La notable historia del renacimiento económico de Chile
Hace treinta años, Chile era un desastre. El gobierno socialista de la década de los setenta había destruido la economía y desestabilizado la sociedad, conduciendo a un descontento social y a un golpe militar. Dada la preocupante situación, no debería sorprender que la economía chilena estaba moribunda y que otros países latinoamericanos como México, Venezuela y Argentina, superaban fácilmente su producción per cápita.
Dan Mitchell es académico titular del Cato Institute.
Julia Morriss estudia Leyes y Sociedad en American University.
Hace treinta años, Chile era un desastre. El gobierno socialista de la década de los setenta había destruido la economía y desestabilizado la sociedad, conduciendo a un descontento social y a un golpe militar. Dada la preocupante situación, no debería sorprender que la economía chilena estaba moribunda y que otros países latinoamericanos como México, Venezuela y Argentina, superaban fácilmente su producción per cápita.
Hoy, en cambio, Chile ha sobrepasado a Argentina para convertirse en la nación más rica en toda América Latina. Durante tres décadas, ha sido la economía con mayor crecimiento en la región. La pobreza ha caído dramáticamente y los estándares de vida se han elevado notablemente.
Veamos cómo Chile se convirtió en el Tigre Latino.
La reforma de pensiones es la reforma más destacada en Chile. Desde principios de la década de los ochenta, a los trabajadores se les ha permitido colocar 10 por ciento de su ingreso en una cuenta individual para su jubilación. Este sistema, implementado por José Piñera, ha sido notablemente exitoso, reduciendo la carga de impuestos y del gasto y aumentando el ahorro y las inversiones, mientras que también ha producido un aumento de entre 50 y 100 por ciento en los beneficios de jubilación. Chile es ahora una nación de capitalistas.
Pero se requiere más de una reforma de prestaciones sociales, sin importar qué tan impresionante sea esta, para convertir a una nación en una historia de éxito económico. Lo que hizo de Chile algo especial fue la liberalización económica en varios sectores. Este cuadro, basado en las cinco variables claves del Índice de Libertad Económica del Fraser Institute, muestra cómo Chile se movió en la dirección correcta a través del tiempo.
En lo que concierne la tributación de los negocios, las ganancias retenidas solían ser tributadas en alrededor de un 50 por ciento, pero la tasa tributaria se redujo a un 10 por ciento en 1984. No se ha mantenido a ese nivel bajo, pero la tasa se ha mantenido por debajo de un 20 por ciento, así que el sistema tributario no es un obstáculo importante a la producción y las empresas tienen la libertad de invertir más. El puntaje de Chile en el área de tamaño del gobierno muestra una mejora significativa desde 1975. La reforma de pensiones presumiblemente ayudó, como también lo hicieron las reformas que redujeron la tasa tributaria máxima de 58 por ciento en 1980 a 40 por ciento en 2005. Pero incluso esa tasa de 40 por ciento no refleja todos los beneficios de la reforma. Las franjas para el impuesto sobre la renta personal fueron ampliadas, ayudando a muchas personas a proteger más de su ingreso del gobierno y los inversores y empresarios se pueden beneficiar de tasas impositivas más bajas cuando establecen nuevas empresas.
Como era de esperar, las tasas impositivas más bajas generaron muchos beneficios. Chile eliminó muchas de las lagunas en el código tributario que favorecían a ciertos grupos de interés y fomentaban decisiones económicas ineficientes. La evasión tributaria disminuyó significativamente porque las empresas no tenían que pagar tanto y sus impuestos se volvieron menos complicados. De hecho, el gobierno obtuvo más ingreso total debido a una menor evasión tributaria. De acuerdo a la información de Friedrich Schneider acerca de las economías informales (midiendo “la producción legal basada en el mercado de bienes y servicios que son deliberadamente escondidos de las autoridades públicas”), Chile tiene la economía informal más pequeña en la región, con un puntaje promedio nacional de 20,3. En cambio, Colombia tiene un puntaje de 41, México de 30,2, El Salvador de 47,4, Ecuador de 36,6, y Brasil de 40,5.
El anterior ministro de finanzas de Chile, Hernán Büchi, escribió un libro acerca de la transformación de Chile y él describe un plan de privatización masiva que generó beneficios sustanciales. Algunas de sus mayores ventas incluyeron la del distribuidor de combustible Copec, la principal empresa eléctrica Endesa, las empresas de telefonía y de acero, y algunos de los bancos, los cuales recibieron inversores privados. Las empresas recientemente privatizadas tuvieron muchas más oportunidades para desarrollarse y expandirse, las exportaciones aumentaron y las nuevas empresas empezaron a crecer.
Ayudado por la privatización de estas empresas, Chile mantiene un puntaje relativamente bueno en el área de derechos de propiedad. Esto ha sido especialmente evidente en el sector minero. Büchi menciona cómo los inversores privados ingresaron al país y los costos de producción cayeron conforme la producción aumentó. Esto fue visto alrededor del país a medida que los mercado fueron desregulados y los derechos de propiedad eran protegidos.
El puntaje en el área de acceso a dinero sólido mejoró dramáticamente entre 1980 y 2010 conforme la inflación disminuyó a menos de 5 por ciento y la libertad de tener cuentas bancarias en el extranjero aumentó.
Además de expandir la libertad de moneda extranjera, Chile también mejoró su puntaje en libertad para comerciar a través de fronteras. Los aranceles sobre las exportaciones, anteriormente un obstáculo oneroso, fueron en gran medida eliminados, permitiendo que la competencia extranjera ingresara al mercado. De acuerdo a Büchi, el ahorro doméstico ha aumentado a 18 por ciento y el arancel promedio se redujo de 105 por ciento a 57 por ciento. En 1979 se estableció un arancel uniforme de 10 por ciento. Büchi indica que como resultado de estas reformas, las exportaciones de Chile pasaron de $3.800 millones a $8.100 millones entre 1985 y 1989.
La carga regulatoria también se redujo. El Banco Mundial reporta que solía tomar hasta 27 días crear una nueva empresa en Chile; ahora toma siete días. Büchi menciona que la inversión aumentó de 11,3 por ciento del PIB en 1982 a 20,3 por ciento en 1989. El ahorro nacional también aumentó durante ese período, de 2,1 por ciento del PIB a 17,2 por ciento. Conforme las empresas contaban con más libertad para expandirse y desarrollarse, Chile tuvo más innovaciones con mayores ganancias y ahorros.
¿Qué significa todo esto? Observemos más de cerca la producción económica per cápita en las principales naciones latinoamericanas. Como pueden ver, Chile estaba cerca de la cola en 1980 y ahora está a la cabeza.
Esto ha significado algo bueno para todos los segmentos de la población. El número de personas que viven debajo de la línea de la pobreza ha caído de 40 por ciento a 20 por ciento entre 1985 y 1997 y luego a 15,1 por ciento en 2009. La deuda pública ahora está por debajo de 10 por ciento del PIB y después de 1983 el PIB creció a un promedio de 4,6 por ciento anual. Pero el crecimiento no es una ocurrencia aleatoria. Chile ha prosperado porque la carga del gobierno se redujo. Chile ahora está posicionado como el país más libre en la región y como la séptima economía más libre del mundo, incluso por delante de EE.UU.
La lección de Chile es que los mercados libres con un gobierno limitado son una receta para la prosperidad. La clave para otras naciones en vías de desarrollo es descifrar cómo lograr esos beneficios sin primero atravesar un período de tiranía socialista y dictadura militar.
Este artículo fue publicado originalmente en The Daily Caller (EE.UU.) el 18 de julio de 2012.