POLITICA: MATIAS E. RUIZ

Dante Caputo: anecdotario de la Guerra Fría en la Argentina

Consideraciones acerca de los conceptos vertidos recientemente por el ex canciller argentino, en su columna intitulada "Yankees come home", publicada en el sitio web Perfil.com. Con una preocupante -y no esperada- derivación: la figura jurídica de la "responsabilidad mediata".

26 de Febrero de 2013

La dialéctica cristinista acaba de asistir en el alumbramiento de un nuevo milagro: la reivindicación ideológica de la lucha guerrillera llevada a cabo en nuestra geografía durante la década del setenta ha empujado al ex ministro de relaciones exteriores, Dante Mario Antonio Caputo, a rememorar con sapiencia ciertos capítulos relevantes de la Guerra Fría en la Argentina.

Atormentado por su ingenuidad estratégica, el Gobierno Nacional se dejó llevar de las narices al precipicio, corporizado en la promoción de una "Comisión de la Verdad" argentino-iraní, cuya esencia el grueso de los analistas coincide hoy en clasificar juiciosamente como "pacto de impunidad". De manera lenta pero progresiva, la Presidente se ha asegurado de que -ni bien el subsistema político que representa caiga en desgracia- la opinión pública comience a preguntarse sobre el verdadero rol que moldeó el accionar de muchos de los personeros del oficialismo (Horacio Verbitsky, Dante Gullo, Carlos Zannini, Carlos Kunkel, Jacobo Grossman, Jorge Taiana, etcétera) durante los "años de plomo". Y -vale apuntar- es probable que el irreverente filósofo José Pablo Feinmann tuviese razón, cuando sugirió que, ni bien la jefe de estado concluyera su ciclo en el Ejecutivo, irían por ella (o por ellos).

Dante CaputoLa tesis caputina (prefigurada en el trabajo Yankees come home, http://www.perfil.com/ediciones/2013/2/edicion_757/contenidos/noticia_0069.html) toma prestados ciertos preámbulos no escritos de la Doctrina de Seguridad Nacional estadounidense. En ella, prácticamente se concluyó que cualquier método era lícito para anteponer una muralla ante la virulenta infiltración rusocubana en las naciones de la América Latina en los setenta. Conceptuación calcada del modus operandi de la OSS (a la sazón, CIA) en la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial, en donde la inteligencia norteamericana postuló e implementó, por ejemplo, el empleo de elementos de la mafia corsicana para obliterar a puño limpio las huelgas y los movimientos estudiantiles confeccionados por el comunismo soviético en la Italia de 1948. A la postre, estos episodios darían lugar a un promocionado joint-venture entre la Agencia y los demócratacristianos locales. En la Argentina, más tarde y por desgracia -como es de público conocimiento-, Washington terminó clausurando sociedades con los peores dementes de la conducción del Ejército Argentino. Ilustres visitantes de West Point (pues todos esquivan el bulto de la armada francesa) y adoradores del whisky escocés, los protagonistas terminaron emprendiéndola con prejuicio extremo y sin criterio contra culpables e inocentes por igual. Sin discriminación ni manual de procedimientos razonablemente competente.

