INTERNACIONALES: MICHAEL RUBIN

Descifrando la toma de decisiones de Irán y su estrategia actual

La estructura política de Irán es compleja y puede parecer algo misteriosa: la presidencia tiene más que ver con estilo que con substancia, y es el líder supremo quien administra el poder dictatorial...

16 de Febrero de 2013

La estructura política de Irán es compleja y puede parecer algo misteriosa: la presidencia tiene más que ver con estilo que con substancia, y es el líder supremo quien administra el poder dictatorial. Pero el Cuerpo de Guardia Revolucionaria Islámica (GR) se ha convertido en el más influyente gestor del poder AEI logo | American Enterprise Instituteen años recientes, arruinando el balance tradicional de los centros de poder que el líder supremo alimentó para mantener el control. Así como la GR se ha vuelto más poderosa, la República Islámica ha renovado su impulso para exportar su ideología revolucionaria al exterior, en un intento por expandir su influencia y por posicionarse estratégicamente para contrarrestar la influencia de oponentes tales como los Estados Unidos de América e Israel. La estrategia iraní no solo involucra terrorismo y acción militar, pero también un mix de poder blando y trabajo caritativo. Irán declama la defensa del shiísmo como una excusa para propagar su influencia radical en naciones tan lejanas como Venezuela a través de grupos como Hezbollah, que representan una amenaza creciente a lo largo del globo. Estados Unidos y sus aliados deben comprender las fuentes de la influencia de la estrategia militar y política iraní y los modos en que Teherán traza su estrategia, a los efectos de establecer líneas rojas en temáticas tales como el programa nuclear de Irán, si de lo que se trata es de contrarrestar las amenazas interpuestas por una Teherán cada vez más audaz.
 

Puntos clave en el presente trabajo:

* La dictadura iraní es una de carácter no tradicional, en la que el líder supremo suele reposar en su poder de veto, antes que en la emisión de órdenes directas.

* En años recientes, la Guardia Revolucionaria ha crecido en fortaleza y ha conmovido el equilibrio tradicional a partir del cual las castas clericales del país mantenían control.

* La exportación de la revolución continúa siendo un eje central de la República Islámica. Los recientes debates políticos reafirman la visión del régimen, en el sentido de que Irán debe exportar su ideología en modos violentos y no solo a través del uso del poder blando.

* * *

La República Islámica de Irán es una dictadura, pero no bajo el molde de la Corea del Norte de Kim Jong-un, la Siria de Bashar al-Assad o la Bielorrusia de Alexander Lukashenko; antes bien, se trata de una dictadura basada en el poder de veto. El líder supremo Alí Khamenei mantiene una presencia difusa. En Ahmadinejad y Khatami | ISNAtanto la identidad de los consejeros principales es pública, poco se conoce sobre los comisarios clericales del sistema, que expertos en temas iraníes estiman entre seiscientos y dos mil. Estos "guías políticos" impregnan cada espacio de la burocracia y los centros de poder en Irán. Por ejemplo, Ali-Reza Adyani es el representante del líder supremo ante la Armada de la Guardia Revolucionaria y, mientras pugna por un lugar en el parlamento, Gholamreza Baghbani ha listado entre sus credenciales su trabajo realizado en la Oficina del Líder Supremo como una guía política para la provincia Sistan va Baluchestan. [1]


Cómo opera el líder supremo

Cuando las disputas sobre políticas se elevan por sobre las distintas facciones, el trabajo del comisario es proveer de información al líder supremo. Se trata de un sistema propio de Persia: Abu Ali al-Hasan al-Tusi Nizam al-Mulk, visir del siglo 11 y una suerte de Maquiavelo persa, escribió: "Es deber del rey... saber todo cuanto acontece... En cada época, en tiempos de ignorancia, y del Islam, los reyes han tenido correos, a través de los cuales han aprendido sobre todo lo que sucede, bueno y malo... Ellos deben ser directamente responsables ante el rey, y ante nadie más". [2]

Cuando el líder supremo toma conocimiento de la ocurrencia de debates internos, determina -sin llamar la atención- si el debate debe continuar o si le corresponde advertir a alguno de los bandos que se repliegue, por lo general, a través de advertencias sutiles por la vía del sermón. La plegaria del líder -que pronuncia ante las provincias, localidades y ciudades principales los días viernes- son subrepticiamente importantes como barómetros con el fin medir la orientación del régimen. [3]

Durante las plegarias de Eid ul-Fitr de agosto de 2012, por ejemplo, Khamenei puso punto final a una discusión basada en el diálogo sincero con los Estados Unidos. "Debemos tener presente que Estados Unidos y el sionismo son enemigos de la Ummah [comunidad] Islámica... Ellos destruyen todo lo que pueden, y pueden provocar tanta disrupción como les sea posible", declaró el líder. [4] Los rezos del viernes de la Teherán Temporal, pronunciados por el líder Hojjat-ol-Islam Kazem Sedighi, trataron los mismos temas menos de una semana más tarde. [5]

Para los analistas de inteligencia de los Estados Unidos, la dictadura de Irán basada en el veto exhibe un problema: acaso rara vez presente datos importantes en lo que respecta a inteligencia de señales [SIGINT]. Si los tomadores de decisión tienen en cuenta solo las intercepciones realizadas a conversaciones telefónicas u órdenes escritas, jamás hallarán pruebas; es más probable que el líder supremo describa segundas lecturas entre sus subordinados, pero que nunca trocarán en órdenes directas para la ejecución de operaciones.

Es una postura arrogante de parte de los tomadores de decisión en los Estados Unidos que proyecten la cadena de mandos norteamericana en Irán. Los burócratas promedio en Irán y los funcionarios disfrutan de una relativa autonomía, en medio de segundas lecturas de carácter amorfo propiciadas por el régimen. Los funcionarios iraníes distan bastante de tomar decisiones como lo harían sus contrapartes en Norcorea o Siria y, en efecto, abrazan una relativa autonomía. Se trata de un sistema que funciona bien, dado que el liderazgo iraní no prioriza las confrontaciones directas en el campo de batalla, sino que pone el foco sobre operaciones de carácter asimétrico.
 

El surgimiento de la Guardia Revolucionaria

El líder supremo es, asimismo, un ducho titiritero. La noción emanada de Zoroastro sobre la dualidad que impregnó el pasado persa no era solo de orden religioso, sino también cultural. Lo que las democracias occidentales podrían considerar como una burocracia con métodos redundantes, los líderes iraníes lo emplean como reaseguro contra la traición. El líder puede congelar la promoción de cualquier funcionario, simplemente favoreciendo a alguno de sus competidores para el puesto.

