ESTADOS UNIDOS: POR MIKE BROWNFIELD

Medio Oriente se desmorona junto a la política exterior de Barack Obama

Miles han muerto en Siria y cada día se derrama más sangre. Irán se encuentra a un tiro de piedra de obtener un arma nuclear, amenazando la misma existencia del Estado de Israel. Y en Egipto, a 19 americanos se les ha prohibido abandonar el país, haciendo de ellos auténticos rehenes en una tierra hostil. Todas las señales indican que Medio Oriente se desmorona, y la política exterior del presidente Obama colapsa junto con la región.

11 de Febrero de 2012

Fíjense primero en Homs, Siria — el epicentro de un levantamiento de once meses contra el brutal gobierno de Bashar al-Asad, que envía la muerte sobre su pueblo cada minuto del día. Naciones Unidas estima que el régimen de Asad ha matado más de 5,000 manifestantes en los últimos once meses y que solamente el viernes noche asesinó a 200. La Liga Árabe ha emplazado observadores en el país, cuya misión es supervisar el cumplimiento de un plan de paz. Esta iniciativa ha fracasado.

Obama worried / Getty ImagesLa Administración Obama se precipitó al ir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, e intentó  aprobar una resolución que exhortaba a Asad a dejar el poder. Predeciblemente, China y Rusia vetaron la resolución. El lunes, Estados Unidos finalmente cerró las puertas de su embajada en Damasco y retiró al personal diplomático, debido a constantes problemas de seguridad. Mientras tanto, los expertos en inteligencia están examinando el riesgo de que terroristas controlen los depósitos de armas de Siria, para el caso de que caiga el régimen de Asad.

Al este, en Irán, la búsqueda a toda máquina de armas nucleares que lleva a cabo el régimen está alcanzando su máximo. El Secretario de Defensa, Leon Panetta, recientemente comentó que el país podría construir una bomba en un año y disponer de los medios de enviarla a larga distancia uno o dos años después.

Finalmente, en Egipto, varios oficiales publicaron una lista de 43 personas, incluídos 19 estadounidenses, acusadas de interferir con las políticas internas de Egipto. No se les permite abandonar el país y podrían ser llevadas pronto a juicio sobre alegaciones respecto de que financiaron ilegalmente grupos políticos en las elecciones parlamentarias de Egipto. James Phillips, de The Heritage Foundation, explica que “se han convertido en rehenes en una lucha de gran alcance: la lucha por la libertad en Egipto contra una alianza diabólica entre el gobierno militar provisional y los partidos islamistas que asumirán pronto el poder”.

El presidente Barack Hussein Obama y miembros de su gabinete intentaron contactar con líderes egipcios sobre este asunto pero, en las palabras de Lorne Craner, director de la organización pro-democracia IRI, “las cosas están empeorando . . . Todos nos preguntamos qué sucede. He hecho dos visitas al Departamento de Estado y una al [Consejo de Seguridad Nacional]. Si el presidente llamase a alguien, algo se arreglaría”. Pero como fue el caso con el presidente Jimmy Carter, la Casa Blanca parece indefensa cuando hay norteamericanos cautivos de por medio.

Ninguna de estas crisis ocurre porque sí — excepto por la ausencia de una bien pensada estrategia de Estados Unidos para tratar con estas condiciones que siempre andan empeorando. Desde que llegó al cargo, el presidente Obama ha seguido una estrategia diplomática de encanto y comedimiento: intentando que se alcanzase la paz entre Israel y Palestina, tratando con Siria e Irán y retirándose de Irak. Ahora, vemos los resultados.

Irán, ese renegado internacional, continúa su ascenso junto como amenaza frente al mundo. Miles han muerto en Siria bajo un brutal dictador mientras la comunidad internacional efectúa condenas que nadie escucha. Israel, aliado de Estados Unidos, parece listo para encargarse por su cuenta de estos asuntos para asegurarse de su supervivencia, mientras las perspectivas de la paz con Palestina siguen siendo mínimas. Hay ciudadanos de Estados Unidos atrapados en Egipto, mientras islamistas antioccidentales intentan consolidar su poder. Y las perspectivas otrora pacíficas en Irak se han ido al garete a causa de un ataque terrorista tras otro, luego de que las fuerzas militares de Estados Unidos se fueran de allí. Barack Obama ha fracasado permanentemente a la hora de salvaguardar los intereses de Estados Unidos en la región o en tomar iniciativas proactivas eficaces para tratar con la amenaza de un creciente extremismo y una violencia en aumento que podría llevar al conflicto regional.

Existen acciones que Estados Unidos puede y debe tomar. Phillips explica que, en Siria, “la mejor asistencia que puede dar Estados Unidos para disminuir el sufrimiento de los sirios es ayudar a acelerar la caída del régimen de Asad”. Y puede hacerlo, trabajando con los aliados europeos, Turquía y los estados árabes para escalar las sanciones, dando socorro humanitario a los refugiados y proporcionando apoyo diplomático y económico a la oposición siria — mientras se abstiene de intervenir militarmente.

Para hacerse cargo de Israel e Irán, Phillips y James Carafano aconsejan que Estados Unidos tenga una clara política, sin ambigüedades, de protegerse a sí misma y a sus intereses.

En lo referente a Egipto, Phillips escribe que Estados Unidos debería “congelar la ayuda exterior americana a El Cairo y dar a los nuevos líderes de Egipto un ultimátum: o liberan a los rehenes norteamericanos o perderán de modo permanente la ayuda exterior de Estados Unidos, así como cualquier ayuda americana para refinanciar la onerosa deuda nacional de Egipto”.

Más, en general, el presidente Obama debe cambiar de forma fundamental de rumbo en Medio Oriente. Su política de encanto diplomático no ha funcionado y el mundo ve hoy los resultados. Medio Oriente está derrumbándose y una ineficaz y paralizada administración en Washington está liderando desde atrás con una política exterior que ha fracasado por completo ante las rápidamente cambiantes condiciones a lo largo del Mediterráneo sur y más allá, con consecuencias que retumban en todo el planeta.

 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org. 

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Por Mike Brownfield, Libertad.org / The Heritage Foundation