En cualesquiera de los casos, Caputo repara en su columna en las conversaciones de café sostenidas con el ex conductor del aparato de inteligencia de la dictadura castrista, Manuel Piñeiro (ex DGI, a.k.a. Barba Roja), en donde el macabro personaje le compartió al antiguo canciller detalles sobre la preparación y entrenamiento de la mano de obra insurgente local en Cuba. Pudiera ser que el otrora funcionario alfonsinista no se percatara de ello, pero su escrito podría conducirlo a futuras citaciones judiciales en calidad de testigo calificado. De su recapitulación podría fácilmente certificarse que los subversivos de actuar vernáculo distaban de ser una 'muchachada pasional y ardiente', sino que hacían las veces de fuerza paramilitar irregular/asimétrica con estructura celular que, obrando bajo el comando de una potencia extranjera, montó acciones bélicas contra nuestro país. Conforme ya se ha expuesto en anteriores columnas, esta suerte de crímenes y tropelías no constituyen simples delitos: son clasificables como crímenes de guerra, no alcanzados por prescripción de ningún tipo. Los perpetradores de nacionalidad argentina en vida son alcanzados, pues, por los parámetros considerados en el apartado "Traición a la Patria" del Código Penal. Irónicamente, aplicaría a este escenario la figura jurídica de la responsabilidad mediata, utilizada periódicamente por letrados a la hora de sancionar y sentenciar a ex jerarcas del Proceso de Reorganización Nacional. Pero la ironía redobla su apuesta: esa misma figura podría beneficiar a los damnificados del mundillo castrense, por cuanto los convenios con la República Islámica le otorgan el beneficio de la impunidad a ex funcionarios de Teherán involucrados en atentados como el de AMIA. ¿Trabajan la Presidente Cristina Fernández de Kirchner y sus asesores para terminar beneficiando a los "genocidas", protagonistas eternos de su librillo de propaganda? ¿Y qué sucedería si, a la larga, un bufete de abogados recurriera a la responsabilidad mediata para perseguirla a ella y a Amado Boudou por la peligrosa proximidad de ambos con la Tragedia de Once?

Con respecto a los años setenta, al menos de momento, habrá que decir que tal vez muy pocos se muestren impacientes por abrir aquella caja de Pandora. Puesto que ilustra no solo sobre acciones de terrorismo, sabotaje contra infraestructura y asesinatos selectivos propiciados por la dictadura castrista en la Argentina, sino que también arroja luz sobre operaciones de introducción del narcotráfico que, tiempo más tarde, servirían para aceitar los mecanismos de sucesivas cajas políticas y sindicales. Así supo proponerlo oportunamente Nikita Khruschev en su célebre discurso brindado ante el Politburó soviético, en el que arengó a combatir a Occidente "a través de sus propios vicios" (drogas). El abono del "impuesto revolucionario" por parte de empresarios locales a grupos guerrilleros para que no les fuera impedido el transporte de mercaderías hacia el interior (a pesar de estar prohibido por ley, con pena de prisión efectiva) y los fondos surgidos del secuestro de los hermanos Born por parte de la organización Montoneros también remiten a porciones jugosas de un relato que nadie se esfuerza por conocer ni retomar. Ello equivaldría a echar una mirada fugaz al reflejo de Medusa en el escudo.

Con miras a definir de qué madera está hecha la dirigencia argentina, baste recordar que no ha existido gobierno constitucional que no le obsequiara caricias y congratulaciones a Raúl y Fidel Castro Ruz. Esta ha sido la manera en que los políticos locales han reaccionado frente al trabajo tan sangriento como destructivo que el castrismo ordenó ejecutar en estas tierras. A la luz de los hechos, quizás no debiera sorprender que, en el actual moméntum, el subsistema cristinista se abrace desaforadamente y dejando caer lágrimas al pato rengo de Mahmoud Admadinejad y al ideario de la exportación de la revolución que propugna el líder supremo y espiritual de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei.

Como tampoco debiera tomar a nadie por sorpresa que la Presidente de la Nación, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, continúe empecinándose en en la peligrosa prerrogativa de la asistencia tecnológica de los inescrupulosos y maquiavélicos titiriteros de Hezbollah. El futuro de la carrera de la viuda de Kirchner casi puede adivinarse, y sobra decir que no será auspicioso.

Herbert Spencer -sociólogo y naturalista británico, de ostensible influencia darwiniana- hacía referencia al carácter del conflicto entre las naciones. Mencionó que los choques tenían lugar entre sociedades homogéneas (simples) y sociedades heterogéneas (más complejas y, por ende, victoriosas). Alegorías para eufemizar que el "pez más grande se devora al pequeño" o que "los estados-nación que carecen de estrategia terminan formando parte de la estrategia de otros estados-nación".

Irrebatible corolario: en resumidas cuentas, los idiotas útiles -en cualquier Administración- se cuentan por docenas. La Doctrina de Seguridad Nacional regresa cual ave Fénix. Pero, en esta oportunidad, tiene a Irán como protagonista central. Y la enajenación mental imperante en la Casa Rosada nos ha metido de lleno en ese atolladero.

 

Matías E. Ruiz, Editor
Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.