La República Islámica ha abrazado esta filosofía con vigor, tanto en las políticas domésticas como en aquellas de orden internacional. Durante la Operación Libertad Iraquí [Iraqui Freedom], Teherán respaldó al mismo tiempo a Abdul Aziz Hakim -el fallecido líder del Concejo Islámico Supremo de Irak- como a su competidor, el clérigo Muqtada al-Sadr. Apenas cualquiera de los dos decidía mostrarse demasiado independiente, el liderazgo iraní movía recursos y asistencia para el otro, creando un incentivo para la lealtad.

Esta estrategia explica la longevidad política del líder supremo. Cuando el presidente se ve fortalecido, el líder dota de más poder al parlamento para morigerar el poder del presidente. Si tanto el presidente como el parlamento encuentran solidaridad, como sucedió durante la presidencia populista de Mohammad Khatami, entonces el líder supremo procede a fortalecer el Concejo Guardián o el Concejo Expeditivo, imbuyéndolos de mayor responsabilidad política y funciones de supervisión o, incluso, encargando tareas a los servicios de seguridad o a grupos de justicieros tales como Ansar-e Hezbollah, con el objetivo de reducir el número de oponentes.

El ascenso de Mahmoud Ahmadinejad al poder fue, también, resultado de este juego de equilibrios. Su victoria de 2005 no se debió tanto al producto de un proceso democrático, sino a maquinaciones confeccionadas detrás de escena. "Hacia las cinco de la mañana... basándonos en el conteo de votos, yo me encontraba primero", declaró el antiguo vocero del legislador Mehdi Karroubi, que encabezaba el recuento de sufragios, luego de que las autoridades iraníes anunciaran la victoria de Ahmadinejad en los cómputos iniciales. "Sin embargo, y de pronto, desde las siete de la mañana del sábado, todo cambió", dijo. El asunto no tuvo que ver con una súbita oleada de votos en favor de Ahmadinejad, especuló Karroubi, quien culpó a "fuerzas que son como herramientas en las manos de algunas organizaciones complejas". [6]

Ahmadinejad fue el primer presidente de la República Islámica que ascendió al poder con credenciales militares, antes que las obtenidas en una carrera dentro del clérigo. Su triunfo, con toda probabilidad, representó un esfuerzo consciente del líder supremo para dotar de poder a la Guardia Revolucionaria, a criterio de contrarrestar la influencia de los clérigos reformistas cuya visión se contradecía con la de Khamenei. Los tumultos callejeros llevados a cabo por estudiantes en 1999 asustaron a Khamenei, forzándolo -por primera vez- a confrontar la animosidad de la juventud iraní contra el sistema de gobierno. Al dotar de mayor poder a la Guardia Revolucionaria, hizo retroceder al movimiento reformista. Pero, en tanto Ahmadinejad se encuentra completando su último año como presidente, la apuesta de Khamenei conllevó perjuicios, y el sistema de equilibrio tradicional del líder supremo se ha visto conmovido.

Ahmadinejad bien podría subordinarse a Khamenei y, luego de múltiples pujas de poder, quedar aislado dentro de la jerarquía iraní. Pero ha empleado el poder limitado de la presidencia para empujar a la Guardia Revolucionaria a ocupar el asiento del conductor. Actualmente, no solo puede contabilizarse una mayor cantidad de ministros y adjuntos con un pasado como veteranos de la Guardia Revolucionaria, sino que también existen más gobernadores y asistentes -y otros funcionarios- con pasado de veteranos en todo el sistema. La crisis política de abril de 2011, surgida cuando Ahmadinejad intentó despedir al Ministro de Inteligencia, Heydar Moslehi, tuvo más que ver con un intento de purga en perjuicio del único clérigo en un gabinete dominado por la Guardia Revolucionaria que con el simple ataque contra un favorito del líder supremo. Mientras que numerosos analistas en los Estados Unidos y el periodismo examinan el proceso de toma de decisiones en Irán y la construcción de políticas a través del prisma de los diagramas clásicos la la jerarquía formal en la República Islámica, las relaciones informales entre los veteranos de la Guardia Revolucionaria forjados en las trincheras de la Guerra entre Irán e Irak (desde 1980 a 1988) consolidan hoy la estructura formal.

El ascenso de la GR incluso pone a la ideología del grupo revolucionario por delante y en el centro. Como en cualquier dictadura, el pueblo puede ser de corte moderado, apolítico, o incluso pro estadounidense, pero los tomadores de decisiones deben enfocarse en aquellos referentes del régimen que conservan el poder real. Reportes relativos a partidos con apoyo de jóvenes que exhiben actitudes pro occidentales son irrelevantes para los tomadores de decisión, que deben determinar cómo la contraparte iraní piensa y qué creencias motivan sus acciones.

La Guerra entre Irán e Irak dio forma a los veteranos de la Guardia Revolucionaria. Gran parte de la animosidad observada entre Ahmadinejad y sus predecesores involucra al resentimiento de los cuadros de la fuerza frente al hecho de que políticos surgidos del clérigo como Hojjat al-Islam Ali Akbar Hashemi Rafsanjani y el antiguo jefe del poder judicial, Mohammad Yazdi, se han hecho ricos, mientras que los veteranos padecieron en las trincheras.

La línea del frente contra Irak fue una incubadora para los actuales líderes de la GR, muchos de los cuales jamás recibieron educación formal alguna fuera de las fuerzas, como tampoco tuvieron exposición al mundo exterior. El jefe de la Fuerza Quds, Qassem Suleimani, por ejemplo, solo exhibe -con toda probabilidad- una formación que no supera el quinto grado; aprendió el resto a traves de su permanencia en la Guardia. [7]

Una vez terminada la Guerra entre Irán e Irak, la GR transformó a los paramilitares de Basij-e Mostaz'afin -literalmente, "Movilización de los Oprimidos"- en el mecanismo primigenio para adoctrinar a la juventud. Basij comenzó bajo la forma de una milicia voluntaria, operando en defensa de los principios revolucionarios. La imagen icónica de los miembros de Basij en los primeros años de la organización tomó color en jóvenes desarmados de quince años de edad portando bandanas y que cantaban loas al Imán Hussein, corriendo a través de campos minados con llaves de plástico para ingresar en el paraíso, colgadas del cuello. En los años subsiguientes, el régimen institucionalizó Basij. Estudiantes de universidades y de escuelas secundarias, maestros, doctores, operarios de fábricas, mujeres, artesanos -e incluso nómades- tienen historias propias dentro de Basij.

