ECONOMIA INTERNACIONAL: POR EL DR. J.D. FOSTER

¿Reconoce el Washington Post el fracaso del estímulo keynesiano?

¿Un gasto deficitario sin precedentes estimula la economía, como, por ejemplo, en carreteras? Durante los últimos años, algunos han argumentado que ese gasto sí podría estimularla. Algunos han argumentado que sería posible. Algunos han argumentado que sí, pero si se hace bien.

08 de Marzo de 2012

Pero nosotros, en Heritage, siempre hemos sostenido que sería todo un fracaso gastar deficitariamente en carreteras, o en cualquier otra cosa, con la intención de subir la demanda agregada y para que, como consecuencia, creara puestos de trabajo, . La evidencia económica demuestra que nosotros estábamos en lo cierto y ahora se nos une un ilustre trío: El periódico Washington Post, la agencia de noticias Associated Press y la respetada Alice Rivlin, exdirectora de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) y de la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca (OMB).

La edición del lunes del Washington Post llevaba una noticia con origen en la Associated Press, titulada “Highway bills pitched as by lawmakers as job creators, but are they really? Economists say no(Los proyectos de ley para carreteras vendidos por los legisladores como creadores de empleo, ¿lo son en realidad? Los economistas dicen que no).

EconomíaTenga en cuenta sobre todo el tema del artículo: el gasto federal en carreteras. Si alguna vez hubo un asunto con más atractivo para recibir dinero de estímulo, era el gasto en infraestructura, especialmente en fondos para carreteras. Recuerde, estos fueron algunos de los proyectos de “rápida implementación” del presidente Obama que resultaron no ser tan rápidamente implementables, como después admitió él mismo.

¿Qué salió mal? ¿Por qué esto no es estímulo a corto plazo? La muy respetada Rivlin lo explicó clara y concisamente: “Las inversiones en infraestructuras, si están bien diseñadas, deberían considerarse inversiones en el crecimiento futuro de la productividad”.

Exactamente: crecimiento futuro de la productividad.

Ella llegó a decir que si las inversiones en infraestructuras “aceleran la prestación de bienes y personas, sin duda lo harán. Asimismo, crearán puestos de trabajo, pero no necesariamente más puestos de trabajo que la misma cantidad de dinero gastado en otras formas”.

Exactamente: un dólar que se gasta es un dólar que se gasta. Un trabajo ganado aquí es un trabajo perdido allá.

Esto habla de un viejo defecto en los argumentos en favor del gasto en carreteras. Los proponentes argumentan que este gasto genera decenas de miles de puestos de trabajo y están en lo cierto pero a medias. La otra mitad de la verdad es que decenas de miles de puestos de trabajo no se crean (ni se salvan) sustrayendo el dinero  para el gasto en carreteras de otras áreas de la economía. El argumento válido sobre el gasto en infraestructura es el siguiente: Si se hace bien, aumentará el crecimiento futuro de la productividad, no el crecimiento actual del empleo.

La falla central –la esencial alquimia fiscal del estímulo keynesiano– es la creencia de que el gobierno puede aumentar el gasto total en la economía mediante el endeudamiento y el gasto. Lo que ignoran los keynesianos es que tenemos mercados financieros, cuyo trabajo en las buenas y en las malas, es ante todo hacer que el dinero cambie de manos, que pase de ahorradores a inversionistas, desde aquellos que tienen dinero que no quieren gastar hoy hasta aquellos que tienen necesidad de pedir prestado para gastar tanto como les gustaría, ya sea en equipos para un nuevo negocio, una casa o un automóvil.

No hay grandes sumas de “fondos excedentes” simplemente guardados en los cajones de los bancos en espera de que el gobierno pida prestado y se los gaste. El endeudamiento del gobierno significa que hay menos dinero disponible para que el sector privado gaste. Por eso cuando aumenta el gasto deficitario del gobierno, disminuye el gasto privado dólar por dólar. En términos generales, los recursos de Estados Unidos no se gastan muy atinadamente y la deuda federal es inequívocamente mucho mayor.

Si el pasado es prólogo, la obsesión actual con el gasto deficitario keynesiano como estímulo desaparecerá, como siempre lo ha hecho en el pasado, tanto en este país como en otros lugares. Tal vez este sencillo artículo del Washington Post marque el comienzo del fin de la más reciente encarnación de este disparate fiscal.

 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.

 

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