POLITICA | OPINION: PABLO PORTALUPPI

Clarín, y después

Si algo caracterizó a este artículo desde su etapa de elaboración fue la oscilación. No solo con respecto al contenido, sino también a las formas periodísticas...

04 de Noviembre de 2013
Si algo caracterizó a este artículo desde su etapa de elaboración fue la oscilación. No solo con respecto al contenido, sino también a las formas periodísticas. 

Twitter, Pablo Portaluppi

Siempre resulta tentador ser políticamente correcto: en la contienda entre el gobierno y Clarín, aquellos que sentimos poca simpatía por la Administración, hemos caído en la postura de cuidarnos de no ponernos declaradamente del lado del grupo empresario.
 
¿Por qué? Sencillamente, porque Clarín siempre ha tenido comportamientos en extremo criticables, en especial durante los últimos veinticinco años, desde que pasó de ser el diario de mayor tirada de la Argentina hasta lo que es hoy, un grupo tentacular: el conglomerado fue menemista, hasta que la Alianza emergió en el escenario político en 1997; a partir de ahí, Clarín fue aliancista, hasta que Eduardo Duhalde comenzó a apoyar una salida de la convertibilidad -medida que le convenia al grupo a los efectos de licuar su monumental pasivo. Desde ese entonces, fue duhaldista. Y fue declaradamente K en épocas de Néstor. Es decir que ha sido oficialista siempre. Y, a nivel empresarial, un competidor desleal: en aquellas localidades donde quería establecer sus negocios, terminaba fundiendo a los medios locales para luego adquirirlos por dos pesos.
 
Pese a todo, en el presente trabajo, me propongo -decididamente- alzar una voz para pedir "Rescatemos a Clarín". Y lo afirmo en primera persona. 
 
El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia, declarando la constitucionalidad de la Ley de Medios Audiovisuales podría ser sujeto de numerosas interpretaciones pero, claramente, se trató de un auxilio para el Gobierno Nacional, dado al momento en que la sentencia adquirió carácter público: dos días después de las elecciones de medio término, en las que la Administración Kirchner perdió casi la mitad de los votos obtenidos dos años antes. Los miembros del máximo tribunal no podían ignorar que el fallo iba a quitar de las primeras planas de los diarios la derrota electoral oficialista, dejando casi sin aire a los dirigentes opositores victoriosos. Para decirlo en criollo: Ricardo Lorenzetti, claramente, corrió en auxilio de la convalesciente Cristina Fernández. Producto, seguramente, de algún acuerdo previo.
 
No corresponde, no obstante, "rescatar a Clarín" por lo que fue. Cabe hacerlo por lo que significa hoy ese grupo de medios para aquellos consumidores poco afectos al gobierno kirchnerista. Lorenzetti sugirió, en ocasión de un reportaje concedido a Jorge Fontevecchia en la última edición de Perfil, que el fallo fue favorable a la Administración porque fracasó en los comicios legislativos. Es decir que la decisión de la Corte fue claramente política. ¿Por qué la ciudadanía debería ser contemplativa frente a un gobierno que no lo es? En lo personal, mantengo una teoría al respecto: considero que los argentinos nos sentimos culposos desde la caída de Fernando de la Rúa. Que, pese a ser el de la Alianza un gobierno errático y paupérrimo en sus resultados, nada hicimos para salvarlo -ampliaré estos conceptos en un artículo posterior-. Nadie está proponiendo un golpe institucional. Simplemente, afirmar que el Gobierno Nacional solo está cosechando lo que se merece; y, si la ciudadanía le obsequió tres de cada diez votos, dejémoslo así: no es necesario un Lorenzetti para equilibrar la balanza. Esta Administración ha demostrado una enorme capacidad de resurrección (sirve recordar lo sucedido en 2009, que -es cierto, se dio en circunstancias diferentes-). Pero, digámoslo con claridad: el lunes 28, un día después de la derrota electoral y un día antes del fallo de la Corte, se rumoreaba que Cristina Fernández podía renunciar, alegando problemas de salud con el fin de volver a presentarse en 2015; alternativa que la Constitución de la República Argentina no prohíbe tácitamente. Aún cuando no sea lícito dar fe de tales rumores, resulta inapelable que este gobierno ha dado pruebas más que suficientes para sospechar que sus personeros puedan estar urdiendo maniobras de este tipo. Y lo único que ha logrado el fallo de la Corte es darle aire a una Administración a la que, si se le obsequia un milímetro, te "emboca"
 
El Gobierno Nacional hará todo para ir contra el Grupo Clarín. Y, ¿qué puede pasar? Que intervenga -por ejemplo- Canal 13 y Radio Mitre. Y eso, ¿qué significaría? Que aquellos que no simpatizamos con el oficialismo ya no encontraremos en el aire a un Jorge Lanata, a un Marcelo Longobardi, ni a un Nelson Castro, al momento de consumir medios que nos representen en nuestra opinión. Inevitablemente, estas señales se transformarán en lo que es hoy América TV, C5N, Canal 26 (aunque aquí existan excepciones tales como Alfredo Leuco, Maximiliano Montenegro, y otros más). ¿Hemos pensado en esto? 
 
Como sociedad, creemos que con nuestro voto hacemos todo lo que esta a nuestro alcance. Pero no sucede así. Se suele escuchar: "la pelea entre Clarin y el gobierno es una pelea entre mafias", y probablemente sea cierto. Pero, ¿saben qué? Corresponde hacer algo más. La sociedad no debe ser indiferente ante semejante avance, más allá de la constitucionalidad de la norma. Nadie convoca a una desobediencia civil ante un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Solo pedimos que, a aquellos que no hemos votado por el partido oficialista, sigamos teniendo la posibilidad de seguir escuchando o viendo a aquellos perodistas o analistas con quienes mejor nos sintamos representados. Hoy día, estos periodistas -en su mayoría- trabajan en los medios del Grupo Clarín.
 
No conozco en profundidad la Ley de Medios Audiovisuales; debo reconocerlo. Seguramente, lo que dicen acerca de que dicha ley no se aplica ni se ha aplicado a la venta de Daniel Hadad a Cristóbal Lopez de C5N, al manejo actual de Telefe con Grupo Telefónica, y al Grupo Vila-Manzano, sea cierto. Pero no lo sé. Solo entiendo que los medios que mayormente consumimos los no-kirchneristas pertenecen a Clarín. ¿Seríamos capaces de soportar que ya no existan, que solamente citen casos policiales? ¿Toleraríamos no enterarnos de los chanchullos de Amado Boudou, Ricardo Jaime, Lázaro Báez y compañía? ¿Resistiríamos que los zócalos de las notas en TN aparezcan leyendas tales como "El FPV consolida su status de primera minoría"?
 
Citando a Fontevechia: Cristina no está derrotada. Aún quedan dos años de gobierno y, en la Argentina, y en particular con las mentes del kirchnerismo, eso es demasiado tiempo. El gobierno debe terminar su mandato en tiempo y forma, pero con equilibrio de información: aquel que simpatiza con los K, que vea C5N. Aquellos que no, que se nos permita ver TN, aún sabiendo lo que fue el Grupo Clarín.
 
Esta Administración avanza, y avanza. Ricardo Lorenzetti le ha dado luz verde para hacerlo. La sociedad, que mayormente votó contra el Frente Para la Victoria hace apenas ocho días, tiene ahora la responsabilidad de actuar para ponerle límites. En 2009, nadie se los puso. Y ya sabemos cómo terminó la historia.

No cometamos el mismo error. No se trata de "rescatar a Clarín". Se trata -antes bien- de salvarnos a nosotros mismos.

 
 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.