Los reclutas pueden unirse tanto motivados por los privilegios como por ideología. Los miembros de la GR y de Basij reciben altas cuotas en bienes subsidiados como gasolina y, periódicamente, tienen espacios reservados para ellos en las universidades o en trabajos en la administración pública. Aquellos que no son verdaderos creyentes, sin embargo, son sujeto de un adoctrinamiento intensivo en los clubes del grupo, en campos de veraneo y centros recreativos [8]. Aquellos que ascienden a través de los rangos de la GR pueden asistir a la Universidad Imán Hussein -la universidad exclusiva de la GR- para estudios avanzados. Los reclutas de Basij y de la GR pueden asistir a la Universidad Baqiyatollah para obtener títulos de doctor en medicina. Los comisarios políticos se matriculan en la Universidad del Mártir Qom Mahallati, donde la GR completa su adoctrinamiento político y religioso. [9]

En determinados círculos, está aceptado sugerir equivalencias morales entre Teherán y Washington. Demasiado periódicamente, cuando la tensión escala, los periodistas sugieren que el hecho de que las trampas de la normalidad en Irán signifiquen temor para los Estados Unidos frente a las intenciones de la República Islámica es una idea errónea. "Memo a la Secretaria [de Estado] Clinton: Irán no es una dictadura militar, ni un estado policial. Aún. No se observa presencia militar visible en el aeropuerto internacional... Tampoco se observa presnecia militar en la ciudad de doce millones de almas y, por momentos, se observa igual cantidad de vehículos", reportó la periodista iranoamericana Hooman Majd. [10]

El antropólogo de la Universidad de Minnesota, William Beeman, lanzó una publicación profesando las equivalencias morales entre "El Gran Satán" y los "Mulás Locos" [11]. Más aún, algunos diplomáticos estadounidenses aceptaron los argumentos para sostener esas equivalencias [12]. El iraní promedio, sin embargo, no controla las riendas del poder. Sí lo hace la ideología teocrática revolucionaria personificada por aquellos que sí deberían preocupar a los profesionales de la seguridad nacional en los Estados Unidos.
 

Ahmadinejad y el Imán Oculto

La negación del Holocausto por parte de Ahmadinejad, sus amenazas para erradicar a Israel y sus declamaciones en el sentido de tener canales propios de comunicación con el Mahdi -el mesías del shiísmo- condujeron la ideología religiosa de Irán hacia el frente de las políticas domésticas y llegaron a los titulares internacionales. Luego de alzarse con la presidencia, Ahmadinejad remitió una partida de US$ 17 millones para la mezquita Jamkaran, el sitio desde donde el Mahdi estaría destinado a reemerger luego de su desaparición del mundo físico [13]. Justo un mes después de llegar al gobierno, Ahmadinejad concluyó un discurso ante Naciones Unidas suplicando: "Oh, Dios Todopoderoso, elevo una plegaria a Ti para que para que aceleres la emergencia de Tu último repositorio, el prometido, para que perfeccione y purifique al ser humano, aquel que llenará este mundo con justicia y paz" [14]. Regresado a Teherán, Ahmadinejad declaró que "un haz de luz" apareció sobre su cabeza mientras se dirigía a los líderes y diplomáticos de todo el mundo [15]. A continuación, declamó que los reunidos en la Asamblea de la ONU permanecieron quietos, sin siquiera pestañear, mientras él los inspiraba con las palabras del Imán Oculto.

El origen de la preocupación, sin embargo, no coincide con la creencia en el Mahdi -Khatami también supo hablar del Imán Oculto durante su presidencia-, pero sí tiene que ver con la creencia de Ahmadinejad frente a que él puede acelerar el retorno del mesías [16]. En reiteradas oportunidades, el presidente aludió al regreso del Imán Oculto, en una misiva de 2006 enviada por él al presidente estadounidense George Bush, al tiempo que esponsoreaba conferencias en donde se consideraba al mahdismo como la "estrategia definitiva de la República Islámica" [17]. El Ayatollah Mohammad-Taqi Mesbah-Yazdi -guía teológico de Ahmadinejad- argumentó que es un deber del Korán para los musulmanes alzarse en armas contra los no islamistas, para "preparar el camino hacia la venida del Mahdi y la conquista del mundo" [18].

La estrategia de Ahmadinejad bien podría contener algo de cinismo. La exégesis de los shiítas tradicionalistas sugiere que, inicialmente, el clérigo negará reconocimiento al Imán Oculto, hasta el momento de su retorno: reconocer el regreso del Mahdi significaría abandonar su posición privilegiada en la sociedad. A través de la sugerencia respecto de que sus políticas acelerarán el retorno del Mahdi, Ahmadinejad sugiere furtivamente a aquellos iraníes involucrados en el tradicionalismo que sus políticas y su oposición contra el "clérigo corrupto" son consistentes con la "verdadera" religión. A consecuencia de ello, cada referencia de Ahmadinejad sobre el retorno del Imán Oculto durante cualquier crisis política es un intento de sortear la influencia del clérigo hacia el objetivo final. El shiísmo bien podría dar forma a los fundamentos de la ideología de la República Islámica, pero quien mejor interprete los deseos del Imán Oculto se convierte en sujeto de luchas políticas.
 

¿Observa cohesión la Guardia Revolucionaria?

Para la inteligencia estadounidense, la GR continúa representando una suerte de agujero negro. Aún cuando es fácil etiquetar a los políticos iraníes como reformistas, pragmáticos o de línea dura, no es sencillo dividir a los miembros de la GR en facciones. Si bien la Corporación RAND declaró, en un reporte de 2009 tendiente a identificar divisiones entre la Guardia, este informe observó rasgos más teóricos que prácticos, y no fue capaz de situar a funcionarios individuales en una categoría en particular [19]. Aún si la mayoría de los miembros de la GR fueran pragmáticos, algunos comandantes de la fuerza internalizan, sin lugar a dudas, la ideología y las interpretaciones religiosas radicales encarnadas por Ahmadinejad.

In septiembre de 2007, Mohammad Ali Jafari reemplazó a Yahya Rahim Safavi en la conducción de la GR. Inmediatamente, el nuevo jefe encabezó una amplia reestructuración [20]. Argumentando que las más grandes amenazas al régimen revolucionario ya no provenían de Irak o de Afganistán, cambió el foco interno de la GR hacia el combate de las amenazas ideológicas del régimen [21]. Reorganizó a la Guardia Revolucionaria en unidades provinciales encargadas de aplastar la insurrección [22].

