INTERNACIONALES: POR FRANCISCO ALARCON

Venezuela: el candidato bipolar

Cuando Teodoro Petkoff dice que Chávez no debe ser candidato, es de suponer que tiene razón, a menos que le hagan una evaluación en el Hospital Padre Machado que certifique la objetividad de su enfermedad y sus perspectivas reales de vida.

30 de May de 2012

Cuando Teodoro Petkoff dice que Chávez no debe ser candidato, es de suponer que tiene razón, a menos que le hagan una evaluación en el Hospital Padre Machado que certifique la objetividad de su enfermedad y sus perspectivas reales de vida. Hasta ahora, hemos visto a un Presidente candidato con rasgos bipolares: refiere un día que está totalmente curado por un milagro de José Gregorio Hernández y por la mediación de las siete potencias africanas, espíritus de la sabana y hasta de los Santos. Que, por complacencia de algunos curas, se han prestado para hacer ver que esta extraña mixtura de ensalmos, junto con ruegos a Papa Dios y a su séquito es lícita.

Empero, el Cardenal Urosa lo aclaró: una cosa es la brujería y otra la iglesia, y no se puede estar al unísono con ambas, ni engañar a la gente atribuyéndose milagros que no los hubo, ni probablemente habrá. Bueno, pero el problema no son los Santos a quienes han involucrado, sino los curas desvergonzados Hugo Chávez Fríasque se han prestado en contra de los principios de la iglesia cristiana.

Así como sucede con los borrachos: existen casos graves en que la ingesta alcohólica es diaria, y leve cuando se exceden en la bebida contadas veces y cometen incordios.

Si Chávez ensaya -según sus cuentas- ser candidato por tercera vez, hay que concluir que, de ocurrir tal adefesio, serian veinte años en el poder. Pero el presidente exhibe una enfermedad terminal, a pesar de no haber sido certificada de manera oficial y solo con diagnósticos a distancia. A veces, se lo observa con un semblante que a veces denota gravedad y otras, saludable. Es menester que sea revisado diligentemente porque los venezolanos nos estamos jugando la vida, de la misma manera que Venezuela.

Si llegara a vencer, la ruina nos alcanzará de sopetón y no habrá forma de pagar las misiones, empleados públicos y pensionados. Pero ya estaremos montados en el burro. La pobre y otrora augusta PDVSA habrá fenecido y descollarán sus siglas en el recuerdo de los compatriotas de lo que fuera su empresa señera, que nos mantuvo por luengos años, no obstante la pésima administración de los camaradas.

Y la evaluación al candidato oficialista debe realizarse rápido. Eso no le pertenece a su discrecionalidad, el dar partes médicos sin respaldo serio.

Vale presuponer que los camaradas conocedores de la verdad no tienen que esperar se filtren las informaciones, y deben estar muy preocupados; desconocemos si esos afiches que emergieron por ahí de Diosdado Cabello antes de tiempo, estén anunciando una confidencia nueva. Mientras del otro lado estamos los opositores con nuestro lema “Capriles somos todos”, y confiados que esa campaña puerta a puerta tendrá sus resultados positivos. Aún cuando el oficialismo esté regalando neveras, cocinas y apurando las obras que dejaron de hacer en trece años.

Ese fraude continuado -tal lo denunciara Tulio Alvarez- es la causa real para que los encuestadores le rebusquen una formula mágica que evidencie el “amor” de Chávez por su pueblo, o para que algunos partidarios (aparentemente de este mismo bando) hablen incongruencias, y enviando telegramas casi a diario acerca del “muchacho” que hoy nos tiene ilusionados, y de quien esperamos será el próximo presidente de la republica.

Versados en las creencias de este pueblo, apersonándose en sus hogares para conocer de cerca sus reales necesidades, aunque Hugo Chávez les regale la cocina, la nevera y lavadora, cuestión que no nos parece injusta después de tantos padecimiento. Que aprovechen todo lo que lícitamente puedan obtener para mejorar su calidad de vida, y culminen consolidando ese avance, votando por el “muchacho” que quiere ser presidente como lo manda Dios.

Por Francisco Alarcón, para El Ojo Digital Internacionales