INTERNACIONALES: POR JAMES PHILLIPS

Los próximos pasos de EE. UU. ante la crisis siria

El régimen del presidente sirio Bashar al-Asad, que ha hecho la guerra a sus propios conciudadanos, ya perdió cualquier legitimidad que alguna vez haya tenido. Estados Unidos, de forma correcta, ha exigido a Asad que abandone el poder. Su régimen ha apoyado a numerosos grupos terroristas...

21 de Febrero de 2012

El régimen del presidente sirio Bashar al-Asad, que ha hecho la guerra a sus propios conciudadanos, ya perdió cualquier legitimidad que alguna vez haya tenido. Estados Unidos, de forma correcta, ha exigido a Asad que abandone el poder. Su régimen ha apoyado a numerosos grupos terroristas palestinos, libaneses, iraquíes y kurdos cuando han atentado contra los americanos y sus aliados; ha subvertido la independencia del Líbano; ha asesinado a sus líderes y bloqueado las iniciativas árabes de paz con Israel y sigue siendo un estado patrocinador del terrorismo así como el aliado más importante de Irán. Teherán ha enviado a miembros de la Fuerza Quds, un elemento de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, para ayudar a aplastar la disidencia desde dentro del país. Esto hace que se plantee la pregunta sobre cuál es el papel que pueden jugar Estados Unidos y otras naciones para ayudar a traer libertad a Siria.

Estados Unidos puede jugar un papel constructivo en el conflicto respaldando la entrega de ayuda humanitaria. Estados Unidos también debería trabajar estrechamente con socios en la región, especialmente Turquía, tanto para ayudar a acelerar la transición a un nuevo y legítimo gobierno como para continuar la presión diplomática y las sanciones internacionales contra el régimen de Asad.

Sin embargo no se justifica una intervención militar directa de Estados Unidos. En este punto, una “fuerza de pacificación” foránea simplemente se vería involucrada en el conflicto como combatiente. Eso podría aumentar el sufrimiento del pueblo sirio que no acabará mientras Asad se mantenga en el poder.


La violencia, en aumento

En los últimos días, el régimen de Asad ha puesto en marcha brutales ataques militares contra bastiones de la oposición, en particular sobre la ciudad de Homs, pero parece estar perdiendo terreno frente al creciente movimiento de oposición sirio. Las fuerzas internas de seguridad sirias se encuentran al límite y su ejército que se desangra por miles, con los sunitas principalmente desertando. El régimen es cada vez más dependiente de la élite de la Cuarta Brigada Blindada y de los Guardias Republicanos, comandados por Maher, el hermano de Asad. Aunque el régimen ha matado a más de 7,000 personas (en su mayoría manifestantes desarmados), ha encarcelado más de 10.000 personas y miles más han “desaparecido”, la oposición no se ha echado atrás en su exigencia de que el presidente Asad renuncie.

Los 22 miembros de la Liga Árabe enviaron una misión de observadores a Siria que se retiró después de que el régimen de Asad no pudiese cumplir sus compromisos para disminuir la represión bajo un plan de paz de la Liga. La cumbre de la Liga Árabe en El Cairo a principios de esta semana, presentó una vaga propuesta para que una conjunta Liga Árabe/Fuerza de Pacificación de Naciones Unidas, se despliegue en Siria.

Pero hay poca paz que mantener en Siria. Mientras el régimen de Asad y la miríada de grupos de oposición que ha generado estén enfrascados en una lucha de poder, no es probable que fuerza foránea alguna traiga la paz. Por otra parte, Rusia repetidamente ha ejercido su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear la acción de la organización sobre Siria. Aunque Moscú se ha comprometido a “estudiar” la propuesta, es poco probable que abandone al aliado más importante que le queda en Medio Oriente.