Esto crea una oportunidad para la inteligencia de los Estados Unidos, en el sentido de mensurar la lealtad de los miembros de la GR: si Jafari asigna elementos nativos de la Guardia en unidades provinciales, ello sugiere que el líder supremo considera a la GR lo suficientemente leal como para ejecutar cualquier orden de fuego contra amigos, parientes, familias y vecinos. Si, no obstante, los hombres de la GR no se encuentran en posibilidades de servir en sus provincias nativas, entonces ello sugeriría que el líder supremo comprende que abrazar la ideología del régimen no es un absoluto, ni siquiera entre sus guardias pretorianos. Hasta cierto punto, la solución podría, sencillamente, consistir en consultar a los miembros de la diáspora iraní para que formulen averiguaciones en sus familias y amistades que sirven en las fuerzas armadas. Hallar la respuesta debería ser importante, a la hora de configurar una estrategia americana para neutralizar a la Guardia Revolucionaria.

La falta de atención entre los tomadores de decisión en EE.UU. frente a las facciones dentro de la GR ha sido desafortunada. Aún cuando los funcionarios estadounidenses sitúan sus esperanzas en los reformistas moderados de Teherán, no veremos reformas significativas ni un colapso del régimen sin antes fracturar a la Guardia Revolucionaria. Después de todo, la soberanía en la República Islámica no proviene del pueblo, sino de Dios, a través de la figura del líder supremo. A Khamenei le importa poco lo que la ciudadanía piense, en tanto la GR continúe sirviendo de buffer contra la voluntad popular. Sin embargo, un deseo desesperado por negociaciones diplomáticas, evita que la Casa Blanca persiga estrategias conducentes a identificar y explotar figuras en la GC.

La escasez de información respecto del grado en que los miembros de la GR internalizan la ideología del régimen también recorta la eficacia de la contención. Numerosos analistas y diplomáticos insisten en que, debido a que el régimen iraní no es suicida, no se pondría en riesgo por la vía de un ataque nuclear preventivo y que, debido a ello, podría ser contenido. Este argumento, no obstante, deja de lado a las consideraciones sobre el comando, el control y la custodia del arsenal nuclear potencial de Irán.

Es seguro asumir que la unidad más leal e ideológicamente pura de la Guardia Revolucionaria tendría custodia sobre el arsenal atómico. Asumir que la élite ideológica de la GR opera como lo harían los estadounidenses es ingenuo. Aún si así lo hicieren, el colapso del régimen podría dar lugar a una situación en la que la disuasión se quebraría: si el pueblo iraní se alzara y tornara el colapso del régimen inevitable, quienes estén en contral de las armas nucleares de Irán las lanzarían contra sus enemigos ideológicos, porque el destino del régimen que les ha encargado su defensa estaría sellado. Los líderes iraníes computan que los políticos de los Estados Unidos jamás decidirían asesinar gratuitamente a varios millones de iraníes en respuesta a un régimen que ya ha caído. Después de todo, cuando, en abril de 2008, la entonces senadora Hillary Rodham Clinton prometió que, "si acaso Irán, tontamente, considera lanzar un ataque contra Israel, nos encontraríamos habilitados de reducirlos a cenizas", el entonces senador Barack Obama la reprendió por "hacer ostentación de poder" [23].

Puede que no exista manera de deshacer la influencia de la GR en la política decisional de Irán. Las maquinaciones de Ahmadinejad han dado vía libre a la GR para ganar autonomía financiera. El Gharargah Sazandegi-ye Khatam al-Anbia (La Base de Construcción del Sello de los Profetas), normalmente referido como GHORB o, más sencillamente, Khatam al-Anbia, es el ala económica de la Guardia Revolucionaria. Se trata de una empresa de alcance masivo, como una cruza entre el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Bechtel y Halliburton, pero con una influencia superior, no solo dentro del circuito industrial de la defensa en Irán, pero también a lo largo de su economía civil.

Desde 2007, Khatam al-Anbia ha cosechado miles de millones de dólares estadounidenses en contratos sin mediar concurso público. En marzo de 2010, por ejemplo, el Ministerio del Petróleo obsequió a Khatam al-Anbia un proyecto de inversión para la construcción de un oleoducto, por US$ 850 millones. [24]. En 2010, el grupo ganó un contrato -nuevamente, sin concurso- para desarrollar parte del campo petrolero-gasífero en el sur de Pars [25]. En junio de 2010, un consorcio de firmas controladas por la GR obtuvo un contrato de US$ 5 mil millones para desarrollar otra porción del campo al sur de Pars y, en febrero de 2011, el gobierno iraní otorgó a Khatam al-Anbia dos contratos por un valor de US$ 2.6 mil millones para construir tuberías [26]. En menos de un año, en resumen, el ala económica de la Guardia Revolucionaria logró más que duplicar el presupuesto militar anual [27]. Agréguese ello a los ingresos provenientes del contrabando, que remiten a una cifra aproximada de US$ 12 mil millones [28], y podrá concluírse que la GR se ha convertido en financieramente independiente del gobierno central.

Aún si una notable oferta diplomática condujera al gobierno iraní a cancelar el presupuesto anual de US$ 5 mil millones para la GR, la amplitud de las actividades relativas al contrabando significarían, efectivamente, que la Guardia Revolucionaria enfrentaría un recorte bastante menos severo que la Administración Obama contempla en la actualidad en perjuicio del Pentágono.
 

"La exportación de la Revolución"

La "exportación de la revolución" es la raison d’être de la República Islámica. El concepto ha sido encumbrado en la constitución del país. El Artículo Tercero declara que los objetivos del régimen apuntan, al mismo tiempo, a "la expansión y el fortalecimiento de la hermandad islámica y la cooperación pública entre todo el pueblo" y al "apoyo ilimitado para los oprimidos del mundo", mientras que el Artículo 154 convoca al "respaldo de las luchas justas de los oprimidos contra los arrogantes en cualquier rincón del globo" [29]. En la superficie, el respaldo para los oprimidos puede sonar como una meta noble pero, en la práctica, el Ayatollah Ruhollah Khomeini -a la sazón, líder de la Revolución Iraní- definió a los oprimidos como cualquiera que viva bajo un sistema diferente al de Irán. "Los Estados Unidos no pueden hacer nada; nosotros exportaremos nuestra revolución al mundo", se ha convertido en el mantra de Khomeini y, consecuentemente, en un eslogan de la Guardia Revolucionaria. [30]

El 25 de julio de 1981, Payam-e Enghelab definió al "principio de la jihad" como una de las dos tareas principales encargadas a la GR, siendo la otra la defensa del gobierno del líder supremo [31]. En los albores de la República Islámica, se ha buscado exportar la revolución hacia el Líbano, Arabia Saudita, Bahrein, Paquistán, Irak y otros. Con la excepción del Líbano, donde Hezbollah ha plantado raíces, todo lo que los principios revolucionarios de Khomeini han logrado condujo a malas relaciones entre Teherán y las capitales regionales.

