INTERNACIONALES : DR. JAMES JAY CARAFANO

Las herramientas para evitar otra Guerra Mundial

Gavrilo Princip no era un gran tirador, ni tenía necesidad de serlo. Su objetivo se movilizaba pocos metros frente a él...

20 de Enero de 2014
Gavrilo Princip no era un gran tirador, ni tenía necesidad de serlo. Su objetivo se movilizaba pocos metros frente a él. Princip apuntó a la yugular del heredero del trono de los Habsburgo: el Archiduque Francisco Fernando se desangró en su automóvil.
 
Este solo homicidio dio lugar a una carnicería global. Los grandes temas de seguridad se habían vuelto tan entremezclados y confusos que no existía estadismo ni diplomacia que pudieran mantener a raya a los perros de la guerra.
 
2014 designa el centenario de la Gran Guerra que envolvió al mundo con violencia, derribó naciones e imperios, y dejó a millones en la hambruna o, sencillamente, masacrados. Solo comparte una lección útil para la civilización moderna: si la paz global es el objetivo, lo mejor es evitar vivir en un mundo como aquél.
 
Luego de la derrota de Napoleón en 1815, los poderes europeos garantizaron la paz persiguiendo consolidar cada uno su propia esfera de influencia, y respetando la de otros. En términos generales, este convenio funcionó, hasta que el ascenso de Alemania en el último cuarto del siglo XIX perturbó el status quo.
 
Entonces, los poderes del Viejo Continente intentaron salvaguardar sus intereses ingresando en una serie de alianzas cambiantes. La meta era lograr equilibrar cada poder frente al resto pero, sencillamente, existían demasiados puntos de fricción. Europa se movió de una crisis para ingresar en otra, hasta que la bala de Princip destruyó la paz.
 
Las condiciones que condujeron a la vieja Europa a la destrucción en 1914 son pavorosamente similares a aquellas que prevalecen al comienzo desde nuevo año de 2014.
 
Conforme el poder de los Estados Unidos declina, un puñado de poderes de nivel medio comienza a ascender. Ninguno de ellos es capaz de administrar asuntos regionales todavía, pero éstos buscan garantizarse su propia esfera de influencia y seguridad. Al mismo tiempo, cada uno depende -en gran medida- de una actividad económica global y de carácter interdependiente.
 
Así era, precisamente, el mundo en 1914. Y, ¿qué nos hace pensar que la casta actual de líderes nacionales son más hábiles que los de aquella época a la hora de administrar el caos actual?
 
En los años que vendrán, las opciones abiertas para los líderes mundiales de la actualidad se verán -de manera inquietante, al tiempo que desconcertante- similares a las alternativas disponibles para los ejecutores de políticas previo al inicio del fuego en agosto de aquel año.
 
Una opción es el sentimiento de seguridad quijotesco, impráctico y distractivo de respaldarse en tratados e instituciones multilateralistas para "administrar" el conflicto por nosotros. Ello no ofrece ninguna promesa de preservar la paz, como tampoco lo hacen el desarme, el pacifismo y los arbitrajes vinculantes -fetiches del movimiento antibélico de comienzos del siglo XIX.
 
La segunda opción es clonar el acta de equilibrios de 1914, que consistía en balancear a los poderes enfrentándolos al resto. Aquella fue la arquitectura de seguridad más inestable que pudiera imaginarse.
 
El mejor modo de evitar un dilema intratable en materia de seguridad es no permitir que el mundo se rehaga a sí mismo desde el molde de la Europa de 1914.
 
Ningún país se encuentra en mejor posibilidad que Estados Unidos, a la hora de prevenir que el mundo regrese a la era de destrucción y desguace por la que se caracterizó el siglo pasado.
 
Primeramente, EE.UU. necesita ordenar la economía en su propia casa. La libertad económica en este país ha venido cayendo sin precedentes durante los últimos siete años, en un triste récord imposible de igualar por parte de ningún otro país.
 
Segundo: EE.UU. necesita dejar de escaparle a la protección de sus intereses vitales. El presidente Barack Obama ha despilfarrado la dura y difícil victoria lograda en Irak. Ahora, se propone hacer lo propio en Afganistán. Estos dos errores estratégicos solo traerán problemas de seguridad para Estados Unidos en los años por venir, y tales errores no han sido los peores que cometiera el jefe de Estado americano.
 
Una economía fuerte y una igualmente sólida política exterior, enfocada en la protección de los intereses estadounidenses, sería la mejor decisión en el comienzo del 2014 para la Casa Blanca.

Más que para devolver el brillo a una presidencia mediocre, esta decisión servirá para evitarle al mundo una nueva guerra mundial.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en: http://blog.heritage.org/2014/01/18/tools-prevent-another-world-war/ | Publicado originalmente en el sitio web The Washington Examiner

 
 
Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.