ECONOMIA INTERNACIONAL: POR PIERRE LEMIEUX

Estados Unidos y Europa, cada vez más parecidos

Tanto los estadounidenses como los europeos se alegran de forma perversa criticando el sistema de bienestar social del otro. Según el europeo típico, el sistema estadounidense deja a los pobres y a los adultos mayores expuestos al hambre, a un refugio mínimo, y a una atención médica precaria.

08 de May de 2012

Pierre Lemieux es un economista afiliado al Departamento de Ciencias Administrativas de la Université du Québec en Outaouais y autor de Somebody in Charge?: A Solution to Recessions (Palgrave-MacMillan, 2011).

Tanto los estadounidenses como los europeos se alegran de forma perversa criticando el sistema de bienestar social del otro. Según el europeo típico, el sistema estadounidense deja a los pobres y a los adultos mayores expuestos al hambre, a un refugio mínimo, y a una atención médica precaria. La mayoría de estadounidenses, por el otro lado, considera que los beneficios sociales de los europeos son tan costosos, y los impuestos para solventarlos tan altos, que hay poco incentivo para que los europeos trabajen o sean emprendedores.

Dejaré que otros comprueben esas descripciones. Lo que quiero destacar es cuán pequeña es la diferencia que existe entre los estados de bienestar de EE.UU. y Europa.

El Cuadro 1 compara los gastos por función como una proporción de los gastos totales del Estado (en todos sus niveles) para 10 países de la Eurozona (Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Portugal y España —llamémoslos en conjunto como los Euro10) y EE.UU. en el año anterior a la Gran Recesión. Los demás países de la Eurozona están excluidos porque, en la mayoría de los casos (como Grecia), no hay información disponible. Los números son sorprendentes.

Es cierto que si se observan únicamente los gastos en previsión social —seguro de discapacidad y pensiones para la vejez, pagos de asistencia Gasto público por funciónsocial, seguro de desempleo, asistencia para obtener una vivienda, y programas de apoyo a los ingresos— los Euro10 gastan el doble (40%) que los gobiernos de EE.UU. (19%). Sin embargo, el apoyo al ingreso monetario es solo una de las funciones del Estado de Bienestar. Otra función importante es la asistencia sanitaria, y en este aspecto, los gobiernos estadounidenses gastan 50% más de sus presupuestos (principalmente en Medicaid y Medicare) que los Euro10 —21% contra 14%.

El gasto público en educación también puede ser considerado como una función del Estado de Bienestar. Una mayor parte del presupuesto está destinada a esta función en EE.UU. (17%) que en los países Euro10 (11%).

Al sumar todas estas funciones del Estado de Bienestar —previsión social, salud y educación— obtenemos un total de gastos (la línea 11 del cuadro) del 65% del presupuesto de los países Euro10 contra un 57% para EE.UU. —una diferencia muy pequeña.

La brecha se reduce aún más cuando tomamos el promedio no ponderado de los países del Euro10. Este enfoque reduce la influencia de los países grandes como Francia y Alemania, que tienen un mayor gasto público, pesan más en el total y podrían ser una mala representación del típico país europeo. Podemos calcular que el estado europeo típico gasta 63% de su presupuesto en funciones que corresponden a un Estado de Bienestar. De manera que solo una diferencia seis puntos porcentuales (63% vs. 57 %) separa la porción del dinero del Estado gastada en funciones que corresponden al Estado de Bienestar en el tradicional país europeo y en EE.UU.; o, podríamos afirmar, que el Estado de Bienestar europeo es solamente 10% más grande que el estadounidense. Existe incluso un país europeo con un gasto menor en el Estado de Bienestar que EE.UU.: la relación es de 52% en Portugal.

Estos resultados requieren algunas salvedades. Dado que los gastos totales del promedio de los estados del Euro10 corresponden a una mayor proporción del PIB que los gastos del Estado en EE.UU., la brecha se amplía en Europa cuando los gastos del Estado de Bienestar se comparan directamente con el PIB. Se puede calcular que (en 2007), los gastos del Estado de Bienestar como han sido definidos anteriormente constituyeron 30% del PIB en los países Euro10, comparado con 21% en EE.UU. La brecha de 10% calculada previamente se amplía de esta manera a una diferencia de 43%. Además, la cultura política se mantiene con una menor tendencia hacia el Estado de Bienestar en EE.UU. que en Europa. El Estado de Bienestar estadounidense está lejos de ser destruido, pero se podría decir que el vaso está medio lleno.

El crecimiento de la bestia

Nada de esto es sorprendente dado el enorme crecimiento del Estado de Bienestar estadounidense desde la Gran Depresión.