El factor común entre los funcionarios del régimen -ya se trata de reformistas o de referentes de línea dura- consiste en la aceptación de la exportación de la revolución como la piedra basal de la política. El liderazgo iraní acepta solo una intepretación de la exportación de la revolución, y ésta se basa en la violencia, no en el poder blando. En un discurso ofrecido el 3 de mayo de 2008, Khatami sugirió que los funcionarios iraníes redefinieran el concepto en términos del poder blando. "¿Qué deseaba el Imán [Khomeini], y cuál era su propósito en la exportación de la revolución? ¿Deseaba él que exportáramos la revolución a través de la pólvora o a través de grupos que ejecutaran sabotaje en perjuicio de terceros países?", preguntó Khatami, antes de sugerir que Khomeini "tuvo la intención de establecer un modelo ejemplar aquí, en donde el pueblo pudiese que ver que, en esta sociedad, la economía, la ciencia y la dignidad del hombre fueran respetados". [32]

Las autoridades iraníes montaron en cólera. No solo Khatami proponía recortar la negación plausible de Irán, mientras reconocía que las acciones terroristas gozaban de la protección estatal, sino que buscó diluír un pilar fundamental de la revolución. Setenta y siete miembros del parlamento replicaron, exigiendo que el Ministerio de Inteligencia investigase a Khatami por sus comentarios [33]. En tanto la controversia sobre lo dicho por Khatami disminuía, el Ayatollah Mahmoud Hashemi Shahroudi -el poderoso jefe judicial y hombre que periódicamente presta servicio a Khatami en ocasión de visitas al extranjero- enunció el compromiso contínuo de Teherán para exportar la revolución. En un discurso ofrecido ante las fuerzas armadas, declaró que la GR sería "la esperanza de los movimientos de liberación islámica y de los movimientos nacionales" [34]. El gobierno iraní también ha sido audaz, hasta el punto de incluír un ítem denominado "resistencia" en su presupuesto [35].
 

Los objetivos estratégicos de Irán

Los objetivos estratégicos de Irán cobran forma a partir de una combinación en donde participan la visión de Khomeini, el nacionalismo iraní y el pragmatismo. Khomeini ha construído antipatía hacia los Estados Unidos e Israel, haciendo de ello un basamento de su filosofía. El odio contra EE.UU. condimenta sus discursos, desde sus días en el exilio en Najaf hasta sus sermones finales en Teherán [36]. En su rol de padre fundador de la República Islámica, Khomeini es intocable. Hoy día, la totalidad de los debates políticos -se traten de la justificación del rol de la GR en asuntos domésticos o del significado de la exportación de la revolución- se nuclean en las intenciones de Khomeini. Si los iraníes utilizaran adhesivos en sus automóviles, reflejarían la expresión "¿Qué es lo que haría Khomeini?" en sus Payans, Saipas y Peugeots. Desde sus inicios, Khomeini advirtió sobre cualquier establecimiento de compromisos con Israel, cuya verdadera existencia es considerada un anatema, en tanto que él jamás ha demostrado intenciones de normalización con los Estados Unidos.

Sería harto difícil -sino imposible- para cualquier funcionario desafiar o revertir en soledad esa antipatía hacia EE.UU. El antiguo presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanjani aprendió esta lección en abril de 2012, luego de sugerir que no existían diferencias reales entre las relaciones existentes entre Teherán con Pekín y Moscú, y entre normalizar lazos con Washington [37]. En sus plegarias de los viernes del Mashhad, el Ayatollah Ahmad Alamolhoda declaró: "Nuestra política exterior se basa en el principio del conflicto con la Arrogancia", completando luego: "Sin lugar a dudas, las negociaciones con los Estados Unidos nunca han estado y jamás estarán entre nuestros intereses" [38]. Ahmad Khatami, en su rol de líder en las plegarias del Viernes Temporario, castigó -del mismo modo- a Rafsanjani, calificándolo de "ingenuo" y de "tímido" [39].

El nacionalismo también colorea la actitud de Teherán. Aún cuando el iraní promedio no cree en la filosofía religiosa que dio forma a la Revolución Islámica, la mayoría son nacionalistas. Irán -o Persia, como se denominaba al país antes de 1935- es uno de los pocos estados de Asia que ha observado una historia ininterrumpida de nacionalismo desde hace milenios. El nacionalismo iraní depreda al nacionalismo étnico que da forma a las bases de la identidad en muchos estados-nación. Las minorías étnicas en Irán, en general, no son despreciadas ni tampoco observan un carácter separatista. Las excepciones coinciden con los sunnitas kurdos y los baloquis, que enfrentan el doble castigo de ser minorías sectarias y étnicas, y son tratados como ciudadanos de segunda clase. El propio Khamenei es mitad azerí, en tanto que Shahroudi es árabe.

Muchos iraníes consideran a su país como la mitad de lo que en realidad debería ser. En el siglo XVI, los portugeses le arrebataron a Irán el control de las islas del Golfo Pérsico, incluído Bahrein. Aunque Teherán resistió la antigua colonización europea a lo largo de los siglos XIX y XX, no ha perdido territorios. En 1828, Irán perdió mucho de lo que hoy representan Armenia, Azerbaiján y Georgia, a manos de Rusia. La Guerra Anglo-persa de 1856-57 condujo a que Irán resignara el oeste de Afganistán. A comienzos de 1870, trabajadores del telégrafo de nacionalidad británica recompensaron con una gran porción de Balochistán a la Paquistán de la actualidad.

Los líderes iraníes no persiguen recapturar los antiguos territorios. Pero sí consideran que sus vecinos más inmediatos -desde Irak y el Golfo Pérsico, e incluso gran parte de Asia Central- representan una suerte de "extranjero cercano" en la que Irán merece observar una influencia cultural y política con predominancia.

El nacionalismo iraní contemporáneo incluso se presenta entretejido con la creencia de que Irán debería proteger a las etnias persa y shiíta. La genética puede dominar la comprensión occidental sobre la etnicidad pero, en el Medio Oriente, la etnicidad está definida por el lenguaje nativo. Debido a que el tajik y el darí son dialectos persas, los líderes iraníes extienden esta suerte de acitud de "Gran Hermano" hacia las fronteras con China, conduciendo esta situación a la frustración de los tajikos y los afganos locales [40].

