POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Protocolo fantasma

Las órdenes no escritas que surgen del núcleo íntimo del gobierno de la Presidente Cristina Fernández Wilhelm se tornan fundamentales a la hora de comprender por qué el oficialismo parece sobrellevar de manera efectiva -al menos en apariencia- los contratiempos. Un final de temporada en el que son protagonistas (y no por casualidad) Sergio Schoklender, Daniel Scioli, Ignacio de Mendiguren, el Grupo Clarín y el eje tripartito Moyano-Barrionuevo-Venegas.

19 de Diciembre de 2011

No parece haber tregua en el escenario político, ya en el cierre de un 2011 que obsequiara no pocos episodios tumultuosos. A fin de cuentas, las elecciones presidenciales, en sí mismas, jamás lograron esbozarse como el capítulo de mayor interés del espectro. Antes bien, resultó ser la corrida financiera contra el peso la variable que capturó la atención de la Casa Rosada, el público y los medios por igual, a medida que el fin de año comenzaba a abatirse sobre el país.

Destacan los atrevidos de siempre que el malogrado Néstor Carlos Kirchner, apenas arribado al poder, llamó a consulta a un panel de expertos para resolver qué hacer con los organismos de Inteligencia de la Nación, más específicamente, la SIDE. Recibió como respuesta un informe verbal que versaba sobre la imposibilidad de tener bajo un control aceptable a los muchachos revoltosos que sabían pulular por los pasillos de la oficina central de "La Casa". La decisión fue, después de todo, promover al alumbramiento de un sistema de inteligencia paralela que pudiera reportarle sobre los grandes temas de interés para su gestión. Por sí solo, este relato no debería servir para extrapolar conclusiones dignas del aplauso, salvo tal vez que -en ese procedimiento- el nuevo presidente se decidía a construír un protocolo fantasma que su Señora esposa continúa implementando con presteza al día de hoy. El objetivo: prevenir desmadres como los que se llevaran puestos a Raúl Ricardo Alfonsín y Fernando De la Rúa en su oportunidad, por la vía del profundo control del circuito de la información. El resto de la historia es conocida: esta suerte de protocolo terminaría redondeando un mecanismo de precisión que tendría por meta no solo anticiparse a determinadas circunstancias, sino también ampliar las estructuras de poder por la vía de la amenaza, la extorsión y el intercambio. La cooptación y demolición interna de espacios políticos opositores son pequeñas muestras gratis de los tantos subproductos que arrojara esta respetable madeja. Reportan algunos desaprensivos informantes que la criatura aquí descripta le allanó el camino a la famiglia para consolidar una fortuna superior a los veinte mil millones de dólares, celosamente distribuídos en una furiosa concatenación de cuentas esparcidas a lo largo del globo. Una bicoca: la famiglia acaba de hacerse del 50% de Petrobras Argentina Sociedad Anónima. El resultado directo de la operatoria tiene un rostro, que cobra forma en las estaciones de servicio OIL (instalaciones que otrora operaban bajo el rótulo verdeamarelho de la subsidiaria local de la gigantesca petrolera brasileña). Se extiende una cordialísima invitación al lector curioso para que salga a las rutas y lo compruebe, in situ. Desde esta columna hemos refrendado alguna vez la dificultad inherente a cualquier espacio partidario que se propusiere erradicar al kirchnerismo/cristinismo a través del voto. Aún cuando la utopía pudiere corporizarse, la monumental estructura de negocios multimillonarios aquí expuesta convertirá al espacio K en omnipresente. Los dignatarios de una oposición lobotomizada y babeante jamás se hallaron en posición de asimilar esta realidad incontestable.

