecho círculo de colaboradores. Los prolegómenos que refieren, por ejemplo y con profusión de detalles, a la desaparición del soldado raso Agapito Ledo solo pudieron haber partido del propio Ejército, y de allí, desparramarse hasta caer en manos de un espectro variopinto, compuesto por organizaciones derechohumanistas de extrema izquierda, medios de comunicación, partidos políticos de filiación opositora, funcionarios kirchneristas descontentos -revistando Agustín Rossi entre ellos- y gruesas porciones del generalato que pujan por desentenderse de la nebulosa agenda milanista. Tampoco se presenta menor el descontento generalizado en la Armada Argentina con el JEMGE, a raíz de la conducción inescrupulosa de soluciones de fondo en lo que hace a temáticas presupuestarios y salariales.

El Teniente General se muestra hoy jaqueado desde tres frentes claramente delineados. Especialmente cuando las maniobras del JEMGE -de la mano con el remate del párrafo anterior- parecen ser anticipadas con sospechosa premura por la prensa:
 

 

El enriquecimiento ilícito 

Tras abroquelarse en su propuesta de integrar a las Fuerzas Armadas en la vida política del país -de la mano del 'modelo nacional y popular'-, Milani ahora recula para brindar explicaciones sobre las irregularidades devueltas por su declaración patrimonial -territorio lindante con operaciones inmobiliarias con propiedad estatal y donde emerge la identidad de Nilda Garré; la fastuosa casa de La Horqueta; y los ingresos en apariencia incongruentes con lo declarado. La réplica inicial derivó en la presentación en sociedad de la figura de su hermano Rodolfo, consultor y operador dilecto de la intendencia de la localidad cordobesa de Cosquín (que oportunamente salió en abierta defensa del Jefe del Arma en el diario La Nación). A posteriori, el presupuesto de AR$ 5 millones que involucraba a una cena pantagruélica programada para los festejos de la Semana del Ejército trascendió en el Congreso, y el ítem debió eliminarse de la hoja de ruta del convite. Como apunte marginal, destaca el subrayado de los hijos de César Milani en nóminas salariales de ministerios del Estado argentino.
 

 

Los derechos humanos 

Apartado que sinergiza con el acto de aturdimiento por excelencia: lejos de intentar amortiguar -o, de algún modo, someter a un perception management administrado- los efectos devastadores del Factor Ledo, el Jefe del Ejército se lanzó a la arena política sin medir las consecuencias. Enlodándose en un terreno pantanoso en mucho similar al que transitan Alfredo Astiz, el ex comisario Luis Abelardo Patti y otros cientos de militares y policías detenidos por cargos de lesa humanidad. César Milani no ha conseguido probar que su situación es diferente; la eventualidad de su procesamiento en tribunales federales de La Rioja y Tucumán penden cual espada de Damocles no solo sobre su cabeza, sino sobre la clausura del ciclo político de la Presidente Cristina Kirchner. Urgencia que acaba de detectar el periodista y triple agente de inteligencia Horacio Verbitsky (CELS). El taciturno operador de Página 12 ha previsto que el sobredimensionamiento mediático del JEMGE amenaza con aniquilar el selectivo relato oficialista con que la Casa Rosada ha englobado a los derechos humanos para provecho electoral. Lo que ha conducido a los legalistas de carrera a preguntarse por qué César Milani no es puesto en prisión junto al resto o, en su defecto, cuál sería el tecnicismo legal apropiado que permitiría a la población castrense de Marcos Paz beneficiarse con la libertad o la prisión domiciliaria. Hay demasiado en juego: Verbitsky ha concluído que es hora de desatarse de Balcarce 50, reciclándose de cara al próximo ciclo. El columnista de Página 12 es el caballo sublevado -y encabritado- del tablero.
 

