POLITICA: POR MARIANO ROVATTI

Patas cortas

Todos hablan del relato. El kirchnerismo y su actual etapa, el cristinismo, vienen elaborando su propia versión de la Historia. De acuerdo a sus escribas, nada de lo ocurrido en esta tierra desde 1810 hasta la fecha supera a la "gesta nacional y popular" liderada hoy por la Presidenta e iniciada por El, el héroe innombrado, caído épicamente en un combate imaginario, a tono con la mística revolucionaria de tres décadas atrás...

17 de Enero de 2012

Aquella mística revolucionaria es presentada como la continuación de un linaje que abarcaría al progresismo ilustrado frepasista, la juventud Mariano Rovatti - Argenpolíticamaravillosa de los setenta, el peronismo de Perón y Evita, el pensamiento nacional del Jauretche, Scalabrini Ortiz y compañía, la izquierda nacional, el yrigoyenismo, los caudillos federales, la Revolución de Mayo... y así podríamos seguir hasta el Génesis, pasando por Tupac Amaru, el oro por baratijas, y toda lucha popular por su liberación del imperialismo.

Esta leyenda tiene como primer cliente a la juventud, cuyos recuerdos más lejanos llegan hasta 1990. En su memoria, el choque es claro: el neoliberalismo que generó pobreza y exclusión contra la revolución nakypop. No hay mucho para pensar.

Mientras -a través del aparato oficial y paraoficial de propaganda financiado por el Estado- se difunde esta teoría simplista, idealizadora y falsa, desde la oposición se guarda un silencio patético, fruto de la ignorancia y mediocridad de sus cuadros dirigentes.

Mientras el oficialismo exhibe en sus filas una gruesa cantidad de intelectuales rentados que redactan el libreto, la oposición mira con la boca abierta sin reaccionar. Entre otras razones, por no tener entre sus filas un equipo semejante, o no haberse ocupado en formarlo.

Frente a este presunto pedrigee ideológico, me caben algunas preguntas:

¿Qué diría Perón –impulsor y ejecutor de dos Planes Quinquenales, de la idea de gestionar sobre la marcha, sin un plan estratégico?
El "cáncer" de Cristina Fernández Wilhelm¿Qué diría Evita de un sistema que permite la existencia de 10 millones de pobres, anclados en esa condición gracias al clientelismo, y de 4 millones de jubilados con haberes de miseria?
¿Qué dirían Scalabrini Ortiz, Jauretche, Hernández Arregui, Cooke y otros, sobre la falta de defensa de los recursos estratégicos del país, como los hidrocarburos, el agua, los ferrocarriles…? ¿Apoyarían la alianza con la Barrick Gold y el veto a la ley de glaciares?
¿Qué dirían los caudillos federales recientemente reivindicados, de un sistema financiero unitario, en donde ningún municipio del interior puede pavimentar una cuadra sin auxilio del gobierno nacional? ¿Qué dirían Rosas, Quiroga, López, Ramírez, Peñaloza…de la necesidad de los gobernadores de inclinarse ante el poder central bajo apercibimiento de no poder pagar ni los sueldos del personal de sus administraciones públicas?
¿Qué dirían Yrigoyen y Alem de las listas sábana, las candidaturas testimoniales, las candidaturas a dedo, el voto cadena..?
¿Qué dirían Puiggrós, Ramos o Spilimbergo de un sistema que no afecta un centímetro al establishment económico ni financiero?
¿Qué dirían todos de una política que se enfrenta al poder establecido espasmódicamente, sólo para disputarle espacios de ese poder con el único objetivo de manejar más dinero?

Pero la mentira tiene patas cortas, dice el dicho. Quizás nos estemos acercando al momento de producirse el desengaño…

La necesidad de ajustar –perdón, de hacer la sintonía fina- en las finanzas públicas será un primer test de la veracidad del relato. ¿Qué pasará cuando miles de argentinos abran sus boletas de luz, gas y teléfono sin subsidios, y vean que tienen que pagar el triple? ¿y cuando estos aumentos alimenten la inflación? ¿y cuando los salarios queden cada vez más rezagados? ¿y cuando el gobierno no permita que las paritarias restauren ese saqueo al bolsillo popular?