El régimen emplea la propagación y la defensa del shiísmo no solo para la propagación y la defensa del shiísmo, sino para justificar la interferencia iraní en estados con mayoría social shiíta como Azerbaiján, Irak y Bahrein, pero también en países como Venezuela. Allí, voceros de línea dura relatan historias bizarras relativas a tribus venezolanas completas que se convierten al shiísmo islamista. [41]

La dominación del mundo shiíta no tiene relación directa solo con la ambición ideológica, sino con la supervivencia revolucionaria. Tradicionalmente, los shiítas creen que el retorno del Imán Oculto encarnará la creación de un gobierno islámico perfecto e incorruptible. Hasta que el Madhi regrese, pues, todos los gobiernos son, por definición, injustos, corruptos y no-islámicos. Khomeini revivió y expandió el concepto de velayat-e faqih (el guardianato de los juristas) a los efectos de justificar el gobierno del clérigo, argumentando que el líder supremo podría ser el Nayeb-e Imam (designado por el Mesías) [42]. Khomeini explicó: "Los fuqaha (los juristas) son la prueba del Imán, que traerá la paz al pueblo. Todos los asuntos de los musulmanes les serán asignados" [43]. Debido a que la mayoría de los ayatollahs no aceptan esta interpretación, el shiísmo no es solo la raison d’être de la República Islámica, sino también su talón de Aquiles.

Después de todo, el shiísmo -tal como el catolicismo romano- es jerárquico. A diferencia del catolicismo, sin embargo, no existe consenso frente a quién es el líder definitivo. Los shiítas escogen a su marja’ at-taqlid (fuente de emulación) de entre los ayatollahs lídres en vida. Esta persona, en efecto, se convierte en su papa personal, su fuente suprema de guía religiosa.

Existen ciertas condiciones. Los individuos deben seguir solo a un ayatollah, antes que tomar una aproximación a la carte, y éste debe estar vivo. A cambio de esa guía, los hombres pagan en khums, un impuesto religioso, a su marja. Cuando el shiíta promedio le otorga su lealtad a otros ayatollahs, ello crea una crisis de legitimidad para el líder supremo de Irán. En 1994, cuando el Gran Ayatollah Mohammad Ali Araki falleció, la República Islámica buscó imponer a Khamenei como el indisputado marja para todos los shiítas [44]. Pero esto no funcionó: los Grandes Ayatollahs Mohammad al-Husayni al-Shirazi, Mohammad Mohammad Sadeq al-Sadr y Ali Sistani observaban las mayores cuotas de lealtad y, en vistas de la resistencia, Khamenei retiró su postulación [45].

A medida que Sistani envejece, el patrón se repite. Mientras Khamenei es demasiado inteligente como para dejar postular su propia figura nuevamente, la República Islámica ha estado, en voz baja, proponiendo a Shahroudi como continuador de Sistani [46]. El clérigo opositor a velayat-e faqih se está preparando para el empuje iraní. Aún cuando los shiítas podrían seguir solo a un marja viviente, los agentes del difunto Gran Ayatollah Muhammad Hussein Fadlallah han continuado aceptando khums dos años después de la muerte de Fadlallah. Fuentes religiosas iraquíes explican la continuación de actividades por parte de agentes de Fadlallah, sugiriendo que el clérigo comprende que la estructura de Fadlallah está utilizando su nombre para recaudar fondos para el Ayatollah Hussein Ismael al-Sadr, nacido en Irak; al-Sadr -dicen- no desea insultar a Sistani desde la recaudación directa de dinero, mientras su mentor aún se encuentra con vida.

Las apuestas son gigantescas. Cuando Khamenei perdió ante Shirazi, Sadr y Sistani en 1994, lamió sus heridas. Se las arregló para vivir con rivales espirituales por mucho tiempo, mientras ellos se hallaban atrapados bajo el régimen represivo de Saddam Hussein. La caída de Saddam dotó de nuevas fuerzas a los rivales clericales de Khamenei. Si la República Islámica se las arregla para unificar el marja bajo su filosofía, logrará consolidarla entre los shiítas. Si, no obstante, Khamenei falla, el golpe a la legitimidad de la República Islámica podría crujir.
 

La estrategia de Hezbollah

Los funcionarios iraníes y sus acompañantes declaman periódicamente que Iran no ha invadido a otros países durante casi dos siglos. "Irán no ha invadido ningún país en los últimos dos siglos, y es el único país víctima de armas de destrucción masiva desde la Segunda Guerra Mundial", escribió Hossein Mousavian, antiguo vocero del complejo nuclear [47]. De igual forma, el profesor de la Universidad de Michigan, Juan Cole, declaró: "El Irán moderno no ha invadido agresivamente otros países durnate dos siglos" [48]. Estas declamaciones distan de ser ingenuas. No solo es cierto que la milicia iraní se apoderó de islas pertenecientes al Emirato de Sharjah en 1971 sino que, años después de la Revolución Islámica, la agresión iraní ha tenido lugar con frecuencia y a través de terceros.

En este sentido, Hezbollah es el ejemplo que mejor lo ilustra. La República Islámica ha financiado a Hezbollah por razones pragmáticas: Israel ha invadido el Líbano. Ali Muhtashimi, embajador iraní en Siria entre 1982 y 1985, recurrió a unidades de la Guardia Revolucionaria para pelear contra los israelíes en el Líbano. Khomeini se resistió. "El Imán me tranquilizó y dijo que las fuerzas que enviamos a Siria y Líbano necesitarían de apoyo logístico", recuerda Muhtashimi. Agregó: "El refuerzo y el apoyo necesitaría tramitarse a través de Turquía e Irak. Nos encontramos en una fiera guerra con Irak. Con respecto a Turquía, es un miembro de la OTAN y un aliado de los Estados Unidos. El único camino que queda es entrenar a los hombres del Shia allí, y fue así como nació Hezbollah" [49]. Muhtashimi describió el entrenamiento brindado a cien mil soldados de Hezbollah en grupos de trescientos. La embajada iraní en Damasco fue el centro neurálgico de las operaciones [50].

La relación indirecta [proxy] probó ser beneficiosa para Teherán. Mientras la GR continuaba supliendo a Hezbollah a través del Aeropuerto Internacional de Damasco, Hezbollah se encontró en posibilidad de desarrollar su propio flujo de ingresos a través del cultivo de drogas, la taxación y sus propias firmas comerciales. Hezbollah mantiene su lealtad al líder supremo [51], y el liderazgo iraní se beneficia de los debates relacionados con la autonomía de Hezbollah. El empleo de Hezbollah le permite a Teherán mantener su recurso de la negación plausible.

