POLITICA: LIC. SANTIAGO PEREZ

Cuestiones fundamentales que la oposición aún no comprende

A estas alturas, quedan pocas dudas al respecto de que el "Vamos por Todo" de la Presidente Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner era cierto. Detrás de un discurso diseñado con una habilidad política y comunicacional extraordinaria...

18 de Abril de 2013

A estas alturas, quedan pocas dudas al respecto de que el "Vamos por Todo" de la Presidente Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner era cierto. Detrás de un discurso diseñado con una habilidad política y comunicacional extraordinaria, el Frente para la Victoria ha logrado -de manera sistemática- acumular más y más poder.

Las elecciones legislativas de 2009 le obsequiaron al 'proyecto' su única derrota. El día en que Francisco De Narváez derrotó a Néstor Carlos Twitter, Lic. Santiago PérezKirchner en la mismísima Provincia de Buenos Aires, muchos coincidieron en que los días de 'El' y 'Ella' llegarían a término el 10 de diciembre de 2011, pero la historia fue diferente. Cristina no solo se recuperó de aquel traspié, sino que conquistó el promocionado 54% de los votos en las elecciones que siguieron. La oposición -hiperfragmentada- allanó el camino a un gobierno que comprende mejor que nadie la importancia de las mayorías parlamentarias, cuando el objetivo coincide con la absorción del poder total.

Es difícil comprender cuál es el motivo detrás de la división en el espectro opositor. En las Presidenciales de 2011, Hermes Binner y Ricardo Alfonsín encabezaron, cada uno, su propia lista. ¿Alguien podría explicar las "diferencias irreconciliables" entre los mencionados? Analizándose ambos discursos, puede arribarse fácilmente a la conclusión de que el mensaje es exactamente el mismo: se defienden iguales principios y se critican idénticos objetivos. Algo similar sucedió con Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá. Ambos gustaban de promocionarse como "peronistas disidentes", reivindicaban a Juan Domingo Perón y a Evita, en tanto que formulan críticas casi calcadas de la gestión de Cristina; pero -por algún misterioso motivo- se presentaron por separado a la elección. Es probable que no hayan podido ponerse de acuerdo porque acaso creyeron -ingenuamente- que sólos podrían llegar a alguna parte. Ser copropietario de un resultado electoral que promueva al equilibrio político es ciertamente más interesante que ser único referente de un fracaso estrepitoso. Después de todo, 2013 es un año electoral, y falta cada vez menos para que se configure cualquier espectro de alianzas. Es obvio que el kirchnerismo está dispuesto a todo para garantizarse un comicio con resultados aceptables para, de esta manera, forzar una reforma de la Constitución. Su proyecto para "reformar" la Justicia, con la consecuente 'nacionalización' electoral, reposa en el mismísimo corazón del master plan. Si se prevé que las Legislativas serán nacionalizadas, ¿no sería interesante que la oposición, en lugar de moverse a tientas, construya una alianza nacional para enfrentar al candidato que proponga el Gobierno? ¿No es acaso ésta una oportunidad para ofrecer batalla e intentar ganarle al kirchnerismo en su propio juego?

Cada vez que Alfonsín recuerda públicamente que su límite es Macri, el "Vamos por Todo" cristinista cobra empuje y velocidad. Desde luego que nadie osaría exigirle a peronistas "disidentes", socialistas y radicales que confluyan en un acuerdo filosófico. Los ciudadanos solo reclaman que estos polos trabajen en comunión, para evitar que la Casa Rosada alcance los famosos, anhelados y cuasimísticos dos tercios. En tal sentido, se acusa a los miembros del oficialismo por su excesiva obsecuencia pero, al menos, pertenecen a una fuerza unificada capaz de operar con criterios comunes. Los referentes de la oposición bien pueden compartir discursos brillantes y promocionar críticas que bordean lo espectacular, pero son a todas luces incapaces de diseñar un frente electoral mínimamente competitivo. En tanto continúen divididos y luchando por liderar sus diluídos espacios, el cristinismo no dejará de avanzar con la fuerza de una aplanadora.

Las alianzas y acuerdos son parte constitutiva fundamental de cualquier juego democrático cuyo funcionamiento descanse en el sistema de partidos. No hacer buen uso de aquellos es otorgar al adversario una ventaja lo suficientemente importante como para definir la competencia. Falta demasiado poco para octubre; sería "racional" que la oposición pudiese confluir en metas y objetivos, con el fin de contraponer ofertas creíbles ante la fuerza política más eficaz del siglo. Tropezar con los mismos errores de 2011 significaría perder en forma anticipada.

Suele decirse que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra; habrá que aguardar solo unos meses para saber a ciencia cierta si esta afirmación es aplicable a nuestro escenario político.


* El autor es Licenciado en Relaciones Internacionales. Colabora periódicamente en medios de América Latina, y ha compartido sus análisis en NTN24 (Colombia), Telesur (Venezuela), y otras.

 

 

Lic. Santiago Pérez | El Ojo Digital Internacionales