POLITICA: MATIAS E. RUIZ

Un único objetivo: aniquilar a la clase política

Un toque de diana para el opositor distraído. El objetivo de la Presidente, blanqueado a su círculo íntimo, y respaldado en su manual de procedimientos.

14 de May de 2013

Ha llegado la hora del blanqueo. Pero no del que remite al funesto programa de "repatriación" de capitales que anunciaran hace pocos días los cinco cultores del desmadre macro y microeconómico kirchner-cristinista. Ha llegado la hora de exponer el verdadero objetivo de Cristina Fernández, Twitter, Matías E. Ruizcompartido solo ante propios: luego del desarme del Grupo Clarín, se atenderá -sin prisa ni pausa- a la detonación programada de la actividad política como se la conoce.

Es que el Ejecutivo ya fue por todo. Pero precisa ir por mucho más porque, a ciencia cierta, en Balcarce 50 solo existe consternación de cara al futuro. Acaso la apuesta contra Clarín, Jorge Lanata y su ciclo 'Periodismo Para Todos' constituya la frontera definitiva del principado de dogmatismo al que asisten los argentinos. Neutralizada definitivamente la concatenación de escabrosas revelaciones que parten en oleadas desde PPT y la repetición de esos capítulos de corruptela en el Internet y otras señales televisivas (Todo Noticias, Canal Trece), quedará muy poco espacio de comunicación en pie para que la viuda de Kirchner continúe desintegrándose en la consideración pública. No es entonces menos grave que la emocionalmente pendulante jefe de estado haya designado al actual momento como la mejor oportunidad para fracturar a Clarín, sino también para montar una cabecera de playa en Fibertel: es menester silenciar de una vez por todas a aquellos ciudadanos de a pie que corporizan su ira con rigor diario en páginas web rebeldes o en las siempre incontrolables redes sociales.

Irónico es que la Presidente de la Nación no se calce el disfraz de petulante dictadora porque considere que, en la clausura de la fase de implementación de su plan, su supervivencia política observe chances de redención o de modesta permanencia. Antes bien, la Jefa sabe que su suerte está echada: este Alea jacta est surge de la comprobación instantánea de los estudios de opinión que el propio núcleo íntimo maneja y que guarda bajo siete llaves, entre otras ruinosas perspectivas. CFK terminó de percatarse de su impopularidad cuando se notificó de que los inundados de Cristina Kirchner y Guillermo MorenoTolosa le perdonaron la existencia, en aquellos breves minutos de caminata. Más vale, pues, optar por un puñado de elegidos para que la ciudadanía -eventualmente- lave sus pecados en ellos. Con el salteño Urtubey fuera de carrera por problemas cardíacos y su pobre tolerancia para con el fuego de la política, quedan el Gobernador Daniel Scioli y el alcalde tigrense Sergio Massa. Ninguna opinión compartió el taciturno dúo de cara a la tragedia de Once, la aspiración presidencial de la re-reelección (cacofonía inconstitucional, si las hay), o frente a la portentosa y enfermizamente cínica acumulación de malhabida riqueza por parte del elenco presidencial. Los criterios de mediocridad e inoperancia legados por el subsistema cristinista al país en su conjunto terminaron por simbiotizar con el pálido espectrograma opositor. Y, por estas horas, pocos dirigentes comprenden que el silencio se esboza un arma de doble filo: abusar de él resulta tanto o más perjudicial que cuando se intercambia por vacuo palabrerío o retórica idiotizante.

Comprobada hasta el hartazgo la apoyatura opositora computada por la Casa Rosada en ocasión de cada uno de sus proyectos, Cristina Kirchner ha decidido que, al caer el telón, los legisladores de la vereda de enfrente deberán pagar los platos rotos de la fiesta. Tal como deberán hacerlo cualesquiera de sus continuadores en el sillón de Rivadavia puesto que, ¿quién experimentaría placer en comandar un país en condiciones de volar por los aires a partir de una nueva inundación, una corrida financiera de proporciones épicas o de un renovado accidente que devuelva otra montaña de cadáveres despedazados en el transporte público?

El kirchnerismo y su inexistente modelo no sobrevivirán por una miríada de razones, a saber: 1) militante o no, el argentino promedio jamás ha renunciado a su objetivación materialista; la ideología o la doctrina siempre han arribado, aquí, de la mano del tener (subsidios, negocios, sueldos más altos, créditos para consumo, favores, etcétera); 2) en coincidencia con lo anterior, ha de refrendarse que el favoritismo emanado de la "matriz de acumulación" jamás fue acompañado de una penetración ideológica profunda ni remotamente efectiva; 3) a la Administración se le ha terminado el tiempo hasta para planificar una salida elegante u ordenada: el cataclismo del epílogo sobrevendrá -necesariamente- del vaciamiento definitivo de las arcas estatales, en particular, los depósitos del Banco Central de la República. Y, como es previsible, ese evento no escaseará en refriegas callejeras de peligrosa (e inestimable) amplificación.

En este orden, que la sociedad exhiba visos de reacción frente a la posibilidad certera de tener que prescindir de 'Periodismo Para Todos' los domingos por la noche, podría conducir al plausible salto al vacío de analistas y cientistas políticos. Quizás, la conjugación de semejante hipótesis peque de grandilocuente, dado que lo que se evalúa no es la permanencia o no de Jorge Lanata, sino que el ataque contra el Grupo Clarín ya encuentre su posicionamiento en la mente del hombre de a pie en la forma de la proverbial gota que ha derramado el vaso. Pero no deja de ser cierto que la Argentina ha trascendido la más elemental frontera del análisis racional.

Ante todo, claridad: en franco y sincero conocimiento de que carece de destino, Cristina Kirchner se arroga el derecho de tironear de la correa todo lo que su conciencia le indique, a criterio de comprobar con qué clase de reacción podría toparse después. Por su parte, la ciudadanía jamás se encontró a sí misma en la poco halagüeña disyuntiva de tener que batallar por su libertad, esa que siempre le ha caído cual manzana madura sobre el regazo. Justo es que, más tarde o más temprano, ambos polos (acción y reacción) se encuentren. Sería lo justo porque, al decir suburbano, no existe tal cosa como los "viajes gratis".

Si la clase dirigente sucumbe en el proceso, ello tampoco será "bueno" ni "malo"; entonces se hablaría, lisa y llanamente, de una consumación con resolución nitzcheana. Mientras tanto, la política tradicional continúa dirimiendo sus porfías en edulcoradas mesas redondas, maquillaje, sonrisas y suculento desayuno de por medio. No se contabiliza que, sin república, no podrá existir aspirante en condiciones de solventar ensoñaciones de futuro ni grandeza: no hay partido de fútbol sin pelota ni campo de juego.

Son estos los protagonistas de la lastimosa tragedia griega que lloriquean y cierran los párpados con fuerza para no mirar de frente a la gorgona. Cómplices, indolentes o simples cobardes, su clasificación quedará en manos del atropellado contribuyente. De nadie más.

 

 

Matías E. Ruiz