INTERNACIONALES: LIC. SANTIAGO PEREZ

Sobre las causas de las masivas manifestaciones en Brasil

Brasil, la potencia emergente que concentra la atención mundial, sorprendió al globo a partir de las masivas manifestaciones populares que se llevaron adelante en no menos de veinte ciudades y movilizaron a miles personas.

18 de Junio de 2013

Brasil, la potencia emergente que concentra la atención mundial, sorprendió al globo a partir de las masivas manifestaciones populares que se llevaron Twitter, Lic. Santiago Pérezadelante en no menos de veinte ciudades y movilizaron a miles personas.

¿Cuáles fueron los motivos que motorizaron tan espectaculares protestas? El disparador fue, sin lugar a dudas, el aumento en el precio del transporte público. El costo de un viaje en ómnibus o metro puede alcanzar -dependiendo de la ciudad- los 1,60 dólares; el inminente incremento en esta ya elevada tarifa fue la gota que rebasó el vaso. Estudiantes universitarios, organizados desde las redes sociales en el Internet, fueron los principales organizadores de las concentraciones. La masividad fue sorprendente, tanto para los observadores comunes como para las autoridades y referentes políticos. Nadie esperaba un despliegue de semejante envergadura, en una nación que no asistía a protestas de este tipo desde 1992. Aquel año, el movimiento estudiantil denominado "Caras Pintadas" tomaba las calles y, luego de días de demostraciones públicas, el entonces jefe de estado Fernando Collor de Melo terminó abandonando el poder mediante un procedimiento de 'impeachment'.

Las motivaciones de fondo que llevaron a la gente a las calles son muy amplias. Desde aquí y hasta 2016, la República Federativa del Brasil será sede de los más importantes eventos del deporte mundial. La Copa de las Confederaciones -aún en curso-, el Mundial de Fútbol FIFA y los Juegos Olímpicos. El gobierno de Brasilia ha desembolsado ingentes sumas para ser destinadas al acondicionamiento de estadios, los cuales -en no pocos casos- costaron a las arcas públicas mucho más de lo que deberían. Los sobreprecios y la corrupción terminaron por elevar los presupuestos. Los gastos consolidados para financiar la organización de la Copa del Mundo ya han superado la barrera de los 13.000 millones de dólares, y aún resta mucho por hacer. Por citar un ejemplo particular, el Estadio Maracanã había sido integralmente reformado para los Juegos Panamericanos de 2008; el jugoso presupuesto había sido aprobado bajo la justificación de que el escenario quedaría listo para el próximo mundial de balompié. Pero nada de eso sucedió. Con el mundial en la mira, el gobierno federal desembolsó 500 millones de dólares adicionales para demoler las reformas realizadas en 2008 y reconstruir el Maracanã una vez más, esta vez sí, respetando los patrones de la FIFA. Es cierto que el estadio es simplemente espectacular y, para algunos, del más alto estándar internacional. Pero los cuestionamientos no dejan de ser válidos: ¿era necesaria la re-reforma? Durante las manifestaciones, se atendió a muchos carteles y pancartas que reflejaban que lo único que respeta los "Patrones Internacionales de la FIFA" en el Brasil de hoy son los estadios, dado que hospitales, escuelas y otros servicios públicos continúan sin satisfacer adecuadamente las necesidades de la población.

El aumento general del costo de vida es también un componente clave en las protestas. Si bien la inflación en Brasil se ha mantenido relativamente baja en los últimos años (entre el 5 y el 7%), el aumento de los productos de la canasta básica fue marcadamente superior. En los últimos doce meses, el incremento fue del 22%, el mayor en la última década. Si tenemos en cuenta que durante el mismo período el salario mínimo creció solo un 9%, podrá comprenderse un poco mejor las motivaciones de los manifestantes.

Podría decirse que las protestas tuvieron un sello apartidario y despolitizado: no ponían en la mira ni a Dilma Rousseff ni hacia otro dirigente en particular. Los reclamos fueron de carácter general. El titular de la primera plana del matutino paulista 'Folha de Sao Paulo'  lo resumió apropiadamente con un: "Miles salen a las calles contra todo". Se trata de un fenómeno más social que político, con predominio en las grandes ciudades: una sensación de malestar general de cara a la administración pública, la cual -ya fuere por ineficaz o por corrupta- no ha sabido atender las necesidades de la ciudadanía. A pesar de los elevados impuestos, la incapacidad estatal ha terminado por afectar en forma negativa los estándares de vida urbanos.

En el medio de la sorpresa, los principales referentes políticos han limitado sus declaraciones, quizás simplemente porque no guardan respuestas para tan amplias demandas. La presidente Rousseff ha sostenido que se encuentra "orgullosa" de los manifestantes, y que todo reclamo debe ser escuchado. Su pasado como activista política juvenil y luchadora social explican su "tolerancia" hacia los movimientos estudiantiles.

Algunos analistas se han aventurado, comparando estos movimientos con lo sucedido en ocasión de la "Primavera Arabe", pero esta suerte de analogías no son mayormente acertadas. Mientras en Oriente Medio y el Norte de Africa los manifestantes perseguían el claro objetivo de derrocar a las autoridades, en este caso pareciera que la estabilidad política no se exhibe comprometida; no puede decirse que los activistas propicien o persigan la caída del gobierno federal.

Por el momento, pueden computarse más interrogantes que certezas en relación esta nueva y compleja realidad social brasileña.


* El autor es Licenciado en Relaciones Internacionales. Reside en Río de Janeiro, Brasil. Ha presentado sus análisis en numerosos medios internacionales, entre ellos, Telesur y NTN 24.

 

Lic. Santiago Pérez | El Ojo Digital Internacionales