POLITICA: POR EL LIC. GUSTAVO ADOLFO BUNSE

El escayolador y su Reina

¿Se habrá dado cuenta ella -en medio de sus vapores de vanidad- de que al país le está haciendo ruido su viga maestra? ¿Habrá percibido que impera una sensación de descalabro e indefensión en la sociedad toda, que hace flotar un clima de precolapso moral?

28 de Marzo de 2012

¿Se habrá dado cuenta ella -en medio de sus vapores de vanidad- de que al país le está haciendo ruido su viga maestra?

¿Habrá percibido que impera una sensación de descalabro e indefensión en la sociedad toda, que hace flotar un clima de precolapso moral?

Lic. Gustavo Bunse, Twitter oficialEs evidente que sí. Algo debe haber olfateado.

Sus últimos “atriles” denotan el enorme calibre de sus improvisaciones, sus inauditas postergaciones y sus infantiles simulaciones.

Como si cada día le enyesaran una parte, el país se parece mucho a un pobre cuerpo escayolado por etapas.

Una especie de personaje condenado en el Egipto de Tutmosis II, a quien están sometiendo -en vida- a un proceso de momificación muy lento.

Una silueta que se mueve cada vez con mayor dificultad y que, con las inmovilizaciones periódicas que va recibiendo, aún se arrastra...

Una verdadera explosión volcánica de prohibiciones, interdicciones y trabas empieza a derramar sus cenizas sobre quienes hemos leído la Constitución Nacional, dejándonos a todos estupefactos.

Es por algo... de lo que nadie habla.

Se percibe una crisis... hay un precolapso. Se huele, se respira, se sabe y se oye en cada diálogo cotidiano. Y, lo que es más grave, circula ya con un miedo metafísico terrible. Porque a cualquiera le cabe que puedan aplicarle el nuevo aborto de la naturaleza denominado Ley Antiterrorista.

A cualquiera, y bajo cualquier excusa...

Pues, para eso se ha confeccionado esa ley. Precisamente, para poner a raya la crítica, la libertad de acción y la libertad de la palabra.

Frente a un panorama de crisis, tal como le ha enseñado su difunto esposo, ella reacciona del peor modo: a) con agresión; b) con desdén.

Como marco para este escayolamiento, otra vez ha caído sobre la sociedad una niebla de inseguridad pública que atraviesa a todos y que se suma a la referida Ley Antiterrorista, pero no para que los delincuentes se sientan amenazados por ella. No. Pues esa ley no es para ellos.

Para ellos, no se hizo ninguna nueva.

Ella reforma todo. Su rostro, sus carteras, su cuenta en Suiza. Todo.

El Código Civil. El Documento Nacional de Identidad. Los vuelos a Malvinas. Todo.

Pero el Código Penal, que ahora podría cambiarlo de un plumazo, no.
Ese no. A ese, lo deja igual.

No vaya a ser cosa que los delincuentes dejen de votarla y, por esa única razón, pierda gratuitamente una parva de apoyos.
 
Jamás ella va a condenar la grave inseguridad pública que por enésima vez se perpetra bajo sus narices, como si fuera un hábito galvanizado al amparo de sus caprichos.

Para que lo haga, debería ocurrir algún episodio en el seno de su propia familia.

¿Hará falta que se le metan en la casa de un ministro o, peor, que la intercepten a la esposa, la violen... y le manden lo que quede de sus hijos en una caja de zapatos?

La República, sin contrapoderes, navega al garete.

Los otros dos poderes del Estado se encuentran bajo su férreo control...

Y, con este  panorama, el evidente sistema feudal en el que nos hemos convertido, se puede observaar en todo su esplendor.

Todos los discursos de sumidero que le han quedado como reserva a esta mujer -después de ya casi nueve años- continúan siendo una espantosa pieza retórica sin el menor lustre.

Casi un gongorismo en su faceta más absurda.

El infernal incremento de su patrimonio ya atrae la mirada de los periódicos internacionales. Cuando se encontró con las cuentas de su marido, ni siquiera atinó a pensar que eso no era normal.

No. Lo que se le pone adelante recibe el tratamiento de una Caterpillar.

Ha heredado una cantidad extravagante de dinero y bienes. Y es obvio que jamás se pregunto de donde salía... De cuál lugar surgía el dinero a raudales que, diariamente, era arrojado al cubrecama de su alcoba.

Ha echado mano del centro del poder, disponiendo indiscriminadamente de las raíces más profundas de la información del Estado.

Llevó la retórica a un grado paroxístico.

Lo retórico, como máscara, le sirvió siempre para huir de lo esencial y para no ofrecer un bledo en materia estructural.

Se reduce a arrojar a toda la sociedad, como un  goteo, la repetición de cien vulgaridades, con la banalización de la muerte en una masacre y con el fomento de la ignorancia de cualquier plan correctivo.

Por eso, el discurso sigue siendo, cada vez, el mismo de antes:

Un catálogo de expresiones de deseo, un listado de “buenas intenciones” que son la careta de la nada. Es la “retórica” de la familia.

Para escayolar la República, tiene a un escayolador.

El escayolador es un tipo vulgar. Un homínido sin luces.

Un autómata que ejecuta sus órdenes como Secretario de Precios y como verdugo ambulatorio, para arrasar el ejercicio de la libertad de comerciar que otrora consagrara la Constitución.

Un insultador con perdigones, a cualquier nacionalidad, discriminador a quien sea gordo, o que exhiba facetas antropométricas que a él le repugnan.

Vituperador de gobernadores rastreros, incapaces de reaccionar.

Descalificador de vidas y haciendas. Acróbata de la ordinariez.

Un escayolador que se encuentra más allá de su graciosa contorsión obediente. Más allá de su ridiculez operativa... Que sueña con un imperio devastado por sus designios más allá de sus gritos de mercader de la infamia... Y es un mero brazo ejecutor de las órdenes de la Reina. Hábil para concentrar culpas que -en rigor- le corresponden íntegramente a ella.

Es un adalid non sancto de una política de filibusteros del poder, un advenedizo con una aparatosa perspectiva de mujaidín que necesita dar ese perfil un poco más. Sabiendo que de ese palio no se retorna fácil.

Así, pues, viola la ley, viola la Constitución... y viola su propia dignidad.

Pues ella lo comanda con un joystick.

Y lo observa, orgullosa, desde el fárrago de anuncios que nos escupe a borbotones. Prometiendo remediar problemas, sin mover uno solo de ellos. Y lo hace, batiendo todos los récords de los grandes anunciantes de ilusiones. Riega a la sociedad y la satura con anuncios que nadie se ocupará de verificar, desde créditos hipotecarios a precio de alquiler hasta inversiones llovidas a raudales por la munificencia mas extraña.

Es la técnica extremadamente fácil de los fabuladores.

No exenta, sin embargo, de una impresionante subestimación de la gente.

No exenta, sin embargo, de un sufrimiento mayúsculo que, al soportar al escayolador...

... se lleva puesta a la sociedad... en pedazos.




Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse, para El Ojo Digital Política
e-Mail:
gabunse@yahoo.com.ar
Twitter: http://twitter.com/gbunse
 

Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse, para El Ojo Digital Política