Ya sea por simpatía ideológica o por necesidad pragmática, Hezbollah actúa periódicamente en la línea del frente para la Fuerza Quds y para la Guardia Revolucionaria. Investigaciones hechas sobre los asesinatos de disidentes kurdos en el Café Mykonos de Berlín y el bombardeo contra la Asociación Mutual Israelita Argentina de Buenos Aires en 1994 demuestran que Hezbollah trabajó mano a mano con la Fuerza Quds y con la República Islámica, conduciendo vigilacia y ejecutando operaciones en el terreno [52].

A lo largo del Medio Oriente, Hezbollah ayuda a la Guardia Revolucionaria a sortear la brecha entre la división étnica observada entre persas y árabes. Los agentes de Hezbollah han operado abiertamente en el sur de Irak, en apoyo de los objetivos iraníes, y han provisto a Irán de la negación plausible necesaria respecto del involucramiento de la Fuerza Quds en Siria durante el levantamiento contra al-Assad. De igual manera, las autoridades en Bahrein denegaron el ingreso de médicos en el país, acusándolos de ser operativos de Hezbollah que se desempeñaban para Irán [53].

En la persecución de metas ideológicas mayores, el liderazgo iraní también se encuentra predispuesto a trabar alianzas pragmáticas. Ha tomado partido, por ejemplo, con los cristianos en Armenia contra la Azerbaiján shiíta en la disputa territorial y militar entre estos dos vecinos del Cáucaso. Incluso le ha dado la espalda a los islamistas chechenos, a criterio de cultivar relaciones más lucrativas con Rusia.

El antiamericanismo puede ser el lazo de unidad. Aún cuando Irán y el Talibán casi van a la guerra en 1999, la GR ha asistido -desde la caída del régimen Talibán- a la insurgencia afgana, en perjuicio de las fuerzas estadounidenses en Afganistán. Esto no significa que Teherán desee un resurgimiento del Talibán o su victoria. Antes bien, sus metas están dotadas de pragmatismo. "Es mejor para Irán si los Estados Unidos quedan empantanado con el Talibán en Afganistán", explicó un analista de línea dura en el periódico Hamshahri [54]. La Fuerza de Asistencia de Seguridad Internacional ha interceptado envíos de armas iraníes para el Talibán, y el Ejército Nacional Afgano ha capturado a comandantes del Talibán en posesión de libros contables iraníes [55]. Las autoridades afganas han incluso acusado a Irán de entrenar a soldados talibanes y atacantes suicidas [56].

El apoyo para al Qaeda sigue una lógica similar a la que reza que el enemigo de un enemigo puede, si bien no ser un amigo, un socio para un objetivo común. La Comisión de los Atentados del 11 de Septiembre en Nueva York halló interacciones recurrentes entre funcionarios iraníes y al Qaeda, que pudieron rastrearse hacia comienzos de 1990, y que Irán facilitó el tránsito de los individuos que se apoderaron de los aviones desde y hacia campos de entrenamiento afganos [57]. En años subsiguientes, las autoridades iraníes proveyeron de salvoconductos a representantes de al Qaeda, algunas veces en instalaciones dependientes de la Guardia Revolucionaria [58]. El 30 de julio de 2012, el Juez de Distrito de la Corte de los Estados Unidos, Frank Maas, le endilgó responsabilidad civil a la República Islámica, por su cooperación con al Qaeda previo al 11 de septiembre, y ordenó el pago correspondiente por daños y perjuicios ocasionados [59].

A pesar del énfasis en el poder duro que incumbe a la exportación de la revolución, el régimen iraní es ágil en el gerenciamiento del poder blando. Teherán se involucra en aspectos diplomáticos, empleando su riqueza petrolera para dispensar ayuda a naciones cuyos votos necesita en foros como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la Agencia Internacional de Energía Atómica. Asimismo, la República Islámica ha cultivado, en numerosas ocasiones, relaciones de ayuda con Sudáfrica, Nigeria y Costa de Marfil, pero supo cambiar de foco una vez que esos países se alejaron de los órganos internacionales [60].

La manera como Irán confía en la 'diplomacia de la chequera' observa repercusiones para la seguridad de los Estados Unidos. Si funcionarios en Teherán exigen altos precios para el petróleo, con miras a cosechar objetivos diplomáticos y mantener su ineficiente economía a flote, entonces las crisis que se precipiten podrían convertirse en una táctica de supervivencia económica. La amenaza de clausura o cierre del Estrecho de Hormuz puede incrementar el precio del barril de crudo en varios dólares estadounidenses por unidad. La Guardia Revolucionaria se ha obsequiado un rol central en la industria petrolera iraní, no solo en términos de desarrollo, sino de control. Ahmadinejad designó a Rostam Ghasemi como ministro del petróleo en agosto de 2011. Ghasemi se unió a la Guardia Revolucionaria en 1981, y escaló a través de los grados para convertirse, a la postre, en el conductor de Khatam al-Anbia.

La educación es también un componente importante del poder blando iraní. En Kabul, el Ayatollah Asif Mohseni -una figura respaldada por Irán, dado que sus credenciales religiosas no son reconocidas en Najaf- fundó la Universidad Khatam al-Anbia. Sus profesores son entrenados en Irán, y sus currículums y hojas de servicios derivan casi en forma exclusiva del país. En 2010, el presupuesto para esa universidad respaldada por Irán fue mayor que el presupuesto total dedicado por Afganistán a la educación.

Las autoridades revolucionarias incluso recurren a las obras de caridad y a los medios, con el objeto de expandir su influencia. La combinación entre poder duro y poder blando confluye en un "Modelo Hezbollah", en el que la Guardia Revolucionaria trabaja para debilitar a su propio gobierno, fundando un estado dentro del estado. Como en el Líbano, persigue cerrarle los caminos, a través del terror, a aquellos ciudadanos a los que no puede atraer bajo el empleo del patrocinio.

En la amplia gama de órganos dedicados a obras de caridad, el Comité de Alivio del Imán Khomeini (IKRC) es la organización líder de ayuda del régimen en el extranjero. Con activos provistos por el líder supremo, el comité esponsorea programas similares a aquellos ejecutados por organizaciones no gubernamentales de Occidente para huérfanos, personas con movilidad reducida y ancianos. También provee de alimentos, sábanas y frazadas, y combustible; esponsorea clases de computación y clínicas médicas; y ofrece préstamos a bajo interés [61]. Expande su influencia en una forma que pocas organizaciones de Occidente podrían hacerlo, esponsoreando casamientos masivos para aquellos que no pueden abonar los costos de la ceremonia, endeudándolos a perpetuidad, para beneficio de sus benefactores iraníes [62].

