POLITICA: LIC. GUSTAVO ADOLFO BUNSE

El Fantasma de Hurtolandia

Los miembros del Senado de Hurtolandia enmudecieron. Sin que nadie lo hubiera advertido, desde una soga que colgaba del centro del techo en el hemiciclo de la "Honorable Cámara" se veía descendiendo una silueta humana vestida con una toga negra, capucha y una careta de tipo veneciano de color blanco, que no dejaba ver nada de su rostro.

17 de Agosto de 2012

Los miembros del Senado de Hurtolandia enmudecieron. Sin que nadie lo hubiera advertido, desde una soga que colgaba del centro del techo en el hemiciclo de la "Honorable Cámara" se veía descendiendo una silueta humana vestida con una toga negra, capucha y una careta de tipo veneciano de color blanco, que no dejaba ver nada de su rostro.

Twitter, Lic. G. BunseUn clamor -mezcla de asombro y miedo- resonó en el recinto.

El presidente de la “Honorable Cámara”, desde su sitial, exclamó: -"¿Quién rayos es Usted?".
 
El fantasma respondió, con voz potente: -"¡Soy el dueño de Ciccone!" (su voz era firme).

Otra vez, un clamor de asombro se precipitó sobre los senadores.

-"¿Y qué hace aquí?", replicó el titular del Senado, cuya palidez ya prefiguraba un desmayo.

Amado Boudou | Perfil.com-"Pero, ¿cómo que 'qué hago'? Ustedes me van a expropiar la empresa y ni siquiera me avisaron, ni me llamaron y acaso seguramente... ni me piensan pagar".

-"¡Señor Presidente! ¡Pídale que se quite la máscara!", bramó un Senador.

-"No, no. Un momento. No se le puede exigir eso", dijo el Presidente de la "Honorable Cámara". La palidez del funcionario ya se había convertido en un rictus de terror.

El fantasma -que aún colgaba de la soga- repitió, en voz alta: -"¿Me van a pagar... o no me van a pagar?".

Una gritería invadió el recinto. 

El Fantasma de HurtolandiaQue se baje de la soga. Que le saquen la máscara. Que diga quién es. Que le paguen. Que no le paguen. Que se vaya. Que no se escape. Traigan un policía. Que venga Van der Truchen. Que lo metan preso. Que pidan el prontuario. Que le arranquen la toga... ¡Que nos haga precio!

Se oía de todo.

El Presidente del Senado yacía desmayado sobre su sitial, mientras un amanuense con rostro de reptil lo apantallaba con una mano y sostenía el vaso de agua salvadora con la otra.

Como algunos legisladores ya habían echado mano de su celular para avisar el caso a los medios y a la gente, una multitud comenzó a juntarse a las puertas del Congreso, mientras la gritería subía de tono... y mientras el fantasma seguía colgado del recinto, a media altura.

El Presidente del Senado se había despertado, aunque conservaba su palidez extrema.

El fantasma levantó su mano derecha y -señalándolo- exclamó: -"¡Usted es un terrible ladrón!". El funcionario volvió a desmayarse, ahora de modo alarmante.

Boudou y EchegarayUno de los senadores gritaba: -"¡No, señor! ¡Es Chirac! ¡Es Sarkozy! ¡Es Gandhi! Hasta que termine su mandato, ¡no podemos exigirle nada!".

El fantasma comenzó a convulsionarse de risa y, progresivamente, una carcajada siniestra que resonaba en las paredes empezó a subir de volumen. Afuera, en la calle, la muchedumbre ya había empezado a corear: "¡Fantasma! ¡Fantasma! ¡Fantasma!" (Se trataba de una ovación).

El fantasma de Hurtolandia ya era más famoso que cualquiera. Arribaban camiones y ómnibus escolares atestados de gente, con pancartas que exhibían la figura del aparecido. Dos paramédicos vestidos de verde se llevaron en una camilla al Presidente del Senado con una máscara de oxígeno en su rostro.

El escándalo y la gritería habían crecido de tal forma en Hurtolandia que, enterada la Reina, salió de su despacho y exclamó: -"¡Que lo atrapen y que se lo lleven urgente fuera de la Comarca!". Como en la célebre novela de Gastón Leroux, el pobre fantasma del Senado de Hurtolandia fue capturado.

El enemigo -o bien sus sombras-, a estas alturas, comienza a aparecer por todas partes. Y, cuando se llega al extremo de creer que está mezclado en la propia tropa, se inicia un proceso de desintegración configurada por una psicosis sin retorno.

Da inicio el reemplazo de lealtades por terror. Se cambia eficiencia por incondicionalidad y se descarta a todo sospechoso que obstruya el arrasamiento en marcha. Y allí viene lo peor...

La delación, la obsecuencia, el miedo, la estigmatización, la venganza y el odio marcan el camino de una sociedad atónita y sin valentía.

CFKLos vapores de precolapso de un pináculo ya acorralado, y la hipótesis de extinción violenta del dominio absoluto, les quitan la sangre de la cabeza. Y lo que sobreviene, es exactamente eso: el mareo y la ceguera. Componentes esenciales de los vapores del precolapso.

Acaso ha de ser éste un modo feliz y agradable de seguir viviendo sin importarle un bledo a nadie, en lo que respecta al devenir de la Nación ni la huella histórica de nuestra conciencia crítica... ni mucho menos cualquier sueño de grandeza.

Quien esto escribe se permite expresar aquí -en forma airada- una queja sonora frente a la decadencia del arte de mentir que se ha visto en estos años entre toda la caterva de fabuladores que acompañan en su gestión a la Reina y su séquito. La mentira juiciosa no fue suficientemente cultivada en esta gestión. Y el propio Presidente del Senado de Hurtolandia debe pensar ahora que, acaso una mentira torpe, poco científica, es tan ineficaz como decir la verdad.

Y también la Monarquía, aún dentro de su enorme brutalidad -y contando siempre con una formidable buena suerte- trabajó, muy arduamente y sin ningún brillo, en el arte de la mentira silenciosa:

Trátase del engaño que uno no expresa pero que se comunica, simplemente, manteniéndose quieto. Ocultando, así, la verdad.

Muchos defensores obstinados y santurrones de la verdad se entregan a este exceso, imaginando que, si no pronuncian ninguna mentira, entonces no mienten en absoluto.

La liturgia de la "gran familia" del Parlamento de Hurtolandia había sido -tal como la de la Reina- mentir. Pero mentir mal.   

En consecuencia, lo más sensato debería ser instar a todos a mejorar, es decir, a mentir de un modo reflexivo, juicioso e inteligente, inspirándose en "nobles objetivos" que sirvan de guía. Para seguir siendo libres de la rancia y pestilente verdad que echa a perder la gestión por culpa de los brutos sin cerebro. Mediocres que mienten mal y que, un buen día -por culpa de un fantasma- son descubiertos.


Lic. Gustavo Adolfo Bunse | El Ojo Digital Política
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