Podemos echar un vistazo a este crecimiento considerando la evolución de los beneficios sociales entregados a las personas, como se muestra en el Gráfico 1. Estos datos de la Oficina de Análisis Económico de EE.UU. (BEA, por sus siglas en inglés) comprende principalmente gastos público en el seguro social, Medicare, Medicaid y subsidios de desempleo; no incluye educación y, en general, tiene una cobertura menor que el análisis comparativo de la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo. La ventaja de la información sobre los beneficios sociales de la BEA es que se remonta a 1929, mucho antes que otras series de datos disponibles. El Gráfico 1 muestra la proporción de estos gastos, tanto en relación al PIB (curva inferior) como al total del gasto público (curva superior). Los dos indicadores por lo general se mueven juntos.

Desde 1929 (el año en que comenzó la Gran Depresión) a 1933 (el punto más bajo de la Depresión), la proporción de prestaciones sociales a las personas se triplicó. Tanto la caída del PIB como el aumento en la cantidad de beneficios sociales explican esta evolución. Sin embargo, la cantidad Evolución de prestaciones sociales para personasde beneficios sociales en dólares (no mostrada en el gráfico) aumentó en más de 40%, lo que corresponde a un aumento aún más pronunciado en dólares constantes a medida de que los precios disminuían durante la depresión. Desde este punto de vista, el Estado de Bienestar estadounidense nació bajo la administración de Herbert Hoover y luego se consolidó con Franklin D. Roosevelt, cuando los gastos de prestaciones sociales se duplicaron en poco tiempo. Para 1936, habían alcanzado 3,2% del PIB, cuatro veces lo que habían sido en 1929.

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, las prestaciones sociales a las personas crecieron nuevamente por los beneficios a los veteranos. Con altos y bajos causados principalmente por el ciclo económico, la relación se mantuvo más o menos constante hasta mediados de la década de 1960. Para ese momento, los beneficios a los veteranos habían comenzado a amainar, pero el sistema de seguridad social, creado en 1935, había comenzado a crecer.

El Gráfico 1 muestra claramente la tercera etapa de crecimiento de los beneficios sociales, desde mediados de 1960 a mediados de 1970, cuando la relación de estos beneficios con el PIB se duplicó nuevamente. Entre 1965 y 1975, las prestaciones sociales pagadas por el Estado a ciudadanos en EE.UU. aumentó del 4,7% del PIB al 10%.

El Estado de Bienestar estadounidense creció más lentamente entre mediados de la década de 1970 y al comienzo de la Gran Recesión de 2007-2009. Sin embargo, la relación de beneficios sociales con el PIB se mantenía en una tendencia ascendente y alcanzó el 12% en 2007. Dado que el PIB creció rápidamente durante ese período, el lento crecimiento puede observarse mejor en la relación de beneficios sociales a los gastos totales del gobierno, que aumentó de 33% a 38% entre 1975 y 2007.

La Gran Recesión fue otro período de crecimiento para el Estado de Bienestar estadounidense. En 2010, las prestaciones sociales pagadas a individuos creció a más de un 15% del PIB. Por cada dólar producido y ganado en la economía, el Estado estadounidense tomó 15 centavos en impuestos y los redistribuyó en apoyo directo a algunos individuos.

En términos generales, las diferencias entre Europa y EE.UU. son a menudo exageradas, como lo demuestra Peter Baldwin en su libro de 2009, The Narcissism of Minor Differences: How America and Europe Are Alike, an Essay in Numbers (Oxford: Oxford University Press) [El narcisismo de las pequeñas diferencias: Cómo EE.UU. y Europa se asemejan, un ensayo en números. Por ejemplo, el 10% de los contribuyentes más acaudalados pagan una proporción mayor de impuestos en EE.UU. que en la mayor parte de los países europeos, y estos impuestos son mucho más progresivos en EE.UU. que en la mayoría de estos países.  

He mostrado como los estados de bienestar en ambos lados del Atlántico se asemejan. Las similitudes a menudo se vuelven más llamativas si, en lugar de comparar la totalidad del diverso EE.UU. con Europa, comparamos los estados estadounidenses de forma individual con los países europeos. Por ejemplo, los salarios mínimos (estimados en dólares estadounidenses con paridad del poder adquisitivo) en Washington, Oregon, Connecticut y Vermont son superiores que en la mayoría de los principales países europeos; Maine no está muy lejos de Francia.

Nuevamente, sin embargo, el vaso está medio lleno, ya que el Estado de Bienestar se enfrenta a un mayor desafío político en EE.UU. que en Europa.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la revista Regulation (EE.UU.) del Cato Instiute, edición de primavera de 2012.

Por Pierre Lemieux - The Cato Institute