Mientras las actividades del IKRC pueden aparecer como benignas, su registro es más siniestro. En 1997, su representación ejecutó tareas de vigilancia en la embajada de los Estados Unidos en Tajikistán [63]. En 2010, el Departamento del Tesoro estadounidense designó a la oficina del IKRC en el Líbano como una entidad terrorista, debido a que proveía asistencia y ayuda a Hezbollah [64]. Mientras la Guardia Revolucionaria y el IKRC se beneficiaron del mismo canal, las oficinas del IKRC en Afganistán, Azerbaiján, Bosnia y las Islas Comoros proveen, con toda probabilidad, una cubierta para las operaciones de la Guardia. Lo mismo aplica para otras actividades de asistencia social. En 2009, el FBI confiscó los activos neoyorquinos de la Fundación Alavi, una repartición de caridad que gestionaba fondos y que proveía otro tipo de servicios para la República Islámica [65].

Mientras que los tomadores de decisión en los Estados Unidos minimizan actualmente las operaciones de información, los medios son centrales para la estrategia iraní. Los shiítas de Bahrein sintonizan, casi con exclusividad, estaciones de radio iraníes, y miran canales de televisión satelitales cuya transmisión se origina en Irán. Las autoridades iraníes han construído el canal de televisión Al-Alam con el fin de que transmita hacia adentro de Irak muchos meses antes de que los Estados Unidos pudieran descubrir el servicio iraquí [66]. Los estudiantes kurdo-iraquíes explicaron cómo Al-Alam distribuyó teléfonos y videocámaras a jóvenes kurdos, prometiéndoles pagarles por material registrado que Al-Alam pudiera utilizar; rara vez se observó un ataque con explosivos, una protesta, o incidente alguno que pusiera en ridículo a las fuerzas de los Estados Unidos, que Al-Alam no cubriera. La cadena de radio y televisión Ahlulbayt -respaldada por Irán- satura el norte de Irak con programación religiosa.

La República Islámica emplea la misma estrategia en Afganistán. Hasta la caída del Talibán, el comandante de la Fuerza Quds, Hassan Kazemi-Qomi, comenzó a expandir la influencia iraní en el oeste de Afganistán, estableciendo estaciones de radio y televisión [67]. Las transmisiones de Tamadon, con base en Kabul, dedican su programación a difundir la perspectiva iraní en toda la nación.
 

Evaluando las acciones iraníes y la respuesta de los Estados Unidos de América

La República Islámica no es un poder basado en el status quo. Ni los acuerdos diplomáticos ni la contención tradicional traerán consigo el fin de las amenazas que Irán representa. Para Teherán, la ideología del régimen no es negociable. En tanto continúe existiendo, la República Islámica continuará actuando con base en sus prerrogativas ideológicas de exportación de su revolución, dominando áreas que considere como "el extranjero cercano", y contrarrestando la acción de sus enemigos, en primer término, Israel y los Estados Unidos.

Los funcionarios iraníes regularmente declaman que, mientras ellos juegan al ajedrez, los estadounidenses juegan a las damas. Mientras el calendario político de los EE.UU. suele dominar a la planificación en Washington, el liderazgo iraní no debe enfrentar esas restricciones. La Guardia Revolucionaria y la Fuerza Quds exhiben un alcance global, y confrontarán a los Estados Unidos en cualquier sitio que estén, mientras puedan mantener la táctica de la negación plausible. Interpretar el comportamiento iraní desde la óptica del odio iraní podría conducir a un serio error, porque minimiza la ideología que sirve de motivación para los tomadores de decisión dentro del régimen.

Habiendo experimentado las privaciones de la guerra en su juventud, la nueva generación residente en el liderazgo del país computa que sus miembros pueden sobreponerse a cualquier tormenta. La consolidación de la influencia iraní en Irak con la retirada de los Estados Unidos compensaría el golpe estratégico que podría suponer la pérdida de Siria. Mientras que otros estados de la región simpatizan con Irán, la percepción de la debilidad estadounidense conducirá a los estados regionales a acomodarse con mayor amplitud a la República Islámica, y podría envalentonarla para actuar con mayor vigor.

Las guerras en el Medio Oriente tienen su origen no en el petróleo o el agua, sino en el exceso de confianza. En 1988, una mina iraní daño un crucero estadounidense portador de misiles. En respuesta, el presidente Ronald Reagan firmó la Operación Mantis Religiosa [Praying Mantis] para destruir la totalidad de las terminales petroleras iraníes. La Armada de los Estados Unidos diezmó a sus oponentes iraníes en la batalla, en lo que fue el mayor enfrentamiento naval de superficie de los EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial. La línea roja establecida por Reagan creó un acuerdo de entendimiento tácito que gobernaría las relaciones irano-americanas por otros quince años.

En tanto el liderazgo iraní ha concluído que podría -literalmente- salirse con la suya y asesinar en Irak y Afganistán, que las líneas rojas fijadas por Estados Unidos son efímeras, y que los EE.UU. no se encuentran preparados para detener su programa nuclear, Teherán se ha visto envalentonado. Los diplomáticos iraníes bien pueden conversar, pero las fuerzas existentes no darán espacio para ningún tipo de convenio. La Guardia Revolucionaria continuará testeando esas líneas rojas estadounidenses hasta que Estados Unidos, forzadamente, decida retroceder.

 

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* El autor, Michael Rubin, es un ex funcionario del Pentágono que realiza, principalmente, investigaciones sobre el Medio Oriente, con especial foco en Irán, Siria, la política dentro de los estados árabes, el Golfo Pérsico, Afganistán y Turquía. Rubin instruye periódicamente a funcionarios militares de carrera con miras a ser destinados al Medio Oriente, en temas relacionados con política regional. Enseña historia, cultura y política iraní a bordo de portaviones estadounidenses. Rubin ha vivido en la República Islámica de Irán, y compartido tiempo con el Talibán, antes del 11 de septiembre.

Traducción al español: Matías E. Ruiz, con permiso del American Enterprise Institute (AEI)

Link directo a la nota original en inglés y referencias en http://aei.org/outlook/foreign-and-defense-policy/regional/middle-east-and-north-africa/deciphering-iranian-decision-making-and-strategy-today/

 

Sobre Michael Rubin

Es Analista Residente en el think tank estadounidense American Enterprise Institute (AEI). Autor del libro Dancing with the Devil (publicado por Encounter, 2014). Publica también en su sitio web, en MichaelRubin.org.