Cristina Fernández y Hugo Moyano - Protocolo FantasmaEl protocolo fantasma bajo análisis sacó a relucir sus afilados caninos y putrefacto aliento en ocasión de la fiebre dolarizadora que se apoderó, no hace mucho, de los asustadizos argentinos. Por un lado, se ejerció un férreo control mediático para que las pantallas de tevé no vomitaran las postales de la desesperación por hacerse del billete verde: un fallo en este aspecto táctico hubiera gatillado un efecto multiplicador que se preveía demoledor. El mundillo corporativo encontró a las grandes firmas del país imposibilitadas de girar remesas a sus cuentas en el exterior, como lo habían hecho casi siempre y sin el menor obstáculo. Jamás existió circular del Banco Central que así lo determinare. Tampoco se suscribieron órdenes en papel. Idéntico proceder se aplicó para transacciones de giro y recepción de fondos vía Western Union y métodos similares: en tales casos, las cifras en dólares son convertidas inmediatamente a pesos. Guillermo Moreno y compañía invirtieron valioso tiempo en marcar reconocidos números de teléfono para invitar a sus interlocutores a dejar de operar en perjuicio de la moneda nacional, sin importar que ello significara grandes pérdidas o un freezing en las operaciones de las empresas bajo su dominio. La estrategia basóse en llamados y apenas un puñado de reuniones; nada se comunicó por escrito. El protocolo fantasma, en acción. La efectividad del sistema podría cuestionarse por su carácter cortoplacista y colorearse con el efectivismo de más pálida baratura pero, en concreto, la voluntad de la Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm era clara: aquí no se cometerían las torpezas que hicieron tristemente célebres a De la Rúa y a Alfonsín. La etiqueta autoritaria poco importaba y la virulenta fuga de divisas debía detenerse a cualquier precio. Por estas horas, las medidas a tal fin solo podían endurecerse, y solo los amigos del poder pueden hacerse de volúmenes importantes de los papelillos con el sonriente pero siempre impasible rostro de Benjamin Franklin.

Tampoco merecieron mayor espacio en los medios "profesionales" los procedimientos para lidiar con el molesto Sergio Schoklender. En tanto el ex apoderado de Madres de Plaza de Mayo continúa haciendo estallar declaraciones de altísimo poder explosivo contra personajes clave que sirven al Gobierno Nacional, la prerrogativa oficial exige no contestar. El bueno de Sergio dispone de prensa libre para decir prácticamente lo que quiera -y lo cierto es que falta a la verdad mucho menos de lo que se pretende hacer ver-, pero jamás cosechará réplica gubernamental alguna. Schoklender no solo es un tiempista de calibre, sino que sabe bien en dónde golpear. No en vano, ha decidido emprenderla contra el inefable juez Norberto Oyarbide: sabe Sergio Mauricio que el polémico magistrado representa el eslabón necesario pero, al mismo tiempo, más débil del cristinismo. Se infiere que Balcarce 50 no puede deshacerse de él porque lo necesita, en tanto carece de reemplazo. Don Norberto es, al menos de momento, incombustible. Pero los trajes de amianto también se resquebrajan. El revuelo en la corruptísima justicia argentina será mayúsculo... ni bien el ex amigo de Garbellano abandone su juzgado. ¿La razón? A posteriori, sus pares -entiéndase, la totalidad de los jueces de la Nación- deberán seguir sus pasos. Cuando los tiempos sean finales y caiga el telón con ruido sordo, se conocerán detalles escabrosos sobre algunos integrantes de la Corte Suprema de Justicia que incluso podrían transformar en piedra a la mismísima Medusa. Acertó Usted: Sergio Schoklender los conoce.

La eternamente flamígera Provincia de Buenos Aires se encontró a escasas horas de cercenarle otro miembro al Gobernador Daniel Osvaldo Scioli aunque, en esta oportunidad, fue su propia cabeza la que estuvo en danza. Irónico resultó ser que, a la postre, fueran los hombres de la Policía Bonaerense quienes representaran el rol de ángeles de la guarda del taciturno funcionario. Casi a último momento, los elementos patanegras -como se les dice en la jerga- comprendieron que, si acaso se atrevían a obsequiarle un definitivo empujón, el remedio hubiese sido peor que la enfermedad: mejor negocio es tratar con Daniel y su fidelísimo ministro Casal, antes que con la Ministro Nilda Garré. La jefa de la cartera de Seguridad -cercana a Horacio Verbitsky y al CELS- hubieran dispuesto el inmediato pase a disponibilidad de, al menos, el 70% de los policías en todo el territorio, al momento del desembarco. Primaron, ante todo, el pragmatismo y los buenos oficios de la negociación. No existiendo complot alguno, el Excelentísimo Señor Gobernador derrapó en su herrumbrado piloto automático y le sirvió en bandeja la oportunidad al cristinismo para quitarlo, de un plumazo, de la ecuación. Solo le bastó con sumariar a los efectivos que, en franco cumplimiento de órdenes y la propia Ley, reprimieron con justicia y autoridad a los iridiscentes jovenzuelos de La Cámpora. Esos que se habían apersonado para incinerar la barbacoa de la reasunción en La Plata. Respira el hombre que ocupa el sillón de Dardo Rocha quien -ahora sí- precisa de unas urgentes vacaciones en La Feliz. Puede pegar un ojo Mauricio Macri quien -no vale la pena engañarse- estaba llamado a ser el próximo objetivo. El protocolo fantasma sobrevoló el ambiente: la Presidente de la Nación se privó de torpedear la (des)gestión sciolista en tiempos previos a los comicios, porque necesitaba de esos votos. Una vez resuelta la lid electoral, no dejó pasar la primera oportunidad para desatar a los mastines. No hay órdenes explícitas, pero existieron señales previas, solidificadas en las ácidas críticas disparadas por Garré contra las políticas de seguridad en la provincia más populosa de nuestra ex República. Reza un oxidado pero vigente refrán de la política: "Péguele a la chancha, y aparecerá el dueño".

Vale la pena no perderle la pista a don Ignacio de Mendiguren (UIA) y su, a todas luces, intragable costumbrismo por apegarse hasta el ridículo al almibarado discurso Nac&Pop de Cristina Fernández Wilhelm. ¿Se trata -como declaman algunos- de pura y simple genuflexión, o acaso existe algo más en esa sospechosa sociedad? El paciente Vasco no deja pasar oportunidad para patear a la viuda de Kirchner por debajo de la mesa, y la pregunta es la misma de siempre: "¿Para cuándo la devaluación que nos prometiste?" [Se refiere, claro está, a los industriales]. Las desprolijidades del speech oficialista se toman a golpes de puño para amontonarse en este capítulo. Cuesta, por principio, asimilar la próxima reglamentación de una ley que -pretendiendo satisfacer al GAFI- podría enviar a prisión por cargos de terrorismo a cualquier individuo que promueva a una corrida bancaria o financiera. Peso de ley que perfectamente podría caer sobre cualquier argentino promedio que pretenda hacerse de algunos dólares arrugados para que la inflación no destruya sus finanzas hogareñas. Pero que, con toda probabilidad, difícilmente le sea endilgado al Sr. De Mendiguren, promotor de un retoque para nada ligero ni sutil del tipo de cambio.

En las postrimerías de esta columna de Navidad, se impone -cómo no- invertir algunos renglones en las durísimas respuestas que el Camionero Hugo Moyano dedicara al Gobierno Nacional -y a la Señora- en ocasión del pasado acto del jueves 15 de diciembre. No escapa a los analistas que el rigor antiperonista con que Cristina Fernández tiñera su discurso de reasunción de una semana atrás constituyó un error de proporciones. Aunque sería lícito ubicar a las variables en el lugar que corresponde: en honor a la verdad, Moyano no se sintió mayormente ofendido por los escupitajos verbales de la Presidente contra la efigie y la persona del General Juan Domingo Perón. El alerta sobrevino minutos después de finalizada la declamatoria de la Señora viuda, en la medida que sus conceptos blanquearon otro imperativo categórico del protocolo fantasma, esto es, quedarse con el manejo absoluto y discrecional del dinero de las obras sociales sindicales. En la corporización de tal escenario, la pérdida de la consabida "caja" que regentean el Camionero y otros referentes del sindicalismo argentino les quitaría -en segundos- su razón para existir. El garrafal tropiezo de la Presidente de la Nación consistió en obsequiarle un sólido argumento a Hugo Moyano para aunar energías y objetivos con Luis Barrionuevo y Gerónimo "Momo" Venegas. Los albaceas del espectro gremial aquí citados han comprendido que, en compañía, pueden lograr mucho más. Como los británicos The Beatles, que hicieron valer como nadie aquella ley fundamental de la percepción que refiere que el todo es más que la suma de sus partes. Y si la entente cordiale Hugo-Luisito-Momo viene acompañada del sello discográfico Clarín, pues mucho mejor para ellos. El abrupto silencio que capturó a la propia Cristina Kirchner y sus ministros de fuste de cara al acto del capo Camionero vino a representar una suerte de reconocimiento implícito de una torpeza que podría pagarse en abultada factura.

Los argentinos hemos sido condenados a vivir una época interesante; los próximos meses sobrevendrán jugosos en información, a medida que las aguas comienzan a dividirse y los bandos en pugna quedan expuestos. Solo queda comprobar de qué lado quedará posicionada la ciudadanía... apenas aterrice el cúmulo de facturas y cuentas carentes del rosado sello del subsidio.


Por Matías E. Ruiz -Editor-, para El Ojo Digital Política
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