Los que confiamos más en la Historia que en la memoria ya sabemos la respuesta.

La primera es una ciencia, y como tal un sistema de conocimientos creado según métodos de validez universal. La otra es subjetiva, incompleta, y tendenciosa, pero más cómoda. Exige un esfuerzo mucho menor.

Esa respuesta podemos encontrarla en más de un momento de nuestra vida como nación. Algunos ejemplos: en 1967, con el plan de Krieger Vasena; en junio de 1975, con el Rodrigazo; con el estallido hiperinflacionario de 1989, tras los fracasos de los planes Austral y Primavera de Raúl Alfonsín…

En todos los casos, a un período de variables económicas hipercontroladas, con controles de precios, abundantes subsidios, descontrol del gasto público y estampidas inflacionarias, le siguió otro, de fuerte recesión, conflicto social y pérdida de gobernabilidad. Acción y reacción. No falla.

Hasta ahora, el indulgente contexto internacional nos fue salvando, gracias a los precios internacionales de los commodities. Esa realidad ya no existe. Tras la crisis del 2008 nacida en Wall Street, siguió el colapso del Estado de Bienestar en los países europeos. Esta fase aún está sin resolver y con posibilidades de agravarse, ya que puso en jaque a la unidad política del viejo continente.

Europa ya no dispone de las divisas necesarias para importar diversos bienes, y ello afecta a los dos países más directamente relacionados con nuestro comercio internacional: Brasil y China, quienes paulatinamente irán dejando de comprar nuestros productos, afectando nuestras finanzas públicas. Esta tendencia ya es evidente en nuestro vecino, generando un creciente desnivel en nuestra relación comercial.

Mientras tanto, el Parlamento hace horas extras sólo para asegurar leyes que le dén más poder al gobierno frente a los multimedios y los sindicatos, pero no para resolver estos problemas estratégicos.

Muy pronto, el relato será confrontado brutalmente por la realidad. ¿Será defendido con la misma pasión que hoy? ¿Quiénes lo harán, además de sus intelectuales a sueldo? ¿Cómo evolucionará el conflicto con el sindicalismo? ¿Quién administrará el conflicto social?

Preguntas que se formulan en verano y quizás se respondan en el próximo otoño.

Buenos Aires, enero de 2012

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Lo cierto se hizo dudoso

Por respeto y delicadeza, dejamos pasar un poco el tiempo teniendo en cuenta la sensibilidad del tema. Pero ya se convirtió en una cuestión política, por impericia o mala fe de sus responsables.

Celebramos que la Presidenta de la Nación haya sido operada con éxito, y que finalmente, no fuera cáncer su enfermedad. Pero la secuencia de anuncios oficiales, y los negativos antecedentes del gobierno en materia de comunicación, despertaron dudas razonables.

Una, que se haya mentido al anunciar el supuesto cáncer, para generar una corriente de adhesión popular a la figura presidencial. Parece innecesario en una gobernante que ganó con el 54% de los votos.

Otra, que la mentira fuera posterior, teniendo en cuenta que podía resquebrajarse el liderazgo de Cristina Fernández, al conocerse una hipotética enfermedad maligna. Siendo el resultado de la operación exitoso, ¿para qué mentir?

Ayer los medios publicaron que en marzo el gobierno nacional impulsará la reforma constitucional, tal como adelantamos en ArgenPolítica en octubre último. Si bien se niega que el proyecto incluya la re-reelección, ningún gobernante nacional ni provincial en la Argentina, ha tenido otra motivación para reformar la constitución, que no fuera su propia perpetuación en el poder.

Teniendo en cuenta la madera con que está construido el peronismo, un presidente sin reelección a la vista –por impedimento legal, de salud, o político- es un cuasi-líder. El esquema de poder vigente requiere de una presidenta larga vida, de lo contrario, la lucha por la sucesión será cruenta y aquél se desvanecerá como un castillo de naipes.


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