INTERNACIONALES : IVAN ALONSO

Perú: límites a la concentración en radio y TV

No se puede sino coincidir con quienes, tras el debate generado por las recientes declaraciones del presidente Ollanta Humala Tasso, se oponen a que la ley regule la concentración...

14 de Enero de 2014
No se puede sino coincidir con quienes, tras el debate generado por las recientes declaraciones del presidente Ollanta Humala Tasso, se oponen a que la ley regule la concentración de la propiedad de los medios de prensa escrita. No compartimos, sin embargo, el criterio según el cual aquello que no sería razonable para la prensa escrita sí lo es, en cambio, para otros medios de comunicación. Las leyes que ahorita limitan la concentración de la propiedad de las frecuencias de radio y televisión son tan irracionales como la intención de limitar la propiedad de los periódicos.
 
La distinción se basa en una falacia: que un mercado es menos competitivo que el otro porque depende de un recurso finito. Si uno se propone entrar a competir en el mercado de prensa escrita, puede comprarse un periódico que esté en circulación, o fundar uno nuevo. Probablemente, sea más barato lo segundo porque, de lo contrario, habrá que pagar por una posición ya establecida en el mercado. El punto es que pueden crearse una cantidad prácticamente infinita de nuevos periódicos. Pero no es posible competir en la radio o la televisión con la misma facilidad, puesto que las frecuencias son limitadas. Claro que el espectro radioeléctrico es un recurso finito; pero de allí no se sigue que la concentración de frecuencias represente un problema.
 
La finitud —también llamada escasez— del recurso reclama otra solución. Para que el mercado de radio y televisión sea más competitivo, corresponde establecer derechos de propiedad en el espectro radioeléctrico. La propiedad privada es la institución jurídica con que la Humanidad ha conseguido consolidar un uso más productivo de los recursos escasos. Más productivo significa que produce aquellas cosas que la sociedad más aprecia.
 
La propiedad privada del espectro radioeléctrico implica un derecho que las actuales licencias de explotación no confieren: la libertad de comprar y vender las frecuencias. Esa libertad permite la concentración de la propiedad, pero no la hace inevitable. Al contrario, fuerza a los dueños de las frecuencias a ser conscientes de que la concentración tiene un costo.
 
Como en otros mercados, el radiodifusor que crea entender mejor las preferencias del público tratará de expandir su negocio. Necesitará incrementar la potencia de su señal para que llegue más lejos o comprar otras frecuencias para diversificar su programación. En ambos casos aumenta la concentración, pero el uso que se le da al espectro satisface los gustos de un mayor número de oyentes.
 
¿Puede alguien acaparar el espectro si no se pone un límite a la concentración? Puede intentarlo, por lo menos. Pero el valor de una frecuencia en el mercado lo hará pensar dos veces. Deberá comparar los ingresos que puede generar con la programación que es capaz de ofrecer —o el poder que siente como amo y señor de las ondas— con el precio que puede recibir vendiendo su frecuencia a un competidor nuevo o a otro ya establecido. Es justamente la escasez del recurso lo que le da un valor de mercado y confronta constantemente al presunto acaparador con el costo de concentrar las frecuencias.
 
La propiedad privada y el derecho de enajenación propician la competencia y la desconcentración. La tierra cultivable es escasa; y, sin embargo, no vemos que el mercado de tierras esté concentrado. ¿Por qué tendría que ser diferente con las frecuencias de radio y televisión?
 
 
Sobre Iván Alonso

Estudió Filosofía en la Universidad Católica del Perú y obtuvo su Ph.D. en economía en UCLA (Universidad de California, Los Angeles) en 1992. Es profesor de microeconomía aplicada en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y anteriormente fue profesor de microeconomía en la Universidad del Pacífico. Miembro de Mont Pelerin Society.