 

El teatro de operaciones Cosquín

Trátase de la localidad de la que César Milani es oriundo, y en la que su hermano Rodolfo (nom de guerre: 'El Rodi') oficia como consultor de la intendencia a cargo de Marcelo Villanueva (Frente Para la Victoria). El polémico jefe comunal se encuentra a un tris de enfrentar un proceso vinculante de revocatoria auspiciado por un nutrido conglomerado de concejales locales del bloque Unión por Córdoba (cuya referente es Rosana Adaglio, ex partenaire política de Villanueva), y que persigue removerlo de sus funciones bajo acusación de cargos de malversación de fondos. El procedimiento está contemplado por ley provincial -Ley 8102- y también cuenta con el aval del socialismo, representado por el concejal Gabriel Musso. Mientras que la tierra coscoína es un escenario de combate a todo o nada entre el justicialismo delasotista y el kirchnerismo local, nadie duda de que la avanzada contra Villanueva representa una suerte de 'ataque al descubierto' -de nuevo, el ajedrez- contra la persona de César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani. Mueven las blancas y proceden a la 'destrucción de la defensa', barriendo la línea de peones para luego ir contra el Rey. La expulsión de Villanueva es la 'captura al paso'; un peón sin importancia cuyo sacrificio remite al devenir de una partida de alto vuelo: es que el intendente se identifica orgullosamente con el modelo cristinista, al tiempo que se autopromociona como férreo amparador de César Milani. Sin importar que su reciente propuesta para desagraviar al Teniente General no haya cosechado apoyos y haya debido postergarse sin remedio. El teatro coscoíno se condimenta con los recientes escraches organizados por agrupaciones de izquierda, que motorizaron una serie de pintadas y movilizaciones bajo la consigna "Milani genocida" -extensibles a Tucumán y La Rioja. La nota de color: el jefe comunal mantiene una relación íntima con una hermana de Isabel Visconti (alias Dulce), cónyuge de Alejandro Granados, polimórfico Ministro de Seguridad de Daniel Osvaldo Scioli. A propósito de la referida curiosidad, los comentarios de última hora en Cosquín reportan que Rodolfo Milani -que alienta a su hijo para que pelee por la intendencia de la localidad después de 2015-, le ha ordenado a su protegido que comience a tejer alianzas con el sciolismo, cercano a desembarcar en el Valle de Punilla. Ventajas del vínculo familiar: el joven aspirante a intendente, sobrino del JEMGE, parece contar con apoyo logistico provisto desde la estructura de la inteligencia militar, por la vía del reparto de puestos a discreción en el monitoreo de cámaras instaladas en unidades castrenses y objetivos de interés. Todo con eje en la estructura montada en el cuartel Santa Leocadia, asiento de la Compañia de Ingenieros Paracaidistas IV, de Villa Carlos Paz.

 

Jaque Mate

Para un puñado de analistas y traficantes de información, el gobierno de Cristina Kirchner ha comenzado a desandar un sendero de implosión suave: las últimas horas han signado, por ejemplo, la obstaculización judicial del convenio con la República Islámica de Irán (con Héctor Timerman en la mira), la continuidad de las investigaciones contra el Vicepresidente Amado Boudou en Comodoro Py, y la revisión en los tribunales de la sociedad oficial con subsidiarias de Chevron para la explotación del yacimiento estrella Vaca Muerta (objetivo: Miguel Galuccio). En semejante contexto, quizás el Affaire Milani no deba ser evaluado como una invectiva personal, sino como el reflejo cristalino de una coyuntura que resignifica la caída en desgracia de personajes de alto vuelo del poder K.

No es tanto, ni tan poco: el logro más notable y acabado de la Presidente es haber consolidado coincidencias en el seno de una oposición fragmentada, los medios de comunicación, los magistrados y la calle. Con el norte puesto en la neutralización -acaso sistemática- de los más solemnes personeros de la corrupción.

A la hora del armisticio -económico-financiero y cultural-, se computa que el remanente de la política oficialista y, en gran parte, las Fuerzas Armadas de Milani, deberán carearse con un tumulto de interminables pagarés.

¿Qué sucederá, pues, con Cristina? Solo puede constatarse que ni siquiera ella lo sabe: ha perdido todo control sobre su propia ventura.