INTERNACIONALES: POR MICHAEL TANNER

Estados Unidos: retorno al conservadurismo interventor

A raíz de la desastrosa presidencia de Bush y las derrotas del partido Republicano en 2006 y 2008, muchos asumieron que el partido Republicano había rechazado la idea de que un Estado interventor podía ser utilizado para lograr objetivos conservadores.

09 de Diciembre de 2011

Por supuesto que, en 2010, el Tea Party lideró un retorno del conservadurismo a sus raíces de defensa de un gobierno limitado, resultando en la mayor victoria del partido Republicano en 70 años. Uno creería que esto dejaría el asunto decidido.

No obstante, solamente cinco semanas después de las encuestas de Iowa, los dos favoritos para la candidatura por el partido Republicano son firmes defensores de un Estado más grande y más activista. Obviamente, todo es relativo. Ni Mitt Romney ni Newt Gingrich defienden el tipo de Estado de Bienestar que redistribuye el ingreso y es promovido por la administración de Obama. Pero ninguno de los dos amenaza con verdaderamente reducir el tamaño, costo e intromisión del gobierno federal.

Barack ObamaEn gran parte de los asuntos, de hecho, Romney y Gingrich tienen posiciones casi idénticas —y no son posiciones que deberían agradar a aquellos que proponen un gobierno limitado. Como es bien sabido, ambos respaldaron que el seguro de salud sea obligatorio, aunque Gingrich ahora ha cambiado de parecer y Romney dice que solamente respalda la obligatoriedad a nivel de los estados. Ambos también respaldaron el beneficio de Medicare para prescripción de medicinas que propuso George W. Bush y ninguno respaldaría el plan de reforma a Medicare de Paul Ryan, el cual Gingrich notoriamente tildó de “ingeniería social de derecha”.

Tanto Gingrich como Romney desde hace mucho han respaldado la intervención y el gasto federal en la educación. Ambos respaldaron la Ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás. De hecho, ambos respaldaron la misma idea extraña de que el gobierno federal le compre una computadora portátil a cada niño en EE.UU.

Mientras que los dos han adoptado con entusiasmo la ortodoxia republicana de reducir los impuestos, ninguno ha dado señales de que hará mucho para reducir el gasto público. Más allá de la lista negra tradicional de los conservadores —Planificación Familiar, la Radio Pública Nacional, los servicios legales— es difícil encontrar algo que ellos estén a favor de eliminar. De hecho, los dos incluso se oponen a reducir los soportes de precios agrícolas o los subsidios al etanol. Gingrich recientemente dijo que cualquiera que quiera eliminar los subsidios al etanol debe odiar a los agricultores, mientras que Romney cree que los subsidios a los alimentos son una cuestión de seguridad nacional, como si al-Qaeda fuese a acorralar el mercado del trigo.

Por supuesto que ambos favorecen un mayor gasto en defensa y la intervención neoconservadora en el extranjero, mientras que proponen el activismo estatal en asuntos sociales a nivel doméstico.

Barry Goldwater una vez describió su filosofía política diciendo, “Tengo poco interés en racionalizar al gobierno o hacerlo más eficiente, porque lo que pretendo es reducir su tamaño”.

Por el contrario, tanto Romney como Gingrich creen que deben racionalizar al gobierno y hacerlo más eficiente. Romney es el gerente por excelencia, un experto en “dar la vuelta a las cosas”, alguien que puede hacer que el gobierno sea administrado más como un negocio. Casi todas las ideas nuevas de Gingrich tratan de hacer que el gobierno funcione mejor. Por ejemplo, él no se opone al sistema nacional de identificación (E-Verify); quiere que sea “manejado por Mastercard o Visa”. No quiere que el Estado se salga del área de salud; quiere que se utilice la estrategia de negocios “Seis Sigma” para que los programas de salud estatales generen menos desperdicio.

En ninguna parte de su discurso se encontrará un reconocimiento de que el Estado intervencionista es malo porque nos hace menos libres.

Tal vez la ascendencia de Gingrich-Romney es una señal de lo débiles que son el resto de las opciones. Herman Cain ahora parece saber más de sexo que de política exterior. Rick Perry se ve peor después de cada debate. Jon Huntsman ha sido calificado como un “republicano solo en nombre”, a pesar de ser más conservador en lo económico que Gingrich o Romney, debido a sus herejías sobre el calentamiento global y (¡horror de horrores!) su respaldo a las uniones civiles entre parejas homosexuales. La política exterior de Ron Paul no está diseñada para agradar a la mayoría de los electores en las primarias republicanas. Michele Bachmann pareciera tener el mismo destino de Gary Johnson en las encuestas.

O tal vez, luego de la catástrofe económica del gobierno de Obama, los electores simplemente están esperando a un gerente competente.

Pero para aquellos que deseamos un Estado más pequeño, más limitado y constitucional, esta elección cada día se vuelve más sombría.


* Michael Tanner es Director del Proyecto del Cato Institute para la Privatización de la Seguridad Social.

Por Michael Tanner, The Cato Institute