Un régimen con los días contados

Aunque el régimen de Asad puede depender de su temible seguridad interna y de los servicios de inteligencia, la gran mayoría de los militares sirios cada vez más son menos fiables. Ya que las fuerzas leales son escasas y los estados árabes tratan de contrarrestar el apoyo iraní a Asad con su propio apoyo a la oposición, el poder de Asad disminuirá. El Ejército Sirio Libre, que fundamentalmente está hecho de militares desertores, ha intentado constituirse en fuerza de combate organizada.

A medida de que el poder de Asad en el país se vaya deteriorando, habrá oportunidades para involucrarse y evaluar las iniciativas de aquellos que están tratando de sustituir el régimen. En este momento, poco se sabe acerca de muchos de los diversos grupos de oposición que han surgido en los últimos meses. Aunque comparten el objetivo de derrocar a Asad, parecen contar con el apoyo de diferentes circunscripciones políticas, sectarias, étnicas e ideológicas que a menudo funcionan de forma independiente las unas de las otras. El Consejo Nacional Sirio, un grupo multitudinario con sede en Estambul y la Coalición Siria de Fuerzas Seculares y Democráticas, con sede en París, han tratado de unificar a los muchos grupos dispares con resultados desiguales.

El Ejército Sirio Libre ha tratado de proporcionar una cadena de mando global para la cada vez más militarizada oposición, pero la mayoría de las iniciativas de la oposición siguen siendo dirigidas por una red descentralizada de Comités Locales de Coordinación que operan de una manera ad hoc.

Además de una amplia variedad de grupos nacionales que representan al mosaico de sectas religiosas minoritarias sirias, Siria ha atraído a un número creciente de militantes islámicos extranjeros. Las autoridades iraquíes informan que los yihadistas sunitas iraquíes pasan en tropel a través de la frontera para unirse a la lucha. Al-Qaeda ha abierto un nuevo frente y ha perpetrado atentados con bombas en Siria, según informan las autoridades americanas.

Los Hermanos Musulmanes de Siria, que fueron aplastados por el padre de Asad, Hafez, después de un levantamiento fallido en Hama en 1982, han vuelto a reaparecer y pueden emerger como el grupo más poderoso en la constelación de fuerzas de la oposición.

Sería un error para proporcionar armas a los grupos que buscan reemplazar la dictadura secular baazista de Asad con una dictadura totalitaria islamista. Si estos grupos se consolidaran en el poder, podrían plantear una amenaza incluso mayor que el propio debilitamiento del régimen de Asad para Estados Unidos y sus aliados en Israel, Jordania, Irak y el Líbano. Por otra parte, el suministro de armas alimentaría la propaganda del régimen de Asad que afirma que su oposición interna está compuesta por títeres controlados por las potencias extranjeras.


Apoyo diplomático, humanitario y económico para la oposición

Por ahora, Washington debería proporcionar ayuda humanitaria, en estrecha cooperación con Turquía que, para aliviar su sufrimiento, ha dado asilo a refugiados sirios y a grupos de oposición en su territorio. Se debería dar apoyo diplomático a la coalición opositora a través del grupo de contacto internacional Amigos de Siria que se reunirá en Túnez la próxima semana para elaborar un programa de apoyo internacional a la oposición.

Estados Unidos también debería dar apoyo económico para incluir a los grupos de oposición que apoyan la libertad, la tolerancia religiosa y una democracia pluralista tras la Siria de Asad.

Washington debería apoyar las iniciativas para aumentar las sanciones y la presión internacional sobre el régimen de Damasco. Si Rusia modifica su política y retira su veto sobre una acción más enérgica de Naciones Unidas, entonces, Estados Unidos podría respaldar una mayor presión de la ONU sobre el régimen y ayudar al pueblo sirio. Pero Estados Unidos debería descartar el envío de tropas americanas para cualquier operación de fuerza de pacificación de Naciones Unidas en Siria.


* El autor es experto en temáticas relacionadas con seguridad, terrorismo internacional y Medio Oriente. Ha desarrollado numerosos artículos sobre estos temas, en tanto que ha testificado en varias oportunidades ante comisiones especiales del congreso de EE.UU.

 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.

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Por James Phillips, Heritage Libertad